
Jorge Rachid
Dejar de plantear la historia real de la Patria, dejando en manos del enemigo anglosajón su relato, instalando una cultura dominante falsa, es la repetición histórica del vencedor de Caseros del siglo XlX, Mitre, que entregó una memoria construida y su despliegue manipulado en el tiempo, a la sumisión al imperio.
Así nuestros héroes patriotas de ayer, que lucharon junto al pueblo por la liberación, por ese relato sesgado y mentiroso, pasaron a ser conspicuos dictadores, caudillos salvajes, corruptos, populistas, ególatras y asesinos en una construcción del pensamiento, que generó a través de generaciones, un debilitamiento de la identidad nacional en la conciencia colectiva del Pueblo.
Como los órganos del cuerpo que no se mueven u objetos que no se usan, el pensamiento crítico se va diluyendo, deteriorando, anquilosándose y con ello la posibilidad cierta de la población de informarse con la objetividad necesaria para totalizar la realidad, absorbiendo sólo el mensaje del enemigo colonizador.
Fueron sucesivamente denigrados en la Historia los caudillos federales, desde Artigas a Juana Azurduy que hoy aparecen en ese relato colonizado, como “extranjeros” en la memoria. Hasta Belgrano y San Martín fueron estigmatizados por una élite porteña pro-inglesa, desde los inicios mismos de la Patria. Luego Rozas caracterizado como primer “dictador” e Irigoyen primer “personalista”, llegando a Perón como “segunda tiranía”, terminando en la supuesta “corrupción” de Néstor y Cristina.
No es casual el relato histórico, es causalidad necesaria de cada ciclo instrumentado por el enemigo que lo lleva al poder. Por la fuerza en el caso de las dictaduras cívico militares, proscripciones en las seudo-democracias y en democracias limitadas como la actual, por instrumentos de control, con límites claros a la soberanía, como el Consenso de Washington, amputando independencia económica, encerrando al país en una dinámica absolutista de Mercado sin pueblo.
La instalación del mito, en el marco binario amigo enemigo como ideología, es una manipulación de información y del análisis social y político, lo cual ha teñido a través de los medios hegemónicos y redes y viabilizando incluso comportamientos populares en contra de sus propios intereses personales y sociales, por la generación y siembra del odio permanente, en pos de la ilusión de un futuro derrame del esfuerzo sacrificial del hoy.
Hay también un repliegue y abandono de la acción político estratégica del campo nacional y popular, como asimismo un bajo conocimiento con debilitamiento de los fundamentos doctrinarios ideológicos de peronismo filosófico, que sintetiza la lucha de los pueblos americanos desde la colonización del siglo XV, por su liberación nacional de Patria Grande.
El enemigo colonial ha logrado vencer en la batalla cultural y cuando esa historia flaqueó para el enemigo, el campo nacional, aun desde el Gobierno, no se animó, no pudo o no quiso, avanzar sobre las estructuras de la dependencia, como la Constitución Nacional liberal de 1994, que fueron fijadas como piedras en las instituciones colonizadas de la República, fragmentando la misma.
La decisión de avanzar es siempre compleja, pero no siempre depende de la relación de fuerzas, sino de la posibilidad de instalar en la conciencia histórica del pueblo, una idea esperanzada de emancipación, que cambie el eje del “sacrificio” por preservar la macro economía como sucede hoy, al apuntalamiento de la reconstrucción de la dignidad y calidad de vida del Pueblo.
La destrucción del Estado es esencial para el enemigo, que necesita avanzar con sus “fuerzas del cielo”, es decir aquellos intereses estratégicos, que además de proceder la saqueo del patrimonio nacional, van fijando el rumbo de la fragmentación geográfica y política del país, con el fin de lograr una Argentina debilitada, sin capacidad de reacción, con luchas transversales, que borran del mapa al enemigo principal, estimulando la lucha de pobres contra pobres, por los escasos deshechos que van dejando los buitres imperiales.
Es colonialismo, que no necesita ejércitos para conducir la política nacional, solamente debe contar, como siempre a lo largo de la historia, de personajes como el Gobierno actual, pasando por todas las élites oligárquicas que fueron funcionales y se posicionaron como poder, al constituirse en instrumentos de dominación del enemigo, con represión a sangre y fuego seguida de control económico y amputación de soberanía en las decisiones políticas nacionales, con o sin democracia.
Es entonces necesario fijar el eje de la lucha en el enemigo principal, que intenta demoler las ideas revolucionarias y transformadoras que hoy se discuten en el mundo y donde el peronismo filosófico, como movimiento nacional y popular, con el nombre que sea, afianzará la participación popular, cuando el objetivo de la Justicia Social plena aparezca en el horizonte de los planteos políticos de la nueva dirigencia, que se está gestando, en las nuevas generaciones, humilde, austera, comprometida y transparente.
La lucha de los pueblos emerge siempre en la historia y los constituye en el sujeto necesario del cambio de los paradigmas, ante los nuevos acontecimientos mundiales y nacionales, con cambios estructurales, abandonando las viciadas metodologías amañadas, en largos ciclos de dependencia, por una dinámica emancipadora que devuelva utopías y esperanzas al Pueblo en la construcción de modelos humanistas, biocéntricos, solidarios con Justicia Social como reclama Francisco, el Papa argentino.
Jorge Rachid
CABA, 27 de febrero de 2025