Ypacarai


Por y con Demetrio Ortiz se ratifica que la canción ha sido una carta de salvaguardia también de la memoria geográfica.

Durante la década de los cincuenta y los sesenta del siglo XX la canción latinoamericana voló libre, y como dice la argentina Teresa Parodi, sin necesidad de identificación oficial o pasaporte para mimetizarse en el sentimiento de cada pueblo. Etapa hermosa, sin duda, a la que el comercio de la música y la Internet ahora están dejando sin especificaciones válidas.

Más de una vez hemos escrito acerca de la confusión que reina a la hora de establecer las jerarquías autorales de los temas del  cancionero nuestroamericano, porque una cosa es que la canción vuele libre y otra cosa es conocer (para agradecer y valorar) a quienes dejaron la huella de los pueblos plasmada con su propia musicalidad.

Por esa vía hemos sido injustos con Paraguay, como lo hemos sido con Haití. Injusticia nada casual cuando nos damos cuenta de que no fueron, musicalmente hablando países “favorecidos” por el poder mediático, el comercio, el imperio del entretenimiento, el gran show…

Las confusiones

Muchos latinoamericanos escucharon y hasta cantaron en la infancia y en la juventud aquello del indiecito guaraní que por extraño sortilegio en Chogüí se convirtió. Por lo menos los venezolanos contamos con esa historia en nuestras gargantas y corazones porque Néstor Zavarce la grabó con los hermanos Oropeza (todos venezolanos) finalizando la década de los cincuenta.

El tema de Germán Pitagua “el indio” había llegado directamente a las manos del venezolano, y es difícil en verdad pensar en un tema que haya sonado mas que ese en la radiodifusión de Venezuela. Y resulta que este  Germán Indio Pitagua, autor de un tema tan imprescindible en la musicalidad de Paraguay era argentino, y además de padres alemanes.

Su nombre original fue Edmundo Breer Taboada, (1913- 1987) un eterno enamorado de la música profunda y la cultura ancestral paraguaya. El Pájaro  Chogüí es una especie de azulejo, en la fauna caribeña. “Pitagua” en guaraní es algo así como extranjero y “Kuñatai” quiere decir jovencita.

También escuchamos mucho aquél “Pájaro Campana” que nos asombraba debido a la velocidad que se imprimía a las cuerdas del arpa, amén de la musicalidad  profunda del tema. Hoy sabemos que el paraguayo Félix Pérez Cardozo rescató con sus manos de privilegio esta expresión y no permitió que cayera en el olvido, en la desmemoria continental.

Pero vamos mas allá con tres imprescindibles temas con los que debemos hacer justicia geográfica y autoral. Los tres son “Esperanza mía”, “Recuerdo de Ypacarai” y “Mis noches sin ti” le pertenecen musicalmente a Demetrio Ortiz, del Paraguay.

“Esperanza mía” además cuenta con sus versos, en tanto que las otras dos cuentan con letras escritas por mujeres: “Recuerdo de Ypacarai” fue escrita por Zulema de Mirkin y “Mis noches sin ti” fue escrita por María Teresa Márquez, pero ambas escribieron plasmando las historias que Demetrio Ortiz les contó.

De “Recuerdo de Ypacarai” perdimos la cuenta de las versiones  aunque recordamos con afecto de infancia la del Indio Araucano (Oswaldo Gómez, chileno) y de “Mis noches sin ti” atesoramos la de Genaro Salinas (México) que de tan perfecta todo el mundo piensa que es de él.

Tres temas de Demetrio

Demetrio Ortiz nació el 22 de diciembre de 1916 en una tabaquería de Piribebuy, población al sur de Paraguay que toma su nombre de un río aledaño. Queda relativamente cerca de Ypacarai, y de Asunción, la capital del país. Paraguay, a falta de mar es un país bendito  y hermoso fluvialmente hablando. Demetrio no solo fue compositor; también fue dramaturgo y coreógrafo con una obra que en la actualidad su familia está dedicada a  estudiar para su divulgación.

Demetrio fue guitarrista y cantante y a los 20 años de edad, en 1936 ya estaba dando vueltas por su patria enarbolando arte. Luego de pertenecer a varias agrupaciones, fundamentalmente tríos, fundó uno, el Trío “Asunceno” con el que viajó a Brasil, país en el que estuvo tres años.

A su vuelta a la patria, con 30 años, le tocó el dolor de perder a su madre para quien compuso una de las mas hermosas joyas musicales de Latinoamérica: “Mis noches sin ti”.

Mis noches sin ti

La vida y la guerra lo llevarían luego a Argentina, donde su huella quedó registrada por su obra como gran divulgador de la cultura de su país, de sus danzas, musicalidad y costumbres. En Buenos Aires falleció el 18 de agosto de 1975. Había logrado culminar su autobiografía, “Una guitarra… un hombre”.

El tema “Esperanza mía”, letra y música de este paraguayo, fue dedicado a una joven que con el tiempo sería su  esposa, Elida Maidana.

Esperanza mía

Por su parte “Recuerdo de Ypacarai” (Lago bendito) es posiblemente el tema paraguayo que más se ha difundido en todo el planeta, contando con versiones de increíble afecto hacia el autor, como la de Caetano Veloso, Javier Solís, Oswaldo Gómez, el Indio Araucano, Monna Bell, Perla, de Paraguay, o Los Panchos. El recuerdo en este tema es verídico, así como el lago azul de Ypacarai, cercano a Asunción, y en peligro desde hace algunos años  por contaminación.

Recuerdo de Ypacarai

No fueron éstos los únicos temas surgidos de su senbilidad. Compuso un gran cantidad de obras, entre las que se destacan “Qué será de ti”, “Yo te quiero mucho”, “Mi canción viajera”, “Rohecha jeývo”, “Aurora y ocaso”, “Ahecha va’ekue”, “Recuerdos del Paraguay” y “Mitâkuña juky”, entre muchos otros.

Por y con Demetrio Ortiz se ratifica que la canción ha sido una carta de salvaguardia también de la memoria geográfica. Sin ella poco sabríamos hoy  de la existencia y ubicación del lago azul de Ypacarai así como supimos por la canción que Taboga era una bellísima playa de Panamá o que Santa Isabel de las Lajas estaba en Cuba, o que Canchunchú no fue un invento oriental de Luís Mariano Rivera, sino que estaba ahí, en su natal estado Sucre.

La música de Paraguay guarda tesoros de ancestralidad, con mucha poesía y belleza melódica. Será bueno ahondar en esa cultura enigmática y sorprendente de la que Demetrio Ortiz, y el arpa de Paraguay hacen parte.

 Autor: Lil Rodríguez

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