OLMEDO ALFARO PANAMA -1912.
Para las n nuevas generaciones ecuatorianas.
En enero de 1912 se produjeron en nuestra patria hechos que es preciso dejar esclarecidos por las responsabilidades que ellos acarrean para todos aquellos que intervinieron en estos crímenes políticos cometidos con desdoro de la historia nacional.
Uno de ellos fue el asesinato de mi respetado padre, don Eloy Alfaro Delgado. Nos encontrábamos en Panamá, transcurridos los sucesos del 11 de agosto de 1911, fecha en que una revolución le resto la dirección de los destinos del país como presidente Constitucional de la República.
Su edad avanzada, pero más que todo su grave estado de salud, desde meses atrás le impedían tomar parte en la política activa y mucho menos la asunción de nuevo del poder.
Vino entonces el levantamiento del General Pedro J Montero, contra la candidatura del general Leónidas Plaza Gutiérrez, a raíz de la muerte del Sr., Emilio Estrada.
Mi padre llamado por Montero, regreso a Guayaquil, con el propósito de intervenir amistosamente en la divergencia política.
No pudiendo acompañarlo yo, por las diferencias políticas de los grupos que acompañaban al general Montero, partió Alfaro a guayaquil asistido por otro pariente cercano, Don Manuel J Diez. Su vida física estaba pues al terminar cuando sus enemigos lo asesinaron en forma feroz…parece ser que el destino quiso glorificarlo con el Martirio. Un crimen de periodistas, me advirtió un compatriota en Hamburgo en 1936.
Salvado de la masacre general, me tocó la dolorosa misión de relatarla, imparcialmente, o mejor dicho serenamente, sin increpaciones, ni ataques violentos para nadie.
Escribí lo que me constaba en los días que había vivido. Tenía entonces 34 años, servía en el gobierno de mi padre en forma especial en el Departamento Militar, ayudando a sus colaboradores en la formación de un ejercito moderno, que hoy miramos con orgullo por sus hechos cumplidos en pro de la cultura institucional.
Con esto quiero anotar que mi relación venía sostenida con un conocimiento profundo de las causas que la sustentaron, pues durante los últimos años de su vida estuve muy cerca de mi padre.
No por esto quiero establecer que lo escrito por mí, hubiese sido su testimonio histórico sobre el crimen, pero si conviene que el lector conozca sus conceptos sobre el momento político y el estado de ánimo para conmigo hasta en sus últimos días.
Tomo de esta misma obra una de sus últimas comunicaciones, escrita solo 17 días antes de su muerte, y que contiene ligeras impresiones suyas sobre las cosas en gestación.