Creatividad vs inacción en Cuba

por Henrik Hernandezpublicado en marzo 26, 2025

Imagen creada por la AI Sofia.

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Por Henrik Hernandez

¿Por qué no aplicamos lo que sí funciona cuando somos una nación resilente con una creatividad popular inmensa? ¿Por qué las oportunidades de aplicar métodos e innovaciones se pasan por alto? ¿Por qué no aplicamos en la vida cotidiana soluciones que pueden hacer nuestra vida más llevadera? A estas y otras interrogantes pretende el autor de estas lineas dar respuestas. 

La paradoja cubana. 

En Cuba, la creatividad popular abunda. Las redes sociales, las universidades y los medios alternativos están llenos de ideas ingeniosas, soluciones sencillas, proyectos de bajo costo para enfrentar la escasez de alimentos, la falta de energía o el calor sofocante. Sin embargo, en la vida cotidiana, estas soluciones rara vez se aplican. Aun cuando son posibles, lógicas y necesarias.

¿Por qué ocurre esto? ¿Por qué, a pesar de las dificultades, tantas personas no cultivan terrenos baldíos, no montan un sistema de refrescamiento casero con botellas plásticas, no organizan espacios comunes para producir alimentos o generar energía alternativa?

¿Por qué nuestras instituciones no se recopila información sobre soluciones a problemas que se publican en medios extranjeros como hicieron los japoneses en los 60 y 70 del siglo pasado? ¿Por qué no se divulgan dentro del país?

Esta paradoja no tiene una sola causa, pero podemos explorar algunas claves fundamentales.

  1. El escepticismo aprendido Tras años de promesas incumplidas, planes que no se sostienen y modelos fallidos, muchas personas han desarrollado una desconfianza crónica. Cualquier propuesta, por muy buena que sea, se ve con sospecha: «eso no va a servir», «después vienen y te lo quitan», «eso aquí no funciona». Esta actitud no es ignorancia: es defensa emocional.
  2. La mentalidad de espera: El modelo paternalista del pasado generó una cultura de dependencia. Aún hoy, muchos esperan que sea el Estado quien resuelva. Esta inercia debilita la iniciativa personal y bloquea la acción colectiva: «si no lo hacen de arriba, no lo voy a hacer yo solo».
  3. Ausencia de garantías: Cultivar un solar, construir un sistema energético alternativo o crear una red comunitaria implica esfuerzo. Pero si no hay garantías de estabilidad, propiedad o beneficio duradero, el riesgo parece mayor que el posible fruto. Esta inseguridad frena incluso las ideas más nobles.
  4. Desconexión entre saber y hacer: Hay muchas ideas buenas que no se traducen en acción. La información está en internet, en proyectos de universidades, en videos de YouTube… pero no se adaptan ni se aplican localmente. Faltan puentes entre el conocimiento técnico y la práctica comunitaria.
  5. Debilitamiento del sentido colectivo Quizá lo más grave: se ha perdido la costumbre de hacer las cosas juntos. El individualismo impuesto por la sobrevivencia ha hecho que muchos piensen solo en lo inmediato y lo personal. Sin comunidad, no hay acción sostenible

Cuba durante toda su historia conocida ha vivido bajo asedio: piratas, corsarios, potencias europeas y por último el bloqueo norteamericano. Eso ha creado una mentalidad de resistencia, al mismo tiempo un espejismo de que la ayuda llegue desde el exterior, desde la Madre Patria (España), luego de EE. UU., más tarde del campo socialista y por último de remesas desde el exterior de familiares y amigos. Este ciclo perpetuo de espera ha sido síntoma de una ausencia estructural de soberanía, donde la acción propia se posterga ante la ilusión del salvador externo, a eso denominamos Ausencia de soberanía mental y autonomía estratégica.

¿Qué se puede hacer?

Para romper con estos factores psicológicos que han debilitado la capacidad colectiva de generar soluciones propias, revelando una profunda ausencia de soberanía mental y autonomía estratégica es necesario entre otras cuestiones: 

  • Visibilizar experiencias exitosas, aunque sean pequeñas.
  • Documentar paso a paso las soluciones replicables.
  • Crear espacios locales de acción colectiva.
  • Promover una pedagogía de la acción: enseñar haciendo, no solo hablando.
  • Recopilación estratégica y divulgación de soluciones técnicas y cotidianas que se aplican o se propagandisan en terceros países. 

La cultura de la acción se construye con ejemplos vivos. Un aula ventilada con botellas recicladas, un patio con verduras, una cuneta del camino sembrada de boniatos, un arrozal con peces, una azotea con paneles solares improvisados… pueden valer más que mil discursos.

Cuba no carece de inteligencia ni de ideas. Lo que necesita es recuperar la energía de hacer. De confiar. De unirse.

Porque muchas veces, lo que funciona… está al alcance de nuestras manos.

La palabra es trinchera. La memoria, escudo.

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Ser cubano: identidad, memoria y compromiso: https://tocororocubano.com/ser-cubano-identidad-memoria-y-compromiso/

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Copyright © Henrik Hernandez 2025

La redacción e investigación de este artículo han contado con la asistencia de inteligencia artificial, utilizada desde julio de 2024.

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Este artículo fue actualizado en marzo 26, 2025