ELOY ALFARO. Por Fernando Bossi Rojas

El 12 de enero de 1912, una horda de sicarios asesinó en el Penal García Moreno a Eloy Alfaro, su hermano y cuatro compañeros suyos. Los cuerpos fueron arrastrados desde el penal hasta el Parque «El Ejido» en Quito, allí fueron quemados por la turba. El viejo luchador había caído en la “hoguera bárbara”, como definió ese hecho el escritor Alfredo Pareja Diez Canseco. Era la cruel venganza de oligarquía ecuatoriana.Eloy Alfaro Delgado nació en Montecristi, provincia de Manabí, el 25 de junio de 1842. De ideas profundamente liberales combatió contra los gobiernos conservadores, ganán-dose el apoyo del campesinado y los pequeños hacendados. Machete en manos, él y sus soldados montoneros batallaron infinidad de veces contra las tropas reaccionarias del clericalismo ultramontano. El Ecuador de mediados y fines del siglo XIX era dominado por una clase terrateniente que tenía, como su mayor exponente, a la Iglesia Católica. Sufrió exilios y persecuciones. Salió del país derrotado y volvió con nuevos bríos al combate. “La libertad no se implora de rodillas, se conquista en los campos de batalla”, solía afirmar. En 1895, estalló la gran revolución liberal. Alfaro, que se encontraba en Panamá, fue designado como Jefe Supremo. Ya en el Ecuador derrotó a las fuerzas conservadoras y alcanzó la presidencia. Durante sus dos gobiernos Alfaro tomó medidas firmes contra la Iglesia, como asimismo impulsó reformas tendientes a integrar al país y alejar a los sec-tores más reaccionarios del aparato estatal. El ferrocarril que une Guayaquil y Quito fue una importante obra llevada a cabo durante su gestión. En la Constitución que se aprue-ba en 1897, se eliminará la figura de “el concertaje», forma inhumana de explotación al indígena y a los trabajadores del campo. La educación se hizo laica, gratuita y obligato-ria, dándose también un gran impulso a la cultura, a la ciencia y al arteFue amigo de Maceo y de Máximo Gómez, también conoció a Martí y fue agasajado por Santos Zelaya en Nicaragua, fomentó a través de su gobierno la idea de unidad con-tinental. Es así que en 1896 manifestó: “Los ecuatorianos que rendimos culto eterno a la imperecedera memoria de Bolívar, al par que a las virtudes del inmaculado Sucre, hemos de propender a la pacífica reconstitución de Colombia la Grande”.Con justa razón dijo el colombiano Vargas Vila: “Eloy Alfaro… Sólo él tenía entre sus manos, el fragmento de la espada rota de Bolívar”.