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La guerra es la continuación de la política por otros medios.
Carl von Clausewitz
Conseguir cien victorias en cien batallas no es el colmo de la habilidad. Rendir al enemigo sin combatir es el colmo de la habilidad.
Sun Tzu
14/02/2025.- En una nueva cita con la historia, como diría el general vietnamita Võ Nguyên Giáp, realizada en la quinta Castillete de El Paraíso, donde los sábados se dan cita veteranos militantes revolucionarios de ayer y de hoy, estuvo el profesor Sergio Rodríguez Gelfenstein. Se trata de un conocedor profundo de la cosa militar, no solo desde la cátedra discursiva, sino también desde la trinchera cubana y nicaragüense, donde transcurrió buena parte de su juventud.
De discurso alegre y a la vez profundo, Gelfenstein es una indiscutible autoridad en eso de la geopolítica y, sobre todo, de la otra cara de los conflictos armados, con ese estilo nada grato para los oyentes imperialistas, en especial, para los señores del Pentágono.
Castillete es una vieja quinta ubicada en El Paraíso, donde es imperativo asistir con libreta en mano para escuchar y escribir ante ponencias vitales para quienes aspiran a colocar aunque sea un ladrillito en la construcción de ese otro mundo posible. Una construcción que desde hace años abre senderos prometedores, a pesar del cañoneo de los imperios que buscan hacer suyo el globo terráqueo, para adueñarse del 99% de las riquezas naturales.
Nuestro importante exponente se presentó a Castillete con su marusa hasta el tope, cargada de esa historia que le niegan en escuelas y universidades a los estudiantes estadounidenses «porque no es necesario ver para atrás», según Barack Obama. En su visita a Hanói, la capital de Vietnam (2016), el entonces presidente del país norteamericano insistió en ver siempre hacia adelante. Un año antes, el secretario general del Partido Comunista de Vietnam, Nguyễn Phú Trọng, en una visita a la Casa Blanca, había afirmado «que no se puede cambiar el pasado, pero el futuro será nuestra responsabilidad».
Sin embargo, los gringos prefieren no ver ni oír nada del pasado de su país, porque su propia historia los condena, contrario a lo que pasó, por ejemplo, en la Gran Guerra Patria, donde el bravo pueblo soviético dio una ejemplar lección de patriotismo. Allí están, en toda Rusia y en los otros catorce países que hicieron fila en la URSS, honrando siempre a los 27 millones de soldados y civiles que entregaron sus vidas en el terreno de combate frente al invasor alemán que había logrado dominar todos los frentes, pero que al final no pudo detener el avance arrollador de las tropas soviéticas, que resueltamente se abrieron espacio desde el este. La llegada del invierno (a cuarenta grados bajo cero) se encargaba de hacer el resto, en el escenario de la mayor estampida histórica que se conozca hacia Europa sin haber logrado mancillar el suelo moscovita.
Destaca Sergio Rodríguez que todo había comenzado por la soberbia germana, tras el fin de la Primera Guerra Mundial (1918) y los lineamientos del Tratado de Versalles. Paralelamente a lo que ocurría en Europa, en Estados Unidos se había desatado, en 1929, una gran crisis financiera (la Gran Depresión), que se extendió por todo el globo terráqueo, incluyendo el viejo continente, África y América Latina.
Así se generó, en lo que se llamó la raza superior, en aquella cita con la guerra de 1918, el resentimiento y la humillación para Alemania, sobre todo por las sanciones a las que fue sometida, como quedar impedida de volver a tener un ejército y sin poder adquirir armamentos. Mientras, emergía y se popularizaba la figura de aquel sargento llamado Adolfo Hitler, quien se proyectó por su discurso encendido, mediante el cual ponía en la cúspide la figura germana como modelo de la raza superior. Además, aquel sargento planteó la necesidad de crear un nuevo orden, ahora bajo la hegemonía alemana, elevando la bandera contra el semitismo, el anticomunismo, la hegemonía alemana y un nuevo orden global.
Paralelamente al drama europeo, en Estados Unidos se desataba una gran crisis financiera (la Gran Depresión de 1929), que se extendió por todo el mundo, incluyendo el continente africano y América Latina. Por supuesto, ese infierno originó pobreza, inseguridad, miseria, caída de la renta nacional, del ingreso fiscal y de los beneficios empresariales. Los precios se elevaron, cayó el comercio a gran escala y disminuyó el empleo. Algo que se puede comparar con la gran crisis económica y financiera de 2008, de la cual no hemos salido.
Cuando se analizan esos dos aspectos: el Tratado de Versalles y la irrupción de Hitler, por un lado, y la crisis económica global, por el otro, se comprende sin duda el chispazo que encendió la pradera el 22 de junio de 1941, con la Segunda Guerra Mundial.
Se trata de otro trozo de la historia universal que Estados Unidos opta por borrar en escuelas y universidades, como le sucedió a Lady Bolton, en una escuela secundaria de Washington D. C., donde una profesora intentó convencerla de la «guerra de Vietnam contra Estados Unidos». Ya adulta, la duda motivó a Lady Bolton a enrolarse como sanitarista para atender a los soldados estadounidenses en el sur de Vietnam, donde se quedó para escribir muchos libros y narrar la historia que le negaron en una escuela de Washington, adonde no regresó jamás porque se hizo ciudadana vietnamita.
La mentira yanqui
Hollywood se encargó de narrar la Segunda Guerra Mundial a su estilo, hasta el punto de que, en más de una oportunidad, se ha escuchado en los aniversarios de aquella confrontación armada el agradecimiento de las autoridades militares estadounidenses a la Unión Soviética «por haberlos ayudado a lograr la liberación de Alemania».
Sostienen que la invasión a Normandía fue la clave para vencer a los alemanes, pero según el relato de Rodríguez Gelfenstein, esa operación constituyó un verdadero desastre, militarmente hablando. Fue la magia hollywoodense la que se encargó de armar la tramoya al estilo gringo.
El triunfo de la Unión Soviética tuvo como protagonista estelar la actuación de los habitantes de la mayoría de las quince repúblicas que conformaban la URSS, como el caso de la resistencia de Leningrado y Stalingrado y, militarmente hablando, la genialidad estratégica del general Iósif Stalin, al movilizar la reserva militar estratégica en el momento adecuado. Por otro lado, la llegada arrasadora del invierno ruso acabó con la presencia alemana, que no tuvo tiempo de prepararse contra ese poderoso enemigo, porque Hitler estaba convencido de que derrotaría a la URSS en seis meses.
Rodríguez Gelfenstein, quien es profesor en varias escuelas militares, exaltó la calidad de la formación de las tropas venezolanas, gracias a la visión estratégica, en principio del comandante Hugo Chávez, y luego con el actual presidente, Nicolás Maduro, quien ha dado muestra de haber asimilado en profundidad las enseñanzas heredadas del comandante Chávez.
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Ángel Miguel Bastidas G.
Fuentes de consulta:
Foro del escritor y profesor Sergio Rodríguez Gelfenstein, en la quinta Castillete. El Paraíso, Caracas (sin fecha).