Xin chào | De Tarek a Isaías

Hay momentos que forman historia.

Hay muertes que se torna inmortales.

Hay palabras más hermosas que las canciones.

Hay personas nacidas desde la verdad.

Tố Hữu

16/08/2024.- En su entrada histórica a La Habana (1959), sobre un viejo camión militar, el comandante Fidel advirtió a la multitud que no se pensara que en adelante las cosas serían más fáciles, y aclaró que tal vez serían más difíciles. Eso lo dijo hace 65 años, y hoy Cuba soporta el más cruel bloqueo de la historia, a pesar de haber vencido a las tropas de la CIA en Playa Girón, en 1961.

Varios proyectos revolucionarios se han quedado en el camino, como la Unión Soviética, pero otros avanzan: China, Rusia, Irán, Vietnam, Cuba, Corea del Norte, Nicaragua, Honduras y Bolivia. En África, varios movimientos incomodan a Europa. Los Brics asustan.

No es poca cosa lo que hemos transitado desde aquel 1998, cuando el comandante Hugo Rafael Chávez Frías dio la campanada tras oír el ruido popular del Caracazo (1989). Bastantes nubarrones se han tenido que disipar, sobre todo la encerrona de 2001 y 2002, con golpe militar incluido. Larga es la lista de hombres y mujeres que han entregado sus vidas en defensa del ideal chavista, que tiene al caraqueño Nicolás Maduro como comandante de la afrenta.

Lloramos a las y los mártires, pero seguimos aupando a los que han tomado el testigo para cumplir la orden de hacer patria, como lo exigiera el comandante Chávez al hoy presidente ratificado Nicolás Maduro, quien cuenta con una reserva, probada una vez más en la contienda de este pasado 28 de julio frente a la artera asonada, aún latente.

El «hasta el final» de la doña millonaria ha dejado conmovedores escenarios, evidencias y pruebas de que quienes dispararon contra el pueblo fueron delincuentes pagados, en su mayoría traídos de Colombia y otros países, como Estados Unidos. No hay duda: se les cayó la máscara. Fueron las bandas de «comanditos» que de políticos no tienen absolutamente nada. Allí está la estatua del cacique Coromoto en el suelo, como la de José Gregorio Hernández. ¿Cuál era el mensaje? Los vimos frente a las pantallas: allí estaba el lumpen tras las capuchas.

«Los presos seguirán presos»

Frase tristemente célebre pronunciada hace 64 años por Rómulo Betancourt para referirse a los 150 militantes de la Juventud Comunista y del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), quienes, en 1962, intentaron tomar el batallón de infantería de Marina N.° 1 de La Guaira, con el respaldo de varios oficiales de aquella instalación militar.

Dirigentes estudiantiles como Francisco Pancho Toro, Miguel Bernal, Carlos Mendoza Pontellá, Américo Chacón y Rolando Delgado Ottavi, sobrino de Kotepa Delgado, entre otros, fueron encarcelados en el Retén de El Junquito, uno de los tantos sitios de reclusión habilitados por el gobierno adeco de la época en su intento de acallar las protestas contra un gobierno que comenzaba a entregarle el país a una potencia extranjera: Estados Unidos.

«Los presos seguirán presos» fue la respuesta de Betancourt cuando aparecían consignas en las paredes exigiendo la libertad de los detenidos. En esa época, las manifestaciones eran disueltas a fuerza de perdigones, balas y gases lacrimógenos, como el caso de la primera protesta de desempleados, ocurrida en la plaza La Concordia de Caracas. Ahí fueron asesinados por la policía cuatro jóvenes obreros, otros quedaron heridos y a muchos los llevaron a diversas cárceles del país: la Cárcel Modelo de Maracaibo, a Ciudad Bolívar, a lo que se llamó la Cárcel Modelo de Caracas, al Campo de Concentración Rafael Caldera —levantado en un islote de la Laguna de Valencia—, al cuartel San Carlos, a la Digepol, al Retén de La Planta y a varias instalaciones privadas, donde las bandas armadas de Acción Democrática tenían cámaras de tortura.

El número de detenidos políticos era tan alto que en todo el país, familiares y amigos de los presos crearon redes de organizaciones de solidaridad, como los comités intercárceles, integrados, en su mayoría, por mujeres, para apoyar a los presos políticos, mientras que un grupo de abogados asumía la defensa de los encarcelados.

Durante el batallar de la izquierda venezolana, sobre todo del Partido Comunista y el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) contra el puntofijismo, embrión de los reaccionarios de hoy, nunca faltaron honestos profesionales de las leyes, que desde la retaguardia tenían como cuartel general un bufete en el edificio Magdalena, entre las esquinas de San Francisco y Sociedad, a pocos metros de los tribunales. Recordamos los nombres de Ada Ramos, José Francisco Bermúdez, Pedro Ortega Díaz, Alcides Hurtado, Alicia Medina, Roberto Hernández, Edecio López Mujica, Tulio Colmenares y Omar Agüero, entre otros.

Tarek, el defensor

Décadas más tarde, entre los ochenta y los noventa, el joven abogado Tarek William Saab se convirtió en una figura importante en la defensa de los detenidos políticos, durante la etapa más crítica vivida por la izquierda de la década de los ochenta, para entonces fragmentada como consecuencia, sobre todo, de la renuncia del Partido Comunista a la lucha armada, mediante su pronunciación a favor de lo que se llamó la paz democrática. En el ínterin, Douglas Bravo, para entonces comandante del Frente Guerrillero José Leonardo Chirino, que operó en la sierra de San Luis, estado Falcón, tomó las riendas del movimiento armado.

Situación similar ocurrió en el MIR, que se dividió en varios grupos: la Organización Revolucionaria (OR) y Bandera Roja (BR), los cuales posteriormente también dieron origen a otras fracciones, como consecuencia de ese escenario desmoralizador de algunos militantes que optaron por convertirse en delatores al servicio de los cuerpos policiales. De esta forma, cárceles y campos de concentración, como Cachipo, se llenaron de presos, muchos de los cuales murieron por la tortura, y otros fueron desaparecidos o lanzados desde helicópteros, como sucedió en El Bachiller, región montañosa del estado Miranda.

En esa difícil etapa de la lucha revolucionaria, cuando se produjo el mayor número de ajusticiamientos de guerrilleros, le tocó lidiar al joven abogado nacido en El Tigre, estado Anzoátegui, de donde partió hacia la Facultad de Derecho de la Universidad de los Andes (ULA), para finalizar su carrera en la Universidad Santa María. En la ULA, Tarek se hizo militante del Partido de la Revolución Venezolana (PRV), de Ruptura y de Tercer Camino, movimientos que estuvieron bajo la dirección de Douglas Bravo, Francisco Prada, Argelia Melet, Laura de Prada y Diego Salazar.

Durante mi tiempo como reportero, recuerdo al Tarek William que visitaba regularmente las oficinas de redacción de los diferentes diarios de Caracas y las corresponsalías de los medios del interior, sobre todo los fines de semana, cuando había más oportunidades de publicar, para llevar sus notas sobre denuncias acerca de los derechos de los detenidos políticos o de los desaparecidos.

Con frecuencia, llevaba sus boletines redactados por él mismo o tomaba una máquina de la redacción y elaboraba ahí mismo su cuartilla de 25 líneas.

Así, Tarek se constituyó en defensor de los derechos humanos de los presos políticos durante el puntofijismo. Después fue diputado a la Asamblea Nacional Constituyente y gobernador de Anzoátegui en dos ocasiones.

Nos comentó el colega e historiador Octavio Beaumont Rodríguez que cuando Tarek se casó por civil y por la iglesia, sus padrinos de boda fueron los jefes guerrilleros Douglas Bravo y el flaco Francisco Prada Barazarte.

Fiscal general de la nación, poeta, activista revolucionario, las vivencias de Tarek en la presente coyuntura política nos trasladan al protagonismo del llanero de Valle de la Pascua, Isaías Rodríguez, durante el golpe de Estado de 2002 contra Chávez.

Aquel 12 de abril, Isaías, también fiscal general, poeta y militante revolucionario, logró convocar a periodistas de esa prensa que estaba involucrada en la conspiración, para, supuestamente, anunciar la renuncia del Presidente. En realidad, Isaías les iba a dar un auténtico tubazo periodístico al declarar que Chávez no había renunciado. La noticia le dio la vuelta al mundo.

William Saab tiene una producción literaria de diez poemarios, entre los que se cuentan Los ríos de la ira Los niños del infortunio, además de un libro de ensayo, crítica literaria y entrevistas Hoguera de una adolescencia intemporal. También tiene dos tomos de sus discursos ante el Parlamento venezolano como constituyente, diputado de la Asamblea Nacional (AN), defensor del pueblo y fiscal general, titulados: Discursos al pie del hemiciclo.

Ángel Miguel Bastidas G.

Fuentes consultadas:

Beaumont, O. (2007). Por qué fue derrotada la lucha armada. Caracas: Ediciones UBV.

Rodríguez, I. (2005). Abril comienza en octubre. Caracas: Grabados Nacionales C. A.

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