Así paga el diablo

Luis Britto García

1 marzo, 2025

Coalición con el Maligno. Releamos el agudo texto de Theodor Caplow Teoría de las Coaliciones en las Tríadas. Sostiene que entre una potencia de Primera Categoría, otra de Segunda y otra de Tercera, la coalición más probable es la de la Primera con la Tercera, pues nadie quiere un aliado inmanejable. Así, hacia 1970, cuando Estados Unidos era Primera Potencia del mundo, buscó la alianza con la Tercera, China, contra la Segunda, la Unión Soviética. Contra ésta durante tres cuartos de siglo llovieron agresiones, bloqueos y guerras de desgaste en países aliados, como la de Afganistán, hasta que su disolución en 1991 redujo a la Federación Rusa a Tercera Potencia. La lógica de las coaliciones debía impulsar a Estados Unidos, –hoy en día Segunda Potencia- a unírsele contra la nueva Primera Potencia Mundial: China. Sin embargo, la estrategia de la Alianza Atlántica se redujo a sacrificar Europa en una nueva Guerra Fría contra Rusia, sin ver que así forzaba a esta última a una invencible coalición con China. Pero el Diablo no tiene aliados, sino intereses. El interés, y no el amor, dicta su reciente aproximación hacia la acosada Federación Rusa.

La irrelevancia de Europa. Sorprendida, adolorida y resentida queda la Unión Europea por su postergación y relegación en el aparente “acercamiento táctico” entre Trump, por decir Estados Unidos, y Putin, por decir la Federación Rusa, para normalizar la situación en Ucrania sin pedirle permiso a los europeos ni al expresidente Zelensky, cuyo período de mando por cierto ya caducó. Hasta 1945 Europa dominaba colonialmente más de la mitad de la superficie terrestre. Pero, ¿qué podía esperar hoy un continente que cedió progresivamente su soberanía al aceptar la ocupación militar por tropas de la Organización del Tratado del Atlántico Norte? La OTAN, instrumento de Estados Unidos para la Guerra Fría contra la Unión Soviética, comenzó abarcando 12 países en 1947 y se ha expandido progresivamente hasta ocupar militarmente 32. Pues bien: después de que la OTAN operara durante décadas como el principal colaborador de las agresiones estadounidenses en el mundo, y como proveedor de armamento y entrenamiento del régimen de Kiev ¡ahora Trump exige a los países sometidos por ella elevar la cuota de financiamiento de la fuerza militar que las ocupa! Al hacer pacto con el demonio, no basta con entregar la soberanía: hay que pagarle para que se haga cargo de ella.

Los huérfanos del Consenso de Washington. Todos los cipayos del Tercer Mundo –y la mayoría de los del Primero- acogían hasta hace días el Evangelio del Consenso de Washington: cero proteccionismo a empresas, industrias y recursos nacionales; apertura ilimitada e incondicional a los capitales foráneos, liberación de las importaciones eliminando prohibiciones e implantando aranceles bajos o inexistentes, desmantelamiento del Estado, entrega de recursos naturales a empresas extranjeras exoneradas de impuestos, entrega de la soberanía a tribunales o árbitros foráneos. Todo siguió sobre ruedas hasta que los padres de la criatura –Estados Unidos- probaron su propio veneno y gracias a él dejaron de ser Primera Potencia del mundo. A partir de allí, la potencia norteña amenazó con retirarse del Tratado de Libre Comercio con México y Canadá, e impuso prohibiciones y aranceles extravagantes a los productos de sus competidores. ¿Significa esto que el proteccionismo es malo cuando lo aplica el Tercer Mundo y bueno cuando lo aplica Estados Unidos? Vaya usted a saber. Los huérfanos del Consenso de Washington seguirán predicándonos la entrega incondicional al capital extranjero, las Zonas Económicas Especiales y otras vergüenzas del pasado. Si no se actualizan, los actualizará el Imperio.

El salario del Diablo. Mientras negocia públicamente la paz en su “acercamiento táctico” con la Federación Rusa, Estados Unidos regatea privadamente con Zelenski la prolongación de la guerra. Las condiciones no pueden ser más tentadoras: Scott Bessent, secretario del Tesoro de Estados Unidos, exige al gobierno ucraniano regalar el 50% de todos los beneficios sobre la extracción de todos los minerales de dicho país. No es un botín insignificante: supone 500.000 millones de dólares en uranio, petróleo, litio y tierras raras indispensables para competir con China y el mundo en informática, autos eléctricos y equipos militares (https://www.other-news.info/noticias/trump-fuerza-a-zelensky-a-hipotecar-la-explotacion-de-minerales-criticos-a-cambio-de-su-apoyo/). El apoyo militar así comprado serviría a Ucrania para sacrificar su población y su país a fin de que Estados Unidos goce esta presa formidable. Negocio redondo, de no ser porque la Federación Rusa domina actualmente el territorio donde se encuentra la mayoría de los yacimientos. El Diablo cobra siempre más de lo que paga.

Las ayudas de la USAID. El 3 de noviembre de 1961 era creada la United States Agency por International Developement (USAID) para abrir un nuevo frente de injerencismo paralelo al militar: la potencia norteña intervendría en otros países sobornando líderes, partidos, fundaciones, instituciones financieras, medios, funcionarios y cualquier tipo de personas naturales y jurídicas. Así se financiaba con argumentos contantes y sonantes un ejército de mercenarios civiles para influir o intervenir en las políticas de otros países. Sólo en Venezuela, los fondos entregados a la oposición y distraídos por ésta superarían los 1.000 millones de dólares (https://argentina.indymedia.org/2025/02/04/cientos-de-millones-de-dolares-de-la-usaid-robados-por-la-oposicion-venezolana/). Durante 64 años sorbió tan espléndidos dones una maraña de personalidades y organizaciones más o menos fake, hasta que el gobierno del Norte la clausuró este febrero alegando que las ayudas de la USAID eran utilizadas por los beneficiarios para ayudarse más a sí mismos que a Estados Unidos. Pero ¿por qué habrían de respetar los intereses estadounidenses quienes cobraban por traicionar los de sus propios países? Ahora resulta que los pensionados de la USAID al parecer le hicieron más daño al Imperio que a sus respectivas patrias. Ladrón que roba a ladrón… y mucho más si el robado es el mismísimo demonio.