UN CLAVEL PARA ALÍ

Por David Nieves

Marzo del 2.021

 ….Y si una bala loca se enamora de mis sienes violentas, yo seguiré pensando con los huesos. Me voy a despeñar sobre los crueles que han hecho de la patria un agujero y si no asiste el pecho a la camisa y me matan de muerte sin lucero, esperadme, os lo pido caminando, que yo regresaré como los pueblos cantando y más cantando y más cantando.

VICTOR VALERA MORA

Bolívar fue un ser infinito como la arena, el universo y las estrellas, que no se pueden contar. Y Alí Primera también es infinito, no hay otro igual. Pasarán muchas lunas para que podamos disfrutar de la inteligencia, el talante poético, la personalidad y la poesía de otro como Alí Primera, ojalá alguna generación futura pueda presenciar un personaje de esa estatura.

No recuerdo cómo ni cuándo conocí a Alí. No sé cuándo le estreché la mano por primera vez. Estoy seguro que no fue antes que esos paraguaneros bañados de poesía, comenzaran a soñar con las estrellas y se apoderaran de su canto, eso sería mucho pedirle a la vida y a la suerte.

De un conuco en el mar, de la fuerte brisa, de la aridez paraguanera partió Alí. Atrás quedaba la caja de zapatos, iba bañado en el amor de mamá Pancha, la adoración de la familia, dejando recuerdos y buenos pensamientos. Llevaba en su canto la inspiración a favor de la justicia, con el romanticismo propio del viento peninsular, acompañado por la soledad de un cují huérfano lagrimeando sobre los cardonales, con ese olor indescriptible pero que algo dejaba entre tantas mujeres que llegaban a una UCV buscando la vida sin saber nada de ella, olfateando el combate y la refriega.

Primero que yo lo conocieron las monjas guardianas de la residencia femenina de la UCV, quienes nunca repararon la presencia de una canción dedicada más que a una persona en particular, a todas las mujeres alojadas en esa residencia y a las cuales Alí deleitaba con sus canciones; era la música de la calle, que sonaba y se escuchaba al aire libre, era un canto peregrino, el encanto y lo prohibido lleno de amor y combate, de idolatría, con suspiros y olor a melcocha; pero era también el sufrimiento, la melancolía y el sentimiento del pueblo.

Dentro de esa universidad fue dejando su huella como cantor, como escritor, como poeta como un combatiente por la vida; me atrevo a decir que Alí nació en un camino sagrado para entrar a un sueño.

Con su poesía a cuestas, Alí volvió a partir buscando otro hogar que fuera el hogar de todos y con un gran corazón llegó a Europa criminal y asesina donde la ciencia había arribado primero al puerto de la soldadesca del viejo mundo. Pero esos saberes a la vieja Europa no le durarían mucho porque entre los hombres que llegaron a ese continente, iba alguien dispuesto a aprender luchando, aprender enseñando, aprender convenciendo. Y regresó por convicción propia, aferrado a la creencia que un país llamado América lo necesitaba y necesitaba de su música y su torbellino. Llegaba a combatir una sociedad horripilante donde la bestialidad reflejada en suplicios y torturas, sustituían la defensa de los derechos humanos como una práctica usual.

Los venezolanos tenemos fama de alegres, somos jodedores nos reflejamos en Julius Fucik, “hemos vivido por la alegría, por la alegría hemos ido al combate y por la alegría morimos. Que la tristeza no sea unida nunca a nuestros nombres”. Nos gusta el canto, cantar es parte de nuestra expresión sentimental. Eso lo conoció Alí, lo sintió, y lo incluyó en una cacerina que andaba con el pa´riba y pa´bajo, su guitarra, convirtiéndola en su fusil. Un día le dijo a alguien “yo me quiero ir para la guerrilla” y ese alguien le dijo “tu destino es cantar,” y se dedicó a eso a cantar y cantar.

Comenzar como militante no le fue fácil, se inició en la aguerrida y resuelta Juventud Comunista de Venezuela, la misma que parió tantos héroes, algunos de ellos viven todavía, otros permanecen en la ignorancia y confusión desconociendo la historia, la misma que sirvió de abono o de puente para las futuras victorias.

La dirección del PCV de manera equivocada no sabía lo que tenía en sus manos, ninguno de nosotros lo sabía; pero el cantor que trinaba en sus filas, poco a poco se iría convirtiendo en un símbolo. Y su oficio era cantar y cantar. Hubo una subestimación de su intelecto, de su pensamiento y quisieron limitarlo a eso, a cantar. Llegó la paz democrática, llegó el UPA (Unión Para Avanzar), una táctica justa pero mal planteada, que los “cabeza calientes” de la época despreciamos. Con ella llego la división y Alí salió presuroso del partido hasta terminar estrellándose contra el neoliberalismo y los falsos razonamientos en que derivaron los planteamientos del MAS. Salió corriendo de la podredumbre y la maledicencia liderada por algunos que más tarde, después de su heroísmo, se convirtieron en unos hipócritas farsantes más que equivocados.

Alí se acercó a la Liga Socialista como un amigo. Las primeras discusiones fueron políticas, hablábamos de todo, de mecanismos de seguridad, del porvenir y el futuro de su mujer y sus hijos, incluimos la coyuntura y la lucha por otra sociedad, el socialismo, analizábamos el nivel de miseria, la pobreza y defensa de los derechos humanos del país. Alí demostraba algo que otros dirigentes nunca se dieron cuenta, que él además de cantar tenía una ideología, un pensamiento bolivariano, latinoamericano y caribeño, defensor de sus ancestros indígenas y también era marxista, sobrándole guáramo y cojones para expresarlo y defenderlo.

Manifestó su disposición acompañando la candidatura de José Vicente Rangel por todo el país. Cantos y festivales de solidaridad con la resistencia de Sur América, gritos y canciones con y para los nicaragüenses, poemas y gritos a su Sombrero Azul en homenaje a los salvadoreños y el canto eterno a su Cuba Revolucionaria y a la Palestina heroica. Todo su accionar en representación de su pasado humilde y campesino, saltando alambres de púa y brincando rolos de policía en estos 916 mil kilómetros cuadrados, incluyendo el Esequibo. Alí se convirtió en un baqueano de la revolución venezolana, en su punta de vanguardia, primero gateando, luego corriendo, pero nunca le doblegó su dignidad a nadie.

Hubo un día que supimos que no había salido electo diputado. Ese mismo día dijo: “nos volvieron a joder” y sentimos impotencia. Nosotros que decíamos “golpearíamos al enemigo con su propio palo” sentimos una frustración que convertimos después en fuerza, y aquí estamos y aquí nos mantenemos en el mismo campo de batalla, peleando, siempre peleando defendiendo a “sus techos de cartón.”

Las canciones de Alí se fueron convirtiendo en símbolo, en un runrún que te golpeaba las sienes y le gritaba fuerte muy fuerte a los héroes de Cantaura la oración aquella de Patria o Muerte Venceremos. Hasta que Alí murió. Sus compañeros siguen perseverando pero hace falta la opinión de Alí, igualmente su voz en Yumare y una frase que él siempre expresaba ante la tumba de Jorge Rodríguez cuando depositaba un clavel rojo y le decía “por la canción que nunca te compuse”.

Hoy todos nos preguntamos dónde estaría Alí si estuviese vivo, estaría esparcido en toda Latinoamérica porque su bolivarianismo daba para eso y mucho más ya que logró reunir a Cristo y Simón Bolívar con Camilo Torres y Monseñor Romero, al pueblo, la cruz y el evangelio y al rezo del “piloto cuando monta en el avión para ir a bombardear a los niños del Vietnam”.

No quiero terminar esto sin una última reflexión, que mucha gente no reconoce. Me refiero a Alí y sus canciones. Casi todos recordamos a Alí por los cantos épicos de barricada, de lucha contra el imperialismo; yo también lo recuerdo y me entusiasmo, pero lo más bonito que Alí escribió lo encontramos en sus canciones románticas, en Amor en tres tiempos, Blanquísima gaviota, La piel de mi niña huele a caramelo, Cuando llueve llora el sol, Mis dos pichones morenos, cito a estas cinco por citar pocas, pero nos encontramos a un Alí amoroso, defensor de la mujer no solo para cantarle en sus labios, apegado a la vida, cariñoso y las cualidades de ternura que siguen a un hombre como Alí Primera, que con su canto y la familia que nos legó, nos da para recordarlo por siempre. No sólo por el olor de su chaqueta. Alí Primera es un pensamiento que nos lleva a las estrellas que alcanzaba con sus brazos llenos de dulzura, de alivio, de esperanzas y revoluciones, buscando porvenires inconclusos. Nunca dejaremos de ser tus soldados. Te amamos hasta la Victoria Siempre Alí Primera.

David Nieves

Marzo del 2021