Para no dejar morir la esperaza se creó la utopía

Carlos Angulo

2021 años 2500 millones de creyentes en el mundo, convencidos, todavía esperan la esperanza. Al mismo tiempo, en que esta parásita humanidad
se echó a morir sin dar la cara.

Una noción de vacío sustituye la rigurosidad de servir al poder económico diluido en pocas manos. Allí, en el plano dónde se rediseña materialmente la constitución del hálito, patina esquivando la revuelta de la sensibilidad.

En este sistema del dinero como dios, tal vez desbordados de éxitos llegaremos abriendo las cortinas como una celebración, siempre y cuando seamos ignorantes de la inversión en miseria humana a la que hemos sometido la vida.

En la transformación de un mundo económico para ser luciérnaga dentro de él, se necesita crear intermitencia para no dejarse atrapar. Aunque ese trajín diario buscará matarte en el desgaste, que otros llaman estrés en vez de decir, explotar de facto la vida.

No vamos a ninguna parte cuando sólo damos vuelta en la ganancia minando asumir vivir para el legado de una convicción. Por más oropel todo se acaba hasta la misma eternidad, por no decir nuestro limite infinito.

No necesitábamos nada cuando inauguramos está Madre Tierra, porque todo venía provisto hasta que dimos con la excedencia. Entonces a punto de extinguir el mundo estamos, debido a que cada vez quisimos tener más y la mayoría a tener menos. Por consecuencia dimos origen al hastío. Lo que no es más que la reiteración del miedo a dejar de hacer lo mismo.

En la acumulación creímos tenerlo todo, pero no teníamos un sueño.

Y de pronto sin darnos cuenta, la vida se nos volvió un cajero electrónico. Los días se tornaron una repetida actitud, donde se siente que el tiempo del dinero pasa rápido como los años sin sentimientos; y el mundo tan inmenso se nos volvió una pasarela que da a la condición de consumido. Ni danza ni un tris de locura, apenas celebramos los años que van muriendo en el rostro

La existencia pende de una gran pérdida de fuerza cuando suma excesos y desinterés, al tener como principio revivir desde la misma equivocación, cuando cada cierto tiempo sales del laberinto a reproducir lo mismo.

No se necesita sensibilidad para desvivir en el capitalismo, excepto tener inteligencia material para desarrollar un plan o dos. La seguridad de vivir te la vende el plan ya reproducido por todos al subir la escalera. La metodología es para que nadie pase por encima de ti, pero tú sí por encima de todos.

No se debe arriesgar un sueño invirtiendo más tiempo en aquello que lo mata. Y menos tiempo en lo que te simplifica con ética y estética la vida. Salirse de lo que te agobia es aportar a que se caiga lo que nos destruye como mundo.

Mientras más convencido estemos de la simplicidad que aspiramos para nuestra visión de mundo y comprendamos nuestro acuerdo interior, más sabremos tomar de la diversidad del camino lo necesario para tener lo justo dónde levantar el horizonte que somos. Y por lo tanto, mucho más reservas de cielo azul tendremos para despejar las dudas y poder continuar el legado de la evolución cuántica con los Otros.

De resto, es muy triste hacerse el bueno detrás del muerto cuando echa andar el cortejo. Ser solidario con la urna para el amigo en vez de haber invertido en la idea de todos para que no muriera ninguno malamente, no nos hace mejores en el diploma.

Si intentas salirte ya llevas media victoria luchando contigo.

Carlos Angulo. Del libro: Las Palabras no tienen descanso. Guatemala-Venezuela, 2018-2022