25 noviembre, 2024
Muchos solemos levantarnos muy de madrugada, para adelantar quehaceres y también para escuchar excelente música de tradición, que colocan en algunas emisoras. El pichache lo dejan las demás para la programación normal, como en una suerte de saboteo a la bellísima musicalidad nacional. Muchos coteños nos darán la razón.
No son todas las emisoras las excelentes, y Platinum, Radio Nacional de Venezuela, Milenium, y La Mejor, entre otras pocas son una delicia en las madrugadas de Guarenas. Colar el café cantando mientras escuchamos a Lilia Vera, al Carota, Ñema y Tajá, a Cheo Hurtado, a Hernán Marín, a 1,2,3 y Fuera (la excelencia) al imprescindible Alí Primera, al grupo Dulce y Salao, a la inolvidable bandola de Anselmo López, inclusive a los hermanos Gómez es realmente maravilloso.
Luego en el día la cosa se transforma en una andanada de mujeres “llaneras” que cantan que dejan al marido porque no es bueno en la cama, y a otro que que pide a la mujer que queme el rancho, agregando a los que se rasgan las vestiduras por Venezuela y están en Miami o borrachos por ahí sin aportar un grano de arena la país.
Conatel o Min Cultura también deberían intervenir en los mensajes que llegan a través de muchos temas “venezolanos”. No hablemos de salsa. “Mira negra, ponte a fregar. Si yo llego y mi papa no esta pau, pau, pau, te voy a dar.” en un etc. bochornoso. Y no se trata de ser pacatos. Se trata de probidad.
La madrugada de este jueves me vi radialmente sorprendida por el contagio sabroso de Francisco Cortesía, inolvidable Chico Mono para todo oriental. Esa emisora tenía el único disco que grabó este extraordinario mandolinista cumanés y que lo grabó en el CENDIS a los 72 años y ya en plena Revolución Bolivariana.
La alegría que genera lo genuinamente nuestro nunca resta: multiplica por montones. Ténganlo en cuenta
@lildelvalle