Este 8 de diciembre se cumplen cuatro meses de la denuncia de desaparición de un camarada revolucionario venezolano.
Al menos seis millones y medio de venezolanas y venezolanos deben preguntarse hoy, con conciencia crítica y decisión revolucionaria, ¿Dónde está Carlos Lanz? También es probable que esa misma cantidad de compatriotas, que es la cifra absoluta (redondeada) de quienes votamos el pasado domingo 6 de diciembre para elegir diputadas y diputados chavistas y recuperar nuestra Asamblea Nacional (AN) y colocarla al servicio legislativo en favor del pueblo y en concordancia con los otros cuatro poderes del Estado, incluyendo el Ejecutivo, que preside, también con inconfundible y constitucional voluntad popular, el camarada Nicolás Maduro.
El llamado «voto duro», consecuente, pensante, constante y comprometido con la construcción de la Patria socialista a través de la Revolución Bolivariana y Chavista, esos seis millones y medio de electoras y electores (que en un 67 por ciento decidimos recuperar la AN), hoy queremos, pedimos y exigimos leyes más específicas que defiendan, en cualquier circunstancia, el Derecho a la vida.
La oprobiosa figura de los desaparecidos y asesinados, por el simple delito de pensar diferente, debe erradicarse definitivamente.
Es totalmente inaceptable que, 20 años después de haber derrotado políticamente al «Pacto de Punto Fijo» y dejado atrás la llamada IV República, las mismas prácticas criminales de entonces sigan estando presentes hoy.
Este martes 8 de diciembre se cumplen cuatro meses de la denuncia de desaparición de Carlos Lanz Rodríguez, un camarada revolucionario venezolano, quien no necesita mucha presentación.
Prácticamente tocaron la puerta de su residencia para sacarlo de ella. Sólo que el «sutil» toque parece haberse hecho por teléfono, lo cual facilitó la operación a sus captores. Y digo «sus», en plural, porque dudo mucho que al viejo Carlos se lo hubiese podido llevar tan fácilmente un solo individuo.
En un artículo mío de opinión, de esta misma columna, me atreví a especular públicamente que quizás pudiésemos estar ante la acción de un comando gringo, vinculado al Gobierno estadounidense o, específicamente, de agentes ejecutores o coadyuvantes en la denominada «Operación Gedeon» que se ejecutó en contra de Venezuela y, al desmantelarse, condujo a prisión, entre otros, a dos militares gringos, perfectamente identificados, enjuiciados y sentenciados por tribunales de la República Bolivariana de Venezuela.
Los hijos, su esposa, antiguos y actuales compañeros de militancia revolucionaria de Carlos Lanz, nos hemos pronunciado insistentemente en procura de su paradero. Nada se sabe. Las autoridades no dan informaciones precisas y solamente, de manera muy tímida, han llegado a decir que «se abrieron las correspondientes investigaciones» para dar con su paradero.
«Hay que estar en los detalles» nos recordaba y exigía constantemente el Comandante Hugo Chávez. «En los detalles está el diablo», decía en su hablar costumbrista y popular, para recordarnos que no bastaba hacer y mostrar «grandes obras» si las pequeñas, cotidianas, imperceptibles o voluntariamente lanzadas al olvido, seguían allí corroyendo las bases morales de nuestra Revolución.
Cuatro meses después de la desaparición física del camarada Carlos Lanz y a dos días de la recuperación revolucionaria y patriótica de la Asamblea Nacional, compañeras y compañeros electos parlamentarios para la Paz, la vida sigue siendo un Derecho para conquistar y defender.
Ilustración: Volante en las redes digitales.
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