Jorge Rachid
Ante una situación compleja de confrontación política con el gobierno nacional, por los modelos de construcción social y productivo siendo el poder real hacia lo macro económico, mientras el movimiento nacional está enfocado en lo solidario e industrialista. La ausencia de una conducción política totalizadora de esas circunstancias, lleva a la dispersión de esfuerzos y la anomia de las acciones de lucha.
La centralidad política no debe confundirse con el centralismo institucional, que desconoce o posterga el necesario federalismo de una Argentina integrada. La referencia a la centralidad es sobre la necesidad de constituir una conducción estratégica que contenga esas complejidades, que siempre deben dar respuestas coyunturales, tácticas a los acontecimientos, pero con un imprescindible marco de objetivos a largo plazo.
El instrumento electoral, que es el partido, es una buena herramienta de realización de programas y permite convocar al conjunto, si el mismo no se avoca solamente a la construcción de escenarios electorales, en una democracia limitada que ha pasado de ser dominada por el Mercado, de acuerdo a lo diagramado por el Consenso de Washington, a ser cooptada por los factores de poder real, que han permitido la gestación de una autocracia dictatorial. La justicia, la economía, el estado en su conjunto, es dominado por las fuerzas del poder financiero al servicio de intereses ajenos a la Patria.
La centralidad referida a la política, como instrumento de construcción del modelo social y productivo solidario biocéntrico, que el Movimiento Nacional lleva adelante como eje de la Comunidad Organizada, deviene de esa filosofía que define el pensamiento nacional, desde el inicio de los tiempos, fortaleciendo la identidad y la memoria colectiva del pueblo argentino. Necesita en ese camino, completar el tablero del conjunto de organizaciones libres del movimiento nacional, sin exclusiones, pero definiendo al enemigo con claridad, evitando falsas expectativas en el pueblo, por prácticas colaborativas de lo supuestamente democrático y “políticamente correcto”.
Es que mientras se ofrecen resistencias sectoriales e institucionales contundentes, desde diferentes ámbitos de la comunidad política, la negociación legislativa con el enemigo, es funcional al mismo. Cuando el enemigo que se define como tal y amenaza con la desaparición política y fáctica del movimiento nacional, llevando a la entrega del patrimonio nacional y claudicación plena de la soberanía, no hay otro camino que la confrontación total.
Ni un juez debe nombrarse, ni un artículo debe aprobarse, ni una ley debe pasar, ya que el eje debe ser recuperar la conciencia colectiva del pueblo, bombardeado por la información falsa, manipulada, tergiversada y ocultada, sin que pueda observarse por parte del pueblo una lluvia de juicios políticos que no aparecen, a un presidente, que además de amenazar, avasalla la Constitución Nacional y los derechos sociales, llevando dolor, angustia e incertidumbre a los compatriotas.
Cuando una provincia como la de Buenos Aires, con un gobierno nacional y popular, electo y reconfirmado, como en otras, se encuentra siendo la contracara del gobierno nacional, demostrando como el Estado al servicio de los intereses del Pueblo que lo eligió, debe ser fortalecido por el conjunto de las fuerzas nacionales y populares.
Por ser la demostración palpable del camino a mostrar, como esperanza de reconstrucción de derechos, recuperación de la soberanía, despliegue diario de compromiso con el Pueblo, generando condiciones de dignidad de vida, siendo la muestra más acabada de resistencia al régimen.
Cuando cualquier sector popular es atacado por la autocracia naciente, es necesario asumir que el ataque es al conjunto del pueblo que acompaña las políticas nacionales y populares, que se expresan desde la defensa de los derechos conculcados a la soberanía nacional, con una mirada geopolítica, en un mundo en crisis terminal preguerra.
Esa situación bélica está dejando a la Argentina en la peor situación internacional desde hace un siglo, cuando los sectores oligárquicos colonizados, pretendían participar activamente en guerras de intereses ajenos. Primero Irigoyen y luego Perón fueron neutralistas y pacifistas, atacados y derrocados ambos por esas causas, entre otras excusas golpistas.
El gobierno actual nos coloca en una posición bélica que dejará argentinos muertos en otras latitudes lejanas y desconocidas, bajo la justificación de la alianza claudicante y subordinada con el dominio imperial unipolar. Un coloniaje que define un modelo de claudicación nacional.
Entonces centralidad y resistencia deben potenciarse en objetivos estratégicos comunes, ampliando la base de sustentación de la masa crítica de lucha, ante un enemigo que no tiene límites por ser sostenido por el poder de las armas de la lV Flota de EEUU y la OTAN en Malvinas, sus puntos de apoyo para la represión y control estratégico colonial.
El adversario es diferente al enemigo, ya que es otro compatriota, que desde una perspectiva nacional, tiene una mirada distinta, pero no pretende el exterminio del movimiento nacional, es otra fuerza nacional que se expresa en términos de Patria, pero desde otro lugar.
El enemigo es parte de intereses que arrasan la Argentina tal cual la conocemos. Es que quien gobierna, no es de las “derechas ni tiene ideología”, su única vocación es servir a los intereses imperiales de sus mandantes financieros, sin límites sociales provocando dolor o de soberanía, ya que está al servicio de una guerra, de intereses bajo excusa ideológica, al mundo Multipolar y se alinea automáticamente.
El enemigo tiene un plan estratégico de colonización de América Latina y el Gobierno argentino se ha convertido en un instrumento necesario a ese diseño. Por esa razón la Patria está en peligro, porque la fragmentación es la puerta de entrada al saqueo del patrimonio nacional y la necesidad de debilitar al país, con el fin de evitar la reconstrucción del UNASUR.
Centralidad y resistencia son posiciones diferentes de una misma política nacional y popular, que debe recuperar valores y virtudes, perdidas en la larga noche neoliberal y arrasadas ahora en esta etapa de claudicación. La necesaria formación de cuadros resignificando la historia e intentando comprender, escuchando cómo construyen el pensamiento las jóvenes generaciones, para que la transmisión de experiencias familiares, sociales y políticas, identitarias del ser nacional, constitutivas de la comunidad en categoría pueblo, debe hablar un mismo idioma de objetivos, sueños, esperanzas, utopías, valores de dirigentes que se parezcan al pueblo que conducen.
Esos desafíos abiertos y con un enemigo de la envergadura del actual, nos debe hacer más humildes, austeros, comprometidos, solidarios, sembradores de militancia que no espera cosecha, sino construye, más allá de su tiempo biológico hacia los tiempos históricos de los pueblos, único sujeto de la historia.
Jorge Rachid
CABA, 13 de diciembre de 2024
BIBLIOTECA
Paulo Freire: Pedagogía de la esperanza: un reencuentro con la pedagogía del oprimido Ed. Universidad Campiñas
Ana Zagari compiladora: Rodolfo Kush Esbozos filosóficos situados Ed. CICCUS
Emilce Cuda: Para leer a Francisco Ed. Manantial