Foto: Roberto Chile
¿Cómo va a morir, si su morada ha sido siempre en el futuro, en el inmaterial espacio de lo eterno?
Autor: Leslie Díaz Monserrat | internet@granma.cu
12 de agosto de 2024
Quizá su sitio vital siempre estuvo en el futuro. Por eso sabía dibujar el camino, desbrozar el sendero, construir un porvenir. Incluso, cuando pensé que se había equivocado en alguna solución, según una percepción anclada a la altura de mi nariz, el tiempo, ese juez sabio, terminó por darle la razón.
Hombres como él nacen una vez cada mil años. Amado por muchos, respetado incluso por sus enemigos, llevaba el chaleco de su moral, la vocación de trabajar por los pobres de este mundo. Tenía un magnetismo especial. Había que verlo en la televisión, espantando ciclones para que no tocaran a su Isla, hablando de lo humano y lo divino, adelantado siempre a su momento y a la comprensión tan finita de los simples mortales.
Cuando la biotecnología era novedad en los países del primer mundo, ya apostaba por desarrollarla en esta franja de tierra, que con singular silueta, pende en el Caribe. Desde el pasado, estaba salvando a su pueblo de la peor pandemia de esta generación.
Era como el padre que soñaba en grande para sus hijos. Sabía que la educación y la ciencia constituían el camino para una sociedad mejor. Estaba al alcance de un abrazo. Cada cubano lo sentía tan cercano, cálido, humano.
A veces lo extraño. Añoro la sonrisa amplia de quien siempre sabía ganar, su sabiduría, la capacidad de saber de todo, como un hombre enciclopedia del Renacimiento.
Nunca tuvo miedo. Tener la certeza en Cinco Palmas de que sí ganarían la guerra, después de los reveses y en medio de la incertidumbre, constituyó uno de los mayores actos de resiliencia y coraje de nuestra historia.
Llegó a convertirse en uno de los líderes más importantes de su tiempo; sin embargo, no tenía espacio para el orgullo. Seguía siendo de pueblo y para el pueblo.
Su vida fue tan honda, que nadie puede dejar de emocionarse ante su impronta. Fidel nació con una estrella. Quizá ya estaba predestinado a un espacio sempiterno. Por eso no ha muerto. ¿Cómo va a morir, si su morada ha sido siempre en el futuro, en el inmaterial espacio de lo eterno?