PROHIBIDO OLVIDAR

Aloso Acosta

Tío Elías Acosta, hermano de mi padre, fue capturado por la Guardia Nacional en Aguilares el 12 de febrero de 1980, cuando desayunaba en un comedor del mercado municipal.

Su cuerpo fue encontrado, el día 14 del mismo mes, atado de pies y manos, metido en un saco a la orilla del embalse del Cerrón Grande (Lago Suchitlán), cerca de El Coyolito, en el municipio de Tejutla en el departamento de Chalatenango.

La entonces presidenta de la Comisión de Derechos Humanos, Marianela Garcia Villas fue a reconocerlo.

Según testigos oculares, mi tío Elías presentaba señales de torturas; tan brutales que rayan con el sadismo y el salvajismo; es prácticamente imposible imaginarse tanto odio y desprecio hacia los pobres; que cual bestias embriagadas se ensañaron con mi tío.

Seguramente que no pudieron sacarle información que les interesaba, ni les entregó nombres y por eso descargaron toda su ira en él.

Pero los revolucionarios están convencidos de su lucha y prefieren morir, antes que entregarle información al enemigo de clase.

Mi tío estaba claro de eso, sabía que en una revolución se puede triunfar o morir en el intento, pero que muchos otros vienen detrás retomando las banderas de lucha, mientras existan las clases antagónicas e irreconciliables y la explotación del hombre por el hombre.

Mi tío fue enterrado el día 15 de febrero en el cementerio de Suchitoto, después de que su cuerpo fuera recogido por la funeraria Ibarra; y lo sellara en lámina, para que no se saliera el mal olor del cuerpo en descomposición, pero a pesar de todo siempre se sentía el olor infecto y nauseabundo.

Mi tío Elías, como ya lo he mencionado en ocasiones anteriores, era organizador de campesinos; líder de la Federación Cristiana de Campesinos Salvadoreños, (FECCAS), y fue también fundador del Partido Revolucionario de los Trabajadores Centroamericanos (PRTC).

El entierro de mi tío se convirtió en un mitin político en el cementerio, porque un muchacho llamado Santos, (quien también era de la dirección del PRTC de seudónimo Sebastián, y que después fue comandante de zona en la guerrilla de Guazapa, y cayó en una emboscada en Tenango), y una muchacha de nombre Margarita Villafranco, (también destacada compañera en el frente de Guazapa, de seudónimo Veronica), dieron un discurso, lanzaron vivas a mi tío y corearon consignas revolucionarias antes de enterrarlo.

Los militantes del PRTC, pusieron también unas mantas rojas afuera del cementerio; eso provocó que la Guardia Nacional se dirigiera al cementerio y antes de que llegaran a donde nosotros estábamos tuvimos que salir de allí apresurados.

Yo logré salir con mi hermano Osmaro y tomamos el bus que estaba justo en ese momento parado frente al cementerio, pero mi madre y mi tía Concepción, la esposa de mi tío Elías, ya no alcanzaron el bus y se tuvieron que ir para la casa de mi tío Antonio “Toño” Acosta Melgar, hermano de mi abuelo Rufino Acosta, quien vivía en la ciudad de Suchitoto.

Roberto Acosta, hijo de mi tío Toño Acosta, había llevado a tío Elías a la iglesia y al cementerio, entonces ella y mi tía le pidieron de favor, que les hiciera el viaje para los Almendros, el desvío para nuestra casa.

Con ellos se fue también un montón de gente de las faldas del volcán de Guazapa que tampoco alcanzaron el bus.

En la salida de Suchitoto, ya tenía la Guardia Nacional un retén y los detuvieron; los interrogaron sobre quien había puesto la manta y no los querían dejar pasar, pero ellos negaron por supuesto toda conexión con los actores del mitin.

Al fin los dejaron pasar, pero le pusieron multa a Roberto y le dejaron cita para que se presentara a la fiscalía por colaboración con gente subversiva.

Por poco y mueren más parientes en esa ocasión, pero algún milagro del Dios de los pobres, hizo que pudieran salir con vida, aunque muy aterrorizados.

A la familia de mi tío Toño Acosta Melgar, que vivía frente a la alcaldía municipal de Suchitoto, la mantenían vigilada, y mi tío tuvo que irse para San Salvador un poco después de eso.

Dos días después del entierro de mi tío Elías, el 17 de febrero de 1980, mataron a mi tío “Chente” Vicente Rivera en Aguilares.

A mi tío Chente lo mataron, porque entre otras cosas, ayudó para la vela y acompañó a don Chema López al entierro, cuando mataron a Alonso López.

Toda la zona se había convertido en un verdadero infierno, solamente en la zona de Aguilares, hubieron más de 50 muertos durante el mes de febrero.

Cabe destacar que Marianela Garcia Villas, fue también asesinada tres años más tarde por el Ejército salvadoreño, el 14 de marzo de 1983, junto a casi un centenar de campesinos, cerca del casco de la Hacienda de La Bermuda, en Suchitoto, cuando investigaba el uso de armas químicas (fósforo blanco y napalm), por el Ejército gubernamental en el volcán de Guazapa.

El Ejército utilizó fósforo blanco y napalm en marzo de 1981, cuando bombardeaba el cerro el Roblar, para sacar a las FPL que tenían ahí su campamento.

También cabe mencionar que según el Socorro Jurídico del Arzobispado de San Salvador, unas 600 personas habían perdido la vida debido a la situación política, durante el mes de enero y febrero de 1980.

Entre ellos el asesinato en su residencia del abogado Mario Zamora Rivas, Procurador General de la República, el 23 de febrero de 1980.