Independientemente de nuestro origen, creencias, cultura, raza, posición ideológica… los pueblos del mundo compartimos un enemigo en común, que está metido en nuestros cotidianos de las más amplias formas, sea directamente o a través de algún lacayo que responda servilmente a los requerimientos norteamericanos. El que los pueblos tengamos a este enemigo en común, posibilita también que podamos combatirlo de forma conjunta, desde nuestras particulares y en razón a nuestra concepción de hacer las cosas. Por lo tanto el antiimperialismo es la lengua común y universal de los pueblos, que permite categóricamente hacerle frente unidamente al monstruo del norte.