Falcon en los años sesenta ……….
«Mis manos oscurecidas cuelgan de las altas copas nocturnales/ y sangran!/ Mis dedos abren las grietas del silencio/ rasgan la piel de la ceniza/ y sangran!/ Mis plantas hollan superficies rugosas/ y sangran!/ Mis puños apretados amenazan/ golpean/ duelen/ y sangran!/ También mi boca es una llaga roja de verdades que sangran! Lydda Franco Farías.
La Lucha Armada de los años sesenta del siglo XX fue en Venezuela mucho más que el enfrentamiento militar entre insurgentes guerrilleros y miembros de las Fuerzas Armadas Nacionales. Fue también una guerra de ideas, enfrentamiento entre concepciones de desarrollo para el país, postulados de justicia y equidad social, argumentos cuestionadores de un orden ético y estético considerado anacrónico y emergencia de experimentación e intentos renovadores del arte, entre otros.
La poesía no le tuvo miedo al fusil, la pintura tomó puesto en el compromiso, la narrativa asumió las imágenes de la urbanidad modernizadora de la época. El teatro resumó revuelta, escandalo, alteración de las formas. «La imaginación al poder» pregonaron los constructos de la izquierda desde diarios, espacios alternativos y paredes.
Eco de aquel momento rebelde lo fue la escritura primigenia de la falconiana Lydda Franco Farías.
«Hoy desato mi garganta sonámbula de gritos,/ y dejo caer la semilla de esta voz…»
Ni guerrillera, ni perseguida. Franco Farías, autora destacada de las letras venezolanas, fue un ícono de la izquierda cultural falconiana y nacional. A partir de la aparición en 1965 de su primer libro titulado Poemas Circunstanciales se convirtió en símbolo de la irreverencia, cuestionamiento y crítica que caracterizaron a la década del sesenta del siglo XX, tanto para que algunos la califiquen como guerrillera, participante de la subversión de orientación ideológica castrista.
Unida a José Zabala, al parecer miembro de las FALN en el Zulia, la poeta estuvo ligada al correaje de apoyo a las guerrillas ubicadas en la Sierra de Falcón y en otras zonas de país.
«Criaturas mías/ migajas latentes de mi sangre/ injertos vivos de mi carne/ apoyad vuestros labios en los surcos mojados…»
Dos noticias relacionadas a su compromiso militante encontramos en la revisión de diarios falconianos correspondientes a 1962-1972.
La primera es de ocho meses antes de su importante presencia en la prensa local -especialmente en el diario La Mañana, conducido por Virgilio Medina- por haber obtenido el primer premio de la mención poesía del Concurso Literario del Ateneo de Coro del año 1965.
En septiembre de 1964 se reporta que la estudiante universitaria Lydda Franco Farías desmentía el haber sido torturada por la DIGEPOL. En comunicación pública fechada el 14 de septiembre de 1964 en San Luis y dirigida a los “señores Representantes del diario La Mañana”, la hija del telegrafista y propietario de tierras Ferecides Franco, militante del partido Acción Democrática, desmentía lo publicado por el diario capitalino Extra en su edición del 13 de septiembre de 1964, según la cual –y de acuerdo a reporte enviado por su corresponsal en Coro- ella había sido torturada por la DIGEPOL y miembros de las Fuerzas Armadas.
En su correspondencia a La Mañana, Lydda Franco Farías ratificaba haber recibido «buen trato de los órganos del estado». Pero, lamentablemente, ni en la introducción ni en la carta, se hace referencia a algún suceso especifico donde la estudiante hubiera tenido que comparecer ante esos organismos (La Mañana. Coro, 18 de septiembre de 1964, p. última).
«Que importa que haya dolor de parto en las caderas/ sacudidas de espasmódicos presagios/ si el hijo nacerá con los ojos irisados/ y un sol nuevo trotando en las pestañas…»
Otro suceso ocurrió cuatro años después. Para junio de 1968 se presenta la denuncia pública de la poeta, quien señala a los cuerpos policiales de haberla torturado luego de asaltar el autobús en el cual viajaba desde Caracas a Maracaibo. «No soy ningún enlace guerrillero -señalaba la escritora- solo venía a lograr la libertad de mi esposo.» Resentía Franco Farías de que se le había presentado como «una Mata Hari siglo XX, mezcla de guerrillera, bruja y para colmo drogómona y nudista.»
La poeta había sido arrestada y bajada de la unidad de Expresos del Lago por agentes de la Dirección de Policía, quienes recibieron una llamada de la empresa de transporte denunciando una situación irregular protagonizada por una pasajera. Llevada al Puesto de Socorro del Central, los agentes señalaban signos de drogadicción e intento de exhibición pública. Fue posteriormente medicada y llevada de regreso al autobús para que prosiguiera su viaje, expone la nota de prensa.
En su Carta Pública, defendiéndose de aquellas acusaciones, la poeta acusa ventajismo oficialista contra ella, señalando como insidias aquellos señalamientos. Indica que lo ocurrido en el Terminal del Nuevo Circo de Caracas el 18 de junio de 1968, fue un atentado en su contra. Según su versión habría sido dopada por varios individuos, incluido el chofer de la unidad, quienes en un desvío del camino la habían torturado psíquicamente (La Mañana. Coro, 30 de junio de 1968, p. 4).
«Esta tierra nuestra ha de ser pubis que resista/ el ultraje de los siglos…»
Entre mayo y agosto de 1965 el nombre de Lydda Franco Farías ocuparía varias veces las páginas del diario La Mañana, pero por la polémica sobre sus versos sometidos al jurado del Concurso Literario. Hemos realizado un acercamiento a aquella polémica literaria en nuestro trabajo titulado El inicio de la lluvia (2023). En ningún momento de aquella diatriba a propósito de sus Poemas Circunstanciales se hizo alusión tampoco a la noticia en la cual desmintió torturas por la DIGEPOL en 1964, hecho que queda aislado en su biografía y del cual los encargados de ensalzar la leyenda de su persecución no hacen mención.
«Acá solo correrá el semen fecundo de los pueblos…»
Como se pregonaba en aquellos años terribles y apasionados, el arte era también un arma de la revolución.
Isaac López
16 de julio de 2024.