
LA FUNDACIÓN DE LA PERLITA DE LOS MARES DEL SUR, UNA CENTENARIA HISTORIA DE EXCLUSIÓN CIUDADANA.
LA HISTORIA
América, también denominada eufemísticamente como el “Nuevo Mundo”, fue “descubierta” por casualidad el 12 de octubre de 1492.
A partir de su descubrimiento, empezó la conquista de sus tierras y el sometimiento de sus pueblos originarios. España usurpa territorios que se extienden desde México, toda Centroamérica, las grandes Antillas, toda América del Sur, con excepción de Brasil y Las Guayanas.
Todos estos territorios conquistados, tenían una superficie de 12’430.000 Kms cuadrados, lo que representó el 8,50 % de la superficie total del planeta.
La conquista llego a nuestras tierras, denominadas por los españoles como Real Audiencia de Quito, la misma que en un principio formó parte del Virreinato de Lima, para luego pasar a formar parte del Virreinato de Nueva Granada.
Durante el Siglo XVI, se funda la mayoría de la red urbana colonial que se mantendría hasta fines de la Colonia; Durante este periodo se fundan las ciudades ecuatorianas de mayor importancia: Quito 1534, Guayaquil 1538, Loja 1548, Cuenca 1557, Riobamba 1575.
En 1538, día del Apóstol Santiago, Francisco de Orellana, funda la ciudad de Guayaquil, en su sitio actual. El lugar elegido es la desembocadura de un amplio sistema fluvial conformado por los ríos Daule y Babahoyo, en la falda sur del Cerro Santa Ana, denominado de la culata.
El desarrollo unificado de las ciudades y de sus alrededores, durante la mayor parte de su historia se centró, sobre todo en la regulación del uso de la tierra y en la disposición física de estructuras urbanas en función de garantizar un entorno adecuado en todas sus manifestaciones para la comunidad.
Los Cabildos, palabra que deriva del latín capitulum, que significa cuerpo, congregación o corporación municipal, y por Ayuntamiento se entiende a la reunión misma, a la sesión que celebra el Municipio.
Los Ayuntamientos jugaron un papel importante en la conquista y colonización de la América española, de manera especial por el influjo de la importante tradición urbana española, la misma que se nutre de las ciudades mediterráneas, las llamadas ciudades Estado, las libres Civitas romanas, las mismas que fueron integradas a la Península Ibérica como unidad de administración local, ante la necesidad de que estos municipios cooperasen en las luchas contra los árabes.
Los conquistadores establecieron como tarea principal la organización de los municipios, es decir el Cabildo que habría que repartir los solares de la nueva ciudad y las tierras para la agricultura, a diferencia de los Cabildos españoles, caracterizados por la obtención de fueros y ejercicios democráticos, en América se mermó la autonomía del Ayuntamiento español, la autoridad real se hizo sentir con todo peso, como expresión práctica del tipo de gobierno absolutista, altamente centralista.
Los Municipios en sus inicios se constituyeron en los núcleos fundamentales de las Audiencias y Virreinatos. De esta forma la ciudad a cuyo servicio se organizaría la vida rural, se planeaba a la antigua usanza mediterránea, se tomaba en cuenta el clima, el aprovisionamiento del agua, el sol, los vientos, las comunicaciones, la defensa, la forma de orientación de la Plaza Mayor y su iglesia, la rectitud de las calles que de ella partían, la división geométrica en manzanas, la organización política administrativa fundamental a la hora de armar a la nueva estructura colonial a partir de la ciudad.
Las primeras ciudades españolas en América siguieron la misma tradición mediterránea romana y se extendieron varias leguas, lo que junto a la vastedad del territorio conquistado y la escasez de población originaron en un principio ciudades muy alejadas unas de otras.
Estos diseños de urbanismo renacentista fueron utilizados en las ciudades españolas establecidas en el Nuevo Mundo en los siglos 16 y 17, como se puede apreciar en ciudad de México y Lima, en Perú, Ciudad de México había quedado destruida durante la conquista, pero fue el mismo Hernán Cortés quien ordenó su reconstrucción. La llegada casi de inmediato de del primer Virrey de Nueva España, Antonio de Mendoza en 1535 fue crucial para el urbanismo en tierras de América.
Mendoza, había estudiado las doctrinas urbanísticas de León Battista Alberti, renacentista italiano, las aplicó con radicalidad, tanto en México como Perú, a donde se trasladó en 1550.
La ciudad ideal renacentista, una cuadricula abierta, que en el caso español se habría en torno a un espacio central o Plaza Mayor, fue este el modelo que se aplicó en los dominios hispanos, siguiendo las reglas recogidas en las Leyes de Indias (1573).
Administrativamente los Cabildos, tenían dos tipos de funcionarios, los llamados Regidores, que son los funcionarios que hoy conocemos como concejales y los alcaldes ordinarios o Jueces de primera instancia (El primer Cabildo independiente de Guayaquil, mantuvo sus dos alcaldes ordinarios). Olmedo, más que primer alcalde de la ciudad, fue el primer jefe Político de la Provincia del Guayas.
El número de Regidores estaba relacionado con la importancia de las ciudades o los pueblos. Las menores contaban con cuatro Regidores, ocho las medianas y doce en las capitales de Audiencia o Virreinato, de la misma forma que en las ciudades pequeñas existía un alcalde ordinario y en las mayores dos.
El crecimiento de los Cabildos, originó la inclusión de nuevos funcionarios como el Alférez Real, el mismo que tenía un sitio de honor entre los Regidores, gozaba del privilegio de portar el estandarte Real en las ceremonias; el Alguacil Mayor, ejecutaba las funciones de lo que hoy sería el Intendente de Policía; el Depositario Judicial, tenía como funciones custodiar los bienes del Cabildo, Inspector de pesos y medidas, controlador de la calidad de los alimentos que se expendían en la ciudad; el Receptor de Penas, se encargaba de cobrar las multas impuestas por las sanciones judiciales; Procurador General o Sindico; Alcaldes de la Santa Hermandad; Jefes de Policía Rural; Escribano que ejercía también como Secretario.
En las ciudades que lograban gran importancia se elegían los alcaldes de Barrio, quienes se convertían en la autoridad policial en los barrios o parroquias. También nos encontramos con algunos funcionarios reales que gozaban del derecho a la silla y voto como si fueran Regidores. El Gobernador, que además presidía las sesiones.
En la primera etapa de la colonización fueron los Adelantados o Gobernadores los que elegían los Corregidores, en 1523 Carlos I, ordenó que los Corregidores fueran elegidos por los vecinos propietarios de la ciudad, sin reelección salvo después de un año de cesantía, esta forma de autonomía que recordaba a las ciudades españolas se perdió, llegando incluso los Gobernadores y la Corona a nombrar Corregidores vitalicios.
Las funciones que desempeñaban los Cabildos, fueron las mismas que ejercían en todas partes; es decir el planeamiento y distribución de la tierra, la imposición de los impuestos locales, reclutamiento obligatorio en caso de defensa, licencia para la construcción de edificios, mantenimiento de caminos y cárceles, supervisión de precios en los mercados.
Las reuniones del Ayuntamiento se realizaban a puerta cerrada y se obligaba a los Corregidores a mantener en secreto las deliberaciones del Ayuntamiento. El Cabildo elegía anualmente el Alcalde Ordinario, y se establecía la prohibición de realizar negocios directos o indirectos durante la gestión de los funcionarios municipales, Sin embargo hay que anotar que esta medida tenía de alguna manera relación con el negocio principal de la corona y los chapetones, es decir españoles residentes en las colonias que manejaron directamente el negocio de la repartición de las tierras y la mano de obra indígena, esto originó las contradicciones económicas entre chapetones y criollos por el control de las dos fuentes de ingresos coloniales; la fuerza de trabajo y las tierras agrícolas y pastorales, contradicciones que desembocarían en las guerras de la independencia.
En el caso de lo que hoy es la provincia de Guayas, la resistencia a los conquistadores se caracterizó por su alta valentía, determinó que a diferencia de sus congéneres serranos fueran duramente reprimidos y exterminados, un ejemplo de esto es el despoblamiento de Puna y de importantes asentamientos poblacionales indígenas de la costa.
La administración municipal de Guayaquil, desde sus orígenes se caracteriza por la exclusión ciudadana, un ejemplo de esto se refleja en la población con derechos durante los primeros años de su fundación, la misma que no sobrepasaba las 150 personas, todos españoles, mientras que miles de indígenas se convirtieron en esclavos. El otro eje que trasciende históricamente la ciudad es el centralismo y la administración elitista.
Es histórico, en la ciudad la persistencia a generar modelos de gestión de ciudad, caracterizados por la inequidad económica y la marginación social. Durante la colonia las principales fuentes de ingresos de las élites de la ciudad, fueron la plusvalía generada por el suelo, es decir por la especulación y producción de las grandes extensiones agrícolas y la utilización de mano de obra esclava.
Habrá que destacar, que la producción agrícola fue fundamentalmente parasitaria, basada en la recolección principalmente de cacao, fruto que se producía de manera silvestre, y principal negocio de las familias blancas españolas y su descendencia criolla.
Los cargos administrativos más importantes fueron desempeñados por españoles nombrados para este ejercicio directamente por la corona, se llegó incluso a vender los cargos de corregidores de por vida. Felipe V, vendió en 3500 pesos de oro, el corregimiento de Guayaquil, a José Antonio de Echarrie, Márquez de Salinas.
Para 1770, la administración de la Provincia está en manos de un Gobernador, la ciudad tiene 2 alcaldes Ordinarios y 12 Regidores, la población tanto en la llamada ciudad vieja y nueva llega a 22.000 habitantes.
Es decir que la ciudad, debido a su crecimiento económico y poblacional, precisa de dos alcaldes para su administración, propuesta generada nuevamente en el 2007, en la Asamblea Nacional Constituyente (Montecristi), que abre la posibilidad de los Distritos Metropolitanos, que generarían modelos organizativos que permitan la división de la ciudad administrativamente en municipios pequeños como mecanismo de solución de problemas en las zonas con mayor densidad poblacional y con deficiente cobertura y prestación de servicios públicos básicos.
Un ejemplo de esto son las parroquias guayaquileñas Tarqui, con más de un millón de habitantes y grandes sectores de su territorio sin cobertura de servidos públicos básicos, y altas tasas de morbilidad.
La parroquia urbana Ximena, con más de medio millón de habitantes y con zonas en total abandono como la Trinitaria, Guasmos, Malvinas. La parroquia Febres Cordero, habitada por 400.000 guayaquileños con deficiencia de cobertura y calidad de servicios públicos básicos.
Además de impulsar obra pública necesaria para la integración de los territorios abandonados, urbanos y rurales, abandono y exclusión ciudadana que se ha convertido en caldo de cultivo de inseguridad y violencia criminal.
Jorge Estrella
Durán 12-3-25