A 194 años de la SIEMBRA del padre Libertador Simón Bolívar, la Coordinadora Simón Bolívar (CSB) dice Presente.
Debido al profundo debilitamiento de la estructura política de la Gran Colombia, Simón Bolívar emprendió una serie de medidas contundentes para salvaguardar la integridad de esta. Declarándose él mismo como dictador el último día de febrero de 1828, consiguió las herramientas políticas para modificar la constitución de la confederación con el objetivo de apaciguar las diferentes revueltas generadas por la debilidad política en la que se encontraban muchas regiones de la recién creada República de Colombia.
Tales eventos reforzaron entre los oponentes al Libertador la convicción de que debía ser neutralizado a toda costa, teniendo incluso en numerosas oportunidades intentos de poner fin a su vida, como lo fue la conspiración en el Teatro de Variedades en Lima, Perú, el 28 de julio de 1826, o lo ocurrido el 25 de septiembre de 1828 en la llamada Nefanda Noche Septembrina, donde un grupo de hombres armados irrumpieron en el Palacio Presidencial de San Carlos en Santa Fe de Bogotá con el fin de asesinar al Libertador, logrando éste salvar su vida al ser alertado por Manuela Sáenz y escapar por una ventana pasando la noche bajo un puente en las cercanías. También tiene una especial relevancia la insurrección liderada por el general José María Córdova en 1829, quien luego de dos horas de batalla fue derrotado y al final abatido por el coronel Rupert Hand, en una operación realizada por cerca de ochocientos hombres de la Legión Británica en el Batallón Rifles, al mando del general colombiano nacido en Irlanda, Daniel Florencio O’Leary, por mandato del Consejo de Gobierno ante lo considerado por la ley colombiana un acto de altísima traición.
Con el paso de los acontecimientos se vio como muchos de los representantes políticos y militares de más alta jerarquía en las Guerras de Independencia del norte, de América del Sur fueron girando su espalda a los ideales iniciales, lo cual terminó en diversas confrontaciones y ejecuciones entre quienes antaño eran miembros de un mismo bando, como lo fue el asesinato del Gran Mariscal de Ayacucho, Antonio José de Sucre, en un complot llevado a cabo en las montañas de Berruecos al sureste de la confederación, a su vez el departamento de Venezuela negó la entrada de Simón Bolívar a sus tierras y rompió relaciones con el departamento de Cundinamarca, mientras el Libertador se encontrara en su territorio. Esto desembocó en la decisión de Simón Bolívar de renunciar a la presidencia el 27 de abril de 1830, exiliarse y dejar a la Gran Colombia en manos del gobierno de turno.
Emprendiendo un penoso viaje por el río Magdalena con el fin de llegar a Cartagena de Indias y de allí partir con rumbo al exilio en Europa, dan inicio los últimos episodios de la vida de Simón Bolívar.
La llegada de Simón Bolívar a Santa Marta obedece a un desvío no programado en su itinerario de viaje en el cual debió llegar a Cartagena de Indias, pero debido a un agravamiento de su estado de salud su séquito se vio obligado a realizar una pausa en Santa Marta para no empeorar el ya delicado estado del Libertador.
A su llegada en horas de la noche el general fue recibido de manera cordial por la población local, actitud que generó grata impresión en su séquito, dado que había rumores de que los lugareños tenían aversión al Libertador. Allí, luego de ser presentados por el general colombiano Mariano Montilla, el Libertador tuvo la oportunidad de conocer a quien sería su médico de cabecera, el cirujano de guerra colombiano nacido en Normandía, Francia, Alejandro Próspero Révérend. Luego de mantener una conversación en francés con el galeno, el Libertador le transmitió las buenas referencias que tenía de él, y que pese a ser bastante reticente a la medicina confiaba en que sería su nuevo médico, quien era trece años menor, el encargado de propiciar una pronta mejoría mediante el uso de todo el conocimiento y tratamientos médicos disponibles en la zona y la época.
En primera instancia el pronóstico médico realizado por el doctor no fue nada alentador, dado que tras interrogar al general sobre su padecimiento éste le puso al tanto sobre el poco cuidado y desinterés que había tenido respecto al tratamiento de su enfermedad, por lo que tras reunirse con el doctor Mac Night, cirujano del barco de guerra norteamericano Grampus, el cual escoltó al general en la última parte de su viaje por el río Magdalena, con el fin de obtener una segunda opinión médica, se llegó a un común acuerdo sobre qué tratamiento seguir respecto a la enfermedad diagnosticada al Libertador.
En un inicio el general fue hospedado en la Casa de Aduanas, antigua sede del consulado español ubicada en el centro de la ciudad, pero a instancias de su médico de cabecera y de un antiguo amigo, fiel a la causa independentista, el español nacido en Cádiz, Andalucía, Joaquín de Mier, el general necesitaba un traslado a un sitio más tranquilo, por lo que este último cedió su hacienda ubicada en San Pedro Alejandrino a las afueras de la ciudad, a la vez que puso a su disposición todas sus instalaciones y servidumbre.
La llegada a la Quinta de San Pedro Alejandrino se realizó el 6 de diciembre, en una berlina tirada a caballo en un viaje que tardó más de lo habitual ya que el estado de salud del General no permitía viajes con mucho movimiento.
Una vez instalado en la Quinta de San Pedro el Libertador se encontró plenamente en manos de su médico de cabecera, quien realizó un minucioso registro diario de la evolución de la salud de Bolívar en una serie de boletines médicos los cuales luego fueron publicados en su libro La última enfermedad, los últimos momentos y los funerales de Simón Bolívar, libertador de Colombia y del Perú, publicado en París en 1866, treinta y seis años después de los acontecimientos por petición personal de un pariente de Joaquín de Mier al ya octogenario galeno .
Los primeros días de estancia en la hacienda se vieron marcados por el optimismo que mostraba Bolívar respecto a su salud y futuros planes que llevaría a cabo, como lo era la obsesión con trasladarse a las cercanías de la Sierra Nevada de Santa Marta, para lo cual había dado instrucciones al general colombiano nacido en Navarra, España, José Sardá, de construir una cabaña en Masinga, Magdalena, o la organización de un viaje junto a su médico con el fin de explorar Francia, pero este optimismo se veía considerablemente disminuido en cuanto algún quebranto propio de su enfermedad hacía efecto en él.
Con el transcurso de los días y ante un pronóstico médico poco favorable, los miembros de su séquito instaron a Alejandro Próspero Révérend de informar al general de la gravedad de su estado de salud con el fin de que fuese preparando todos los asuntos legales de relevancia e instrucciones de cómo proceder en caso de su muerte, por lo que, luego de un fallido intento debido a que el Libertador entró en estado de cólera al momento de insinuarle la realización de estos procedimientos, y posteriormente terminar siendo convencido por su médico, el 10 de diciembre en horas de la noche, estando presentes los generales colombianos Mariano Montilla, José María Carreño y José Laurencio Silva, el dueño de la casa, varios amigos del Libertador y el notario Catalino Noguera, tuvo lugar uno de los hechos más simbólicos de estos acontecimientos: la redacción de su testamento y posteriormente de la última proclama dirigida a los Colombianos, donde Simón Bolívar da una visión personal del estado político de Colombia, de su tristeza, de sus medidas para apaciguar las rebeliones y de la esperanza que tiene en la continuidad de la confederación.
Colombianos: Habéis presenciado mis esfuerzos para plantear la libertad donde reinaba antes la tiranía. He trabajado con desinterés, abandonando mi fortuna y aun mi tranquilidad. Me separé del mando cuando me persuadí que desconfiabais de mi desprendimiento. Mis enemigos abusaron de vuestra credulidad y hollaron lo que me es más sagrado, mi reputación y mi amor a la libertad. He sido víctima de mis perseguidores, que me han conducido a las puertas del sepulcro. Yo los perdono.
Al desaparecer de en medio de vosotros, mi cariño me dice que debo hacer la manifestación de mis últimos deseos. No aspiro a otra gloria que a la consolidación de Colombia. Todos debéis trabajar por el bien inestimable de la Unión: los pueblos obedeciendo al actual gobierno para libertarse de la anarquía; los ministros del santuario dirigiendo sus oraciones al cielo; y los militares empleando su espada en defender las garantías sociales.
¡Colombianos! Mis últimos votos son por la felicidad de la patria. Si mi muerte contribuye para que cesen los partidos y se consolide la Unión, yo bajaré tranquilo al sepulcro.»
Simón Bolívar
La última semana del Libertador se caracterizó por un constante ir y venir entre un pronóstico relativamente favorable y el menos favorable, dónde se realizaban desde salidas al aire libre por la Quinta de San Pedro para permitirle respirar aire fresco e interactuar con la naturaleza, teniendo al paciente en total lucidez y con una buena capacidad de sus facultades, hasta noches eternas en las que los diferentes síntomas de lo que su médico consideraba un catarro pulmonar crónico, desencadenante de una tisis tuberculosa, no dejaban dormir al Libertador, lo cual sumado a la final reticencia del general para aceptar los diversos medicamentos y tratamientos propuestos por su médico, terminarían resquebrajando aún más su delicado estado de salud.
El 16 de diciembre se vio marcado por la máxima y más grave manifestación de los síntomas de la enfermedad padecida por el Libertador, los cuales empezaron a presentarse a finales de la mañana teniendo su momento más álgido en horas de la noche, estos eventos generaron una extrema preocupación en su médico, la cual expresa en los últimos dos boletines expedidos este día:
La descripción precisa del estado de salud del Libertador se ve ricamente detallada en los boletines médicos de Alejandro Próspero Révérend, los cuales aumentan en número desde la madrugada del 16 de diciembre y la luctuosa mañana del 17 de diciembre de 1830, en ellos refleja el progresivo debilitamiento del Libertador llegando a la conclusión de muerte inminente en próximas horas, a los 47 años de edad.
A las nueve de la mañana el doctor Alejandro Próspero Révérend fue cuestionado por el general Mariano Montilla sobre el estado de salud del Libertador, éste le informó del funesto pronóstico lo cual aumentó considerablemente la preocupación en el séquito de Simón Bolívar. Tras una breve ausencia del médico debido al cumplimiento de un favor pedido por el general Mariano Montilla de hacer una visita al obispo de Santa Marta, quien se encontraba enfermo, y siempre rodeado de la constante angustia de no poder regresar a tiempo y asistir al general si se presentaba su muerte, el regreso del médico se produjo antes del mediodía y tras realizar nuevamente la evaluación del progreso del general, quien ya no hablaba sino de manera confusa, sólo sirvió de confirmación al peor pronóstico.
Tras el paso de una mañana marcada por el constante desvanecimiento de los signos vitales y pasado el mediodía, el silencio del salón principal de la casa, el cual estaba ocupado por los edecanes, la cúpula militar del Ejército Patriota y los amigos más íntimos del Libertador, se vio interrumpido por las palabras de su médico Alejandro Próspero Révérend, quien los invitó a pasar a la habitación contigua si querían presenciar los últimos momentos del héroe venezolano. Rodeado de su séquito, y tras una larga pero calmada agonía, el General Simón Bolívar falleció a la una de la tarde con tres minutos y cincuenta y cinco segundos del viernes 17 de diciembre de 1830.
Honor y Gloria Eterna al padre Libertador Simón Bolívar ! ! !
Coordinadora Simón Bolívar
Rescatando la Memoria Histórica.
Arriba los que luchan ! ! !
La única lucha que se pierde es la que se abandona ! ! !
Solo la lucha nos hará libres ! ! !
Desde Venezuela 🇻🇪 Tierra de Libertadores a 532 años del inicio de la Resistencia Antiimperialista en América y a 214 años del inicio de nuestra Independencia.
Coordinadora Simón Bolívar
Caracas – Venezuela 🇻🇪.
Diciembre 2024.