El 15 de diciembre, dentro de escasos días, nuestro Máximo Texto cumplirá 25 años de existencia. Fue -y es todavía- una hechura innovadora, aún sin desarrollarse a plenitud. A diferencia de todas nuestras anteriores constituciones, fue refrendada y aprobada por el voto popular. Fue la primera en el mundo en establecer la revocación del mandato. La Constitución Bolivariana, como también se le conoce, es una constitución garantista, no punitiva ni sancionatoria, aspirando siempre construir en el horizonte estratégico un gran país.
Como toda hechura humana, es el producto de la configuración de clases, que, en 1999, al calor de un gran cambio político, logró colarse bajo un mismo paraguas, en medio de una hermosa tormenta revolucionaria, que yo cada día que pasa añoro más y echo de menos. Allí, los distintos sectores sociales de Venezuela dejaron estampados sus intereses.
Por eso, su régimen económico es compatible (o trata de compatibilizarse, como en toda lucha social, en que las partes se resisten) con los derechos laborales y de seguridad social de la población. Ella prohíbe la privatización de la seguridad social, de sus diversos sistemas de derechos (como salud y educación, entre muchos otros), así como de los resortes primarios y estratégicos de la economía. Asegura y protege al territorio de potencias extranjeras para su uso y usufructo militar, y lo declara como espacio de paz. A pesar de alcaldes, gobernadores y ministros ecocidas, blinda al ambiente y a sus miles de formas de vida. No ve suficiente al Estado de derecho tradicional, sino de lo designa también de justicia. Deja a un lado a la democracia representativa y determina como participativo a la democracia de su sistema político. En fin, sus muchos los valores y las defensas que blinda y promueve, como para hacer de ella una cátedra permanente en la educación primaria del país, en virtud de un semillero de futuros ciudadanos y futuras ciudadanas.
Yo, que soy un eterno inconforme, la considero una constitución liberal-burguesa de nuevo tipo.
Un gobierno de izquierda gobierna perfectamente con ella. Si la derecha, no fuese tan vendepatrias, que todo lo invisibiliza y lo desaplica en función de los intereses de clase de las élites más poderosas, también perfectamente puede gobernar con ella.
Lástima que dejé al licor, sino este 15 de diciembre, alzaría espumosas copas en su honor por su primer cuarto de siglo. Igual voy a brindar con jugo o agua.
Juan Ramón Guzmán
Acarigua, 4 de diciembre de 2024 –