Un comité bipartidista del Congreso que investigó el ataque del 6 de enero de 2021 contra el Capitolio de los EE. UU. concluyó que el expresidente Donald Trump fue el responsable final de la insurrección. | Foto: EFE
6 de septiembre de 2024
Una reciente investigación estadounidense revela la planificación por parte de grupos extremistas que culminó con la toma del Capitolio. Los hechos evidencian múltiples similitudes con los recientes disturbios en Venezuela, donde grupos opositores radicalizados fueron parte de una estrategia destinada a generar actos violentos tras las elecciones del 28 de julio que dieron como vencedor a Nicolás Maduro.
Un reciente informe de la agencia de noticias estadounidense Associated Press (AP) ha sacado a la luz la planificación detallada de grupos extremistas en Estados Unidos para incitar la violencia tras las elecciones presidenciales de 2020.
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Estos grupos, vinculados a movimientos de extrema derecha, se movilizaron para desafiar los resultados electorales y perpetuar el caos en las calles de Washington. Dinámica que comparte múltiples similitudes con los hechos ocurridos en Venezuela, donde tras los comicios presidenciales del 28 de julio de 2024, grupos radicales opositores, conocidos como «comanditos», desencadenaron una serie de actos violentos.
La violencia en Estados Unidos
Según la investigación de AP, grupos extremistas en Estados Unidos como los Proud Boys, organización que se define como ultranacionalista, neofascista, libertaria y, de extrema derecha; o los Oath Keepers, grupo paramilitar ultraderechista y antigubernamental, desempeñaron un rol crucial en la planificación del asalto al Capitolio el 6 de enero de 2021.
De hecho, el comité legislativo norteamericano que investiga el asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021 consideró que el mismo fue la «culminación» de un intento de golpe de Estado por parte del entonces presidente Donald Trump y llegó a decir que estuvo apoyado por los Proud Boys.
Estas organizaciones no solo movilizaron a sus seguidores en rechazo a los resultados que daban como ganador a Joe Biden, sino que alentaron el uso de la violencia como un medio legítimo para revertir la elección.
El expresidente de #EstadosUnidos
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En redes sociales, se evidenció la coordinación de estos grupos, quienes, semanas antes de la certificación del voto electoral, ya estaban organizando el asalto a una de las instituciones más emblemáticas de la democracia estadounidense.
Al igual que en Venezuela, la violencia se desencadenó luego de que los líderes políticos de estos grupos influyeran en sus bases a través de discursos que promovían la desconfianza en el sistema electoral.
Donald Trump, entonces presidente, fue una figura clave en la propagación de la narrativa de fraude electoral, lo que exacerbó el fervor entre sus seguidores y culminó en los trágicos eventos del 6 de enero.
Los “Comanditos” y la ola de violencia tras las elecciones del 28J
Por otro lado, en Venezuela, el contexto postelectoral tras las elecciones del 28 de julio de 2024 se ha caracterizado por una violencia orquestada, según las autoridades, por grupos opositores extremistas conocidos como «comanditos».
El fiscal general de Venezuela, Tarek William Saab, ha vinculado a estos grupos con la oposición liderada por María Corina Machado, quien desconoció los resultados que daban como ganador al presidente Nicolás Maduro y proclamó a Edmundo González Urrutia como vencedor.
La violencia en Venezuela estalló cuando estos grupos, encapuchados y armados, tomaron las calles de Caracas y otras ciudades del país, atacando instalaciones públicas, quemando afiches y enfrentándose a las fuerzas de seguridad.
Los «comanditos» fueron señalados como responsables de asesinatos brutales y de actos vandálicos que buscaban desestabilizar el orden público. La cifra oficial de víctimas incluye 25 muertos y 192 heridos, una tragedia que recuerda los niveles de violencia política que se han experimentado en otros países, incluido Estados Unidos.
Paralelismos y diferencias
Aunque los contextos políticos y sociales de Estados Unidos y Venezuela son diferentes, los paralelismos en los procesos de radicalización y violencia postelectoral son evidentes.
Tanto en Estados Unidos como en Venezuela, los líderes opositores jugaron un rol clave en movilizar a sus seguidores, instándolos a desconocer los resultados y a actuar mediante la fuerza para desestabilizar el orden democrático.
En Venezuela, María Corina Machado y otros líderes de la Plataforma de Unidad Democrática (PUD) impulsaron la narrativa del fraude, similar a la estrategia utilizada por Trump en Estados Unidos.
La desinformación también jugó un papel clave en ambos procesos. En Venezuela, las redes sociales se llenaron de videos falsos y declaraciones incendiarias que buscaban legitimar la violencia y desacreditar al gobierno de Nicolás Maduro. De forma similar, en Estados Unidos, las teorías de conspiración sobre un supuesto fraude electoral se viralizaron en plataformas como Twitter y Facebook, generando un clima de polarización extrema.
En ambos países, la rápida difusión de noticias falsas ayudó a escalar los disturbios. Los líderes de oposición en Venezuela, como María Corina Machado, y en Estados Unidos, como Donald Trump, utilizaron estas plataformas para inflamar la tensión política, generando incertidumbre entre sus seguidores.
Mientras que los medios internacionales y las redes contribuyeron a distorsionar los eventos, presentando los actos de violencia como supuestas luchas contra un régimen ilegítimo.
Sin embargo, las respuestas de los gobiernos han sido distintas. En Venezuela, el gobierno de Maduro ha tomado medidas rápidas para contener la violencia, arrestando a varios de los responsables, mientras que en Estados Unidos, el proceso de enjuiciamiento ha sido más prolongado, aunque con cientos de arrestos y acusaciones federales contra los participantes en el asalto al Capitolio.