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Por: Alberto Salazar |
Comúnmente la tecnología digital está al alcance de mucha gente y puede ser relativamente bien usada por la mayoría, pero comprender correctamente sus detalles es otra cosa. Aquí se invierte la situación y enormes cantidades de ciudadanos, tienen severos problemas para leer un informe final, que incluya aspectos técnicos y reconocer si el mismo contiene errores que puedan anular sus suposiciones o al menos una parcialidad de ellos. Este es el caso del Reporte Final del Centro Carter de Julio de 2024, denominado «Observation of the 2024 Presidential Election in Venezuela» y que tanta relevancia ha recibido en los últimos días. El escrito se ha referido ampliamente, para respaldar la creencia de que el para entonces candidato Edmundo González Urrutia, ganó la presidencia en esa justa electoral.
La verdad es que el informe contiene una enorme debilidad técnica, que contrario a lo que indica, muestra que el Centro Carter no podía determinar la validez de las actas de la oposición política venezolana que respaldó a González Urrutia. Menos aún, estaba en capacidad de respaldar su afirmación de autenticidad de estas, ya que carecía de un evidencia sólida para ello. Seguidamente vamos a tratar de simplificar lo que un lector agudo y conocedor del tema, podría observar rápidamente tras una lectura atenta; aspectos que conducen a dudar de la calificación atribuida a las actas opositoras y por silogismo, del resultado numérico de votos que el informe le asocia a González Urrutia. Para facilitar el entendimiento vamos a traducir secciones del reporte final, originalmente en inglés, pero si el lector tiene dudas lo invitamos a consultar y verificar por sí mismo, el contenido exacto de las palabras escritas.
En la página 27 del documento, describiendo la tecnología usada en la elección, el informe explica cuándo y cómo, después de cerrar la urna electoral -la máquina electrónica de votación- se emite un acta en papel, a partir de un archivo en digital contenido en el equipo que recién sumarizó los votos por candidatos y está almacenado dentro del hardware de la máquina. Ese archivo digital es crítico ya que será además transmitido a los dos Centros Nacionales de Conteo (CNTs1), para efectos de contabilizar los totales de votos nacionales. Esto se puede comprender leyendo las páginas 26 y 27; esta última incluye el siguiente texto que abajo copiamos:
«Cuando se cierran las urnas, el operador de la máquina completa el proceso de votación y «cierra» la máquina. Los trabajadores electorales y los representantes de los partidos, agregan sus firmas escribiendo con sus dedos en la pantalla táctil de la máquina de votación. Posteriormente, la máquina imprime un comprobante de resultados en papel –el «acta»– y las firmas se imprimen en el mismo comprobante de resultados a partir de sus imágenes capturadas digitalmente.«
Ahora bien, resaltamos que la idea central aquí es la siguiente, la máquina que durante todo el día ha registrado y acumulado los votos, uno detrás de otro y en modo digital, sumariza estos y ordena los votos por renglones, emparejando candidatos y sus respectivos votos que allí se obtuvieron. Luego, procede a guardar en un recipiente digital esa totalización local, en una estructura interna que será vista por los humanos como un «acta» pero que para la tecnología electoral, se trata como un archivo digital. Eso es necesario comprenderlo bien, ya que ese archivo digital se protege también y transmite a los CNTs. Es un elemento clave del conteo y el informe lo describe también.
De forma que la esencia es que ese archivo digital es interno y como parte del proceso electoral de cierre, tal y como el informe final del Centro Carter refleja en su contenido, se emite una proyección en papel para los miembros y testigos de mesa2. Esa operación es crítica, debido a que esa representación será en papel y conlleva varios elementos de seguridad, que tuvieron su origen en el archivo digital interno. Si usted no comprende u olvida eso le podrán meter gato por liebre.
Esto significa que la máquina emite físicamente, una representación en papel del archivo digital interno y al cual, le agrega las firmas gráficas de los miembros autorizados que están ejecutando el cierre. Le añade también, registro de la fecha y hora, un código QR que contribuye a facilitar el conteo rápido y el producto de una función matemática, que genera una cadena de caracteres única. Esto es otro elemento crítico y requiere ser resaltado. Esa función recibe el nombre técnico de «hash» y trabaja con el archivo digital interno de la máquina, que será resguardado y transmitido. El informe del Centro Carter así lo indica en la nota número 69 al pié de la página 28, cuando explica esa función hash:
«Número generado mediante un procedimiento matemático que identifica claramente una versión específica de un documento digital. Si se realizan cambios, aunque sean pequeños, en el documento, el hash cambiará por completo, lo que indica que se produjo un cambio. El hash del comprobante se genera a partir del contenido del registro de votación electrónico correspondiente, que está almacenado en la máquina.«
Observe entonces que ese texto liga al resultado de la función hash con un elemento digital, un registro electrónico específico no con un papel. También es fundamental comprender que esa asociación no es con cualquier archivo digital, es únicamente con uno. Las propiedades matemáticas de la función hash son tan peculiares, que solamente una secuencia específica de bits puede producir ese resultado. En otras palabras, de todas las maneras posibles de ordenar series de bits, de todos los tamaños, únicamente existe un resultado propio para cada posibilidad.
Para que tenga una idea aproximada de qué importancia tiene esto, le podemos escribir que suponga un escenario donde usted escoge de todos los objetos de este planeta, una cantidad arbitraria de ellos y los ordena según su propio deseo. Podrían ser diez o un millón cuatrocientos treinta y dos elementos o cualquier otra cantidad, que a usted le parezca bien, lo que a usted le venga en gana; entonces, posteriormente los ordena de una manera específica y también a su propia voluntad. Un ejemplo sería seleccionar un cuchillo de primero, una camisa luego, un compresor después, un salero a continuación, una mata de lechoza después y así sucesivamente, para seguidamente introducir esa misma secuencia de objetos en la función hash, que arrojará como salida una única cadena de caracteres de tamaño fijo en formato hexadecimal. Ello significa que si desea replicar el mismo resultado, deberá escoger los mismos objetos, la misma cantidad y presentarlos en el mismo orden. Si falla en lo más ligero, no obtendrá la misma salida de la función hash.
De forma que usted puede deducir lógicamente, que existe una relación única entre su secuencia arbitraria de objetos y el resultado matemático. Si se cambia un objeto por otro, sea este de nuestro planeta o del espacio exterior, si se altera una posición del orden o se olvida algún objeto, entonces nunca se obtendrá la misma cadena alfanumérica con la función hash. Esto no es tan complicado de suponer y hasta puede parecer un juego divertido o algo mágico. Lo crucial aquí es que usted consiga los mismos objetos, la misma cantidad y el mismo orden.
En la máquina de votación los objetos son dígitos binarios, la cantidad es el tamaño de la agrupación de bits que se le suministran a la función, cosa que proviene del archivo digital interno que sumariza los votos almacenados y el orden, es la secuencia exacta en que se le introducen a la función. Lo peculiar y sorprendente del informe del Centro Carter, es que comprueba y llega a conclusiones sobre la autenticidad de las actas opositoras, sin disponer de los objetos que se requieren. Para colmo, no usa la función hash y se apoya en una verificación ocular. Esto es inaceptable técnicamente. Suponemos que no es un supino error, es que no estaba en capacidad de validar las actas presentadas por la oposición, ya que no dispone del archivo digital que la máquina generó, protegió y transmitió a Caracas. Tuvo que recurrir a una sustitución con la esperanza de que los que no reconocen la debilidad, le acepten su conclusión. Esto es fundamental en su trabajo y el centro lo deja colar en las páginas 35 y 36, al relatar:
«La oposición afirmó que había obtenido más del 80% de las actas de resultados a través de agentes del partido y ciudadanos que trabajaban en los centros de votación. Estas actas de resultados fueron escaneadas y publicadas en línea para su examen público.«
Algo que en la página 36 se declara más claramente, cuando se expresa que un nuevo archivo digital surge del proceso de escaneo de las actas y se emplea el verbo «mostrar»:
«Las imágenes de las actas de resultados publicadas en el sitio web de la oposición mostraban las mismas características de seguridad. También mostraron la heterogeneidad en términos de metadatos y la calidad fotográfica que se esperaría esa noche de las elecciones, a partir de un esfuerzo masivo de recolección distribuida entre decenas de miles de agentes y voluntarios, cada uno tomando fotos con sus teléfonos celulares personales. La operación masiva de falsificación alegada por el gobierno venezolano es inverosímil.«
Ignorando la conclusión basada en comprobaciones fundamentadas en apariencias, hay que hacer notar que el texto reconoce que se trabajó con imágenes, que fueron registradas a través de archivos digitales, pero no son el mismo archivo digital interno de las máquinas de votación. Se suplantó el corazón del conteo de cada máquina y allí radica la monumental debilidad de la validez. El Centro Carter trabajó con nuevos datos, que en nuestro escenario hipotético, indicarían que son objetos de otro planeta o universo. Nunca podían llegar a coincidir con la selección original de los objetos que usted escogió. Todo esto es tan importante que resulta necesario insistir en su meollo.
Cuando usted toma una foto con su teléfono celular y/o móvil, la imagen capturada se almacena como un archivo digital, eso lo sabe la mayoría de la gente. Esto ocurre porque la imagen se convierte en una secuencia de bits que se guarda en un formato de archivo con estructura de imagen y obviamente incluye metadatos. Ahora bien, si un segundo después, usted repite la misma foto, el equipo volverá a producir otra secuencia de bits con nuevos metadatos. Luego, se comprende que los metadatos variarán ya que al menos en sus respectivos nombres, los archivos serán distintos, pero surge la pregunta clave, ¿pueden ambas secuencias de bits ser idénticas?.
La menor variación de la imagen capturada, algo tan imperceptible como puede ser una pequeña variación de intensidad de la luz, el minúsculo movimiento de una nube, una variación de posición producida por la respiración de quien toma la foto o algo aún aparentemente menos notable, podría ser visto por la cámara más no por un ojo humano. Luego, dependiendo de la resolución o la calidad de la imagen, se producirá una secuencia muy parecida pero no la misma. Basta con que un solo bit cambie su valor, para que la secuencia sea diferente.
Para un caso de un archivo digital con ochenta millones y medio de bits, algo aproximado a una foto de millón y medio de bytes, basta con 1.18 x10 -7 de posibilidad de variación por bit para que la secuencia sea distinta. Algo que el ojo humano no podría diferenciar en la imagen más el dispositivo si. Se infiere que a mayor resolución de la cámara, la probabilidad de engañar al ojo humano aumenta. Esto conduce a pensar que el ojo humano no es fiable para declarar autenticidad de archivos electrónicos y por eso es que se emplea la función matemática hash; para comparar y declarar la igualdad o diferencia exacta de los archivos digitales. La función hash si puede detectar que un sólo bit cambió en lo interno de cualquier archivo digital, sea esto una imagen o una base de datos de cinco petabytes de longitud.
Por lo tanto, creer que porque usted fotografió un acta en papel impreso que se le entregó como testigo o representante electoral y que la imagen almacenada en su teléfono o cámara personal, tiene igual correspondencia del valor hash con el que se derivó del archivo digital interno de una máquina de votación, es un error mayúsculo. Esto se puede comprobar fácilmente, ya que basta con aplicarle la misma función hash, al nuevo archivo digital que usted produjo con su celular, para ver en modo práctico y real, que lo que muestra la imagen del hash recogida gráficamente y el valor digital que produce la aplicación de función matemática, sobre la imagen capturada por el dispositivo, son cadenas distintas. En consecuencia, sin el elemento faltante en el procedimiento de verificación de la fidelidad en contenido de la representación, únicamente se puede concluir que los archivos no son iguales. No se puede declarar la autenticidad del objeto examinado.
A modo de simplificarlo, confundirse sería como creer que una foto que se le tomó a usted el 28J es igual a usted. Ello sería un disparate, ya que la foto por más fiel que refleje su imagen es una foto y usted es usted. Pero profundicemos más, sin usted presente para comparar la imagen capturada no se puede decir si la cicatriz en su frente es auténtica o se alteró con algún programa informático de retoque fotográfico. Por lo tanto, el archivo digital sumarizado que produjeron las máquinas de votación el 28 de Julio, jamás será igual a ningún registro fotográfico que del mismo se haga, ya que el proceso de su generación es de naturaleza diferente. Lo que a menudo la gente desconoce es que los controles de seguridad del acta impresa, no son para declarar la autenticidad de ellas por sí solos, requieren ser contrastados contra esos archivos digitales e internos de las máquinas. Y copia de esos objetos los recibió el CNE en las transmisiones, mientras que las fuentes las resguardó el Plan República al preservar temporalmente los equipos. Las actas impresas en papel tienen otro propósito en ese sistema y se ajusta a un modelo de tercero de confianza en la contienda electoral. Algo presente además en la ley y en el diseño de nuestro sistema de votación electrónico.
Creemos que el Centro Carter si comprende la debilidad de su informe y esto parece reflejarse al final de la página 34, donde expresan:
«Independientemente de este supuesto ataque, si el CNE hubiera querido proporcionar los resultados electorales desagregados lo antes posible, incluso con un sitio web que no funcionaba, tenía medios alternativos a su disposición. Por ejemplo, podría haber entregado los resultados electrónicos a los partidos políticos en un DVD o una memoria USB. Sin embargo, no se hizo tal intento.«
Allí se observa que indican la necesidad de que el CNE diera copia de los resultados electrónicos; es decir, la fuente de los archivos digitales internos, que sí podrían usarse para contrastar la validez de cualquier registro fotográfico de alguna supuesta acta. Presumir lo correcto de cualquier registro de fotos, vídeos o papeles impresos, que se muestren como actas sin esa comparación, es meramente una especulación. No tiene trasfondo técnico sólido que pueda respaldarlo ante expertos y peritos. Todo lo demás, que se divulgue es parecido a un ilusionista en un escenario, que trata de conducir a su audiencia para que observe lo que desea y finalmente, engañarles con un truco mágico.
Y no es que estemos adelantando conclusiones, es que el mismo informe del centro, en su página 36 contiene lo siguiente:
«El Centro Carter realizó un análisis independiente de los datos de los resultados de las mesas de votación, que fueron publicados por la oposición para verificar la integridad de los resultados agregados oficiales anunciados por el CNE (ver Anexo 2). Para evaluar la fidelidad y precisión de la transcripción de los datos de los resultados de las mesas de votación, el Centro seleccionó aleatoriamente una muestra de 100 mesas de votación y no encontró discrepancias entre los datos de los resultados transcritos y las fotografías de las actas de resultados. Para determinar dónde y cuántos votos no se contabilizaron debido a la falta de actas, el Centro cruzó los datos de los resultados publicados en el sitio web resultadosconvzla.com, contra el padrón electoral del CNE –que incluye el número de electores registrados por mesa– que antes de las elecciones, fue proporcionado para los agentes de los partidos políticos y a los representantes de los grupos de observación.«
Se puede entender que el Centro Carter otorgó una extraordinaria credibilidad a los datos aportados por el sitio web «resultadosconvzla.com«, sin justificar semejante decisión. De tal magnitud es esa confianza, que a continuación decidió emplear esos datos como contraste para establecer la veracidad de las actas. Desde el punto de vista metodológico, esto es una falla estructural en el trabajo.
Más aún, en el extracto superior claramente se indica que la fidelidad y precisión de las actas opositores se determinó con la comparación de las actas entregadas y las fotografías que supuestamente se le asociaron. Es decir, se empleó un esquema visual de comparación. De forma pues, que no se usó la función hash y es que ello no era posible, puesto que no se disponía de los archivos digitales internos de los equipos del CNE. Así pues, el mecanismo estándar debió ser sustituido con la esperanza de que la falta de conocimiento técnico de la mayoría, la reputación del Centro Carter y la homogeneidad del relato en los medios masivos de información, provean la oportunidad para ganar credibilidad en la postura final sobre los resultados que el informe afirma.
La paradoja es que el mismo informe muestra que se trabajó con representaciones fotográficas, que de paso no pudieron ser autenticadas más allá de una suposición visual estética basada en percepciones humanas. Ergo, no hubo rigor científico en el esfuerzo que permitan cimentar el piso de la conclusión de resultados, que declara que Edmundo González Urrutia ganó la contienda electoral. Finalmente, lo mejor que el Centro Carter podría haber sentenciado es que la oposición expresó tener unas actas de votación, pero que no se podía dar fé de su autenticidad técnica. Casi que nos salta a la memoria una frase del poeta y filósofo estadounidense, Henry David Thoreau: «Las matemáticas no mienten, lo que hay son muchos matemáticos mentirosos.»
1 Iniciales en inglés.
2 Del archivo digital se deriva un acta impresa en papel que permite conocer físicamente lo que registró la máquina de votación.
albertosalazar2007@gmail.com