No se puede cambiar el pasado, pero el futuro será nuestra responsabilidad.
Nguyễn Phú Trọng
26/07/2024.- A propósito de la gigante tarea que tiene por delante el gobierno bolivariano de limpiar el minado camino que bloquea las relaciones con su par estadounidense, un evento llama la atención sobre la dinámica diplomática: el histórico reencuentro de Vietnam con sus verdugos de ayer.
No es cualquier cosa echar una mirada hacia el año 1986, cuando la desbastada República Socialista de Vietnam tomaba el inesperado camino de activar micrófonos con Estados Unidos y sus aliados, los mismos que habían dejado en ruinas a la patria de Hồ Chí Minh: sin escuelas ni universidades, sin hospitales ni energía eléctrica, con los ríos y lagos contaminados de agente naranja… y millones de seres humanos, sobre todo niños, deformados físicamente, seriamente malogrados.
Contra todos los nubarrones que sacudieron internamente al Partido Comunista de Vietnam, en su VI Congreso, un indiscutible héroe propuso lo que se llamó el đổi mới o proceso de renovación, contra viento y marea. Ese intrépido líder acaba de marcharse, y se seguirá llamando Nguyễn Phú Trọng.
Con motivo de conmemorarse los veinte años del restablecimiento de las relaciones con Estados Unidos, ese líder comunista se sentó en la sala oval de la Casa Blanca frente Barack Obama. Fue el día que lanzó aquella frase: «No se puede cambiar el pasado, pero el futuro será nuestra responsabilidad».
La mayoría de los grandes líderes vietnamitas, comenzando por el gigante Hồ Chí Minh, se ha marchado o está sobre los ochenta años de edad. El Tío Hồ se despidió a las 79 primaveras, como llamara el famoso cineasta cubano Santiago Álvarez a uno de sus documentales sobre Vietnam, pero cuesta entender cómo esos hacedores de revolución hicieron tanto en esa fracción de tiempo.
Resaltan medios occidentales que Phú Trọng fue el «último guardián de la esencia marxista vietnamita». Así lo especula The New York Time, entre otras vocerías estadounidenses, sin duda con la idea de sacarle filo contrarrevolucionario al fallecimiento del líder hanoyense, quien en la lucha por la liberación nacional utilizó un sinnúmero de seudónimos, como Tung Luong, Trong Ngha o Phan Dang Phu. Tras haber nacido en la capital del norte, donde se diplomó de filólogo, se doctoró en politología y cursó otros estudios en la Unión Soviética. Sin abandonar el transitar por las diversas estructuras de la organización partidista, desde el Comité de Base hasta ascender como la máxima autoridad comunista de Hanói, se consolidó luego como secretario general del PCV y como dirigente de la estructura política del país. Fue diputado a la Asamblea Nacional, la cual presidió posteriormente, lo que le marcó la ruta hacia la Secretaría General del Partido Comunista. Accidentalmente, le tocó asumir la presidencia del país entre 2018 y 2021.
Sin aspavientos, gobernó el país con habilidad en las relaciones exteriores, sobre todo frente a las potencias mundiales, como la República Popular de China, la Federación de Rusia y los Estados Unidos, para abrirle camino a Vietnam en los diversos organismos multilaterales del espectro político mundial.
Por los momentos, el sillón central de la Secretaría General del PCV estará ocupada por el presidente de la nación vietnamita, Tô Lâm.
Nguyễn Khắc Giang, un investigador del Instituto Yusof Ishak (Iseas) de Singapur, sostiene que Phú Trọng «consolidó su nivel de poder sin igual» dentro del sistema político e indicó que los planes que tenía para una transición ordenada no se pudieron realizar, por lo cual su suerte corre el riesgo de crear un vacío de poder. Se trata de una afirmación que sospechamos tendenciosa, porque precisamente Phú Trọng se catapultó como un brillante militante comunista tras haber impulsado el famoso đổi mới, una sorprendente ruta de renovación del país, generada por el VI Congreso del PCV en el año 1986.
En el libro Vietnam en el camino de la renovación, Phú Trọng indica:
El VI Congreso del PCV, en 1986, fue un evento con la determinación de mirar frontalmente la verdad, de juzgar la renovación del país. Los VII, VIII y IX Congresos del Partido Comunista, que persiguieron la línea, lograron sacar al país de la crisis socioeconómica e impulsar la industrialización y modernización.
Aquel golpe de timón
El error de copiar esquemas exteriores, como el soviético, había distorsionado la economía vietnamita, que en la década de los ochenta no encontraba solución a la baja producción, al hambre y al desempleo, además de tener que dedicar importantes recursos a los gastos militares para poder defender la revolución de las amenazas foráneas.
Precisamente, la crisis soviética (1985-1991) tuvo que ver con la aceleración de las medidas emergentes del VI Congreso (1986) del PCV, que diseñó las líneas renovadoras o đổi mới.
El anterior congreso partidista (1982) había activado la luz amarilla, ratificada por la VIII Conferencia del Comité Central, que decidió adelantar medidas de control de precios y sueldos frente a la burocracia y la subvención.
La situación era seria, pues se hablaba de errores estructurales, sobre todo en el sector de inversión y la construcción, mientras la inflación rondaba el 700%, lo cual planteaba la necesidad de impulsar el comercio con mayor eficiencia. Debieron pasar «cuatro largos años» para poder encontrar la fórmula que detuviera la caída, mientras una profunda crisis política, ética y moral le movía el piso al mundo socialista en general.
Subraya en su obra: «Ante la evidente tragedia, Phú Trọng desgranaba la crisis partidista en aquellos días de golpe de timón hacia la apertura económica».
«No fue fácil —escribe— encausar la dirigencia revolucionaria a reconducir la revolución. Existían tres tendencias: los que trabajaban emergentemente (los impacientes), los de pasos lentos y cuidadosos (los temerosos) y los del medio o conservadores».
La situación era muy clara: la revolución estaba en peligro. Era evidente, según el líder comunista, que la confusión ideológica estaba presente ante la encrucijada camino a la renovación. El innegable arrojo de los combatientes de ayer no era suficiente para la lucha por la felicidad del pueblo.
El trabajo ideológico del partido de la revolución y de la política educativa del gobierno revolucionario fue muy importante para salir adelante en la discusión con el apoyo —además— de la Escuela de Cuadros, ahora llamada Academia Política Nacional Hồ Chí Minh, que hoy cuenta con miles de estudiantes de todo el país.
Años atrás, había sido determinante el ejército armado de fusiles, pero ahora era el momento de un ejército armado de ideas marxistas, el mismo que definió la salvación de la revolución de la República Socialista de Vietnam. He ahí el aporte del gran Nguyễn Phú Trọng, que a esta hora se encuentra en el aposento de Buda, al lado del Tío Hồ.
El estado se equivoca a veces. Cuando una de sus equivocaciones se produce, se nota una disminución del entusiasmo colectivo por efecto de una disminución cuantitativa de uno de los elementos que la forman, y el trabajo se paraliza hasta quedar reducido a magnitudes insignificantes; es el instante de rectificar.
Ernesto «Che» Guevara
El socialismo y el hombre en Cuba, 1965
Ángel Miguel Bastidas G.
Fuente de consulta:
Phú Trọng, N. (2005) Vietnam en el camino de la renovación. Vietnam: Editorial Thế Giới.