Alfredo Maneiro y su Legado Político

Por: Aguedo Alcalá Machiz 

Un venezolano ejemplar y brillante, caraqueño de nacimiento hace 84 años, el 30 de enero de 1937 y quien participó de joven en los sucesos que condujeron al derrocamiento del dictador Marcos Pérez Jiménez el 23 de enero de 1958; aun siendo adolecente inició su militancia en la Juventud Comunista del PCV, quien luego motivado a la primera traición al espíritu unitario y revolucionario del 23 de enero por el pacto de punto fijo contra la democracia y el pueblo, éste pasó a integrar el frente guerrillero Manuel Ponte Rodríguez en el oriente venezolano, con el seudónimo del «comandante Tomas» hasta mediado de la década de los años 60 cuando regresó a la vida civil.

Su inquietante actitud, su eficacia política y calidad revolucionaria lo llevaron rápidamente a integrar el Comité Central del Partido Comunista, pero también fue huésped del cuartel San Carlos durante dos años, egresó de la Universidad Central de Venezuela con el Magna Cum Laude, con la tesis «Maquiavelo, Política y Filosofía», fue un trabajador intelectual como profesor titular de la cátedra de filosofía y letras de la escuela de comunicación social de la UCV.

Luego con el proceso de fragmentación que sufrió la izquierda venezolana, Alfredo Maneiro se planteó nuevos objetivos por otros caminos hacia la toma del poder político en la búsqueda de la liberación nacional y con ella los cambios sociales requeridos, donde los trabajadores jugaran un papel fundamental, ahora recargado de experiencias y conocimientos, compromiso patriótico y una inquebrantable voluntad revolucionaria.

Acompañado de un pequeño grupo de jóvenes camaradas que fácilmente cabían en un escarabajo que le nombraban «el bolchevique», salieron a iniciar un proceso de construcción desde las bases obreras; Maneiro sabía que el replanteo de la lucha social y política era con los trabajadores por ser la clase que define con su fuerza material antagónica las relaciones de producción, como expresión directa, pura y concreta en la lucha de clases.

Condujo y orientó con acierto ese fundamento ideológico de los trabajadores, como el sujeto histórico emergente para iniciar el verdadero proceso de cambio. Sabía que para disputarle el poder a la oligarquía y sus maquinarias de control de masas, había que hacer un esfuerzo político mayor el cual debía consistir en primer término en la construcción de un gran movimiento de movimientos, incluyente que concitara el interés común en el encuentro y la unión de los iguales en todo el país y cuya estructuración no podía seguir siendo con el mismo esquema tradicional de la política, lo que suponía un nuevo enfoque sobre bases reales de la sociedad venezolana.

Maneiro se imaginó, planificó y puso en práctica la organización simultánea de cuatro frentes sociales que a partir del desarrollo de la conciencia de clase fuesen capaz de descongelar la política que por varias décadas había permanecido congelada por la derecha bipartidista venezolana que se turnaba en el poder. Es allí, en ese punto estratégico donde su imaginación creativa, «exquisita» y exigente apela al diseño de una especie de mesa o plataforma cuyas bases se cimientan sobre cuatro patas, la de los trabajadores, la militar, la comunitaria y (la estudiantil – cultural e intelectual).

Comenzando la difícil tarea política por Guayana mejor conocida para entonces como la zona del hierro, desde la industria siderúrgica del Orinoco sidor con la fundación del movimiento Matancero. En la parroquia Sucre al oeste de caracas con el movimiento comunal pro – Catia. En las universidades UCV, ULA y LUZ y otras con el movimiento estudiantil Prat, y comenzando la actividad cultural e intelectual con la creación de la Casa del Agua Mansa en Maripérez caracas.

Paralelamente dio inicio al minucioso y delicado trabajo militar como él sabía debía ser, el cual atendió directa y personalmente con la rigurosidad discrecional que el mismo implicaba por razones obvias, por lo que el exguerrillero barinés Genaro Guaiteros un compañero de armas de Maneiro y amigo del Dr. Nelson Montiel y el profesor Bladimir Ruiz, quienes a su vez vinculados con Adán Chaves en la universidad de los Andes, todos ellos militantes de la Izquierda «Trasnochada» canalizaron los encuentros del bachiller Hugo Chávez con Alfredo Maneiro quien se encargó de sembrar el «gusanito» revolucionario en el corazón del llanero hijo de Zamora.

A partir de allí, lo demás es historia contada, incluido el desvío de los conductores de la Causa R hacia el basurero de la historia, después de la desaparición física del filósofo urbano Alfredo Maneiro, quien partió definitivamente el 24 de octubre de 1982. Ese patriota venezolano, el mismo que fue capaz, nadie sabe cómo pero lo hizo, de convencer al gran tenor Alfredo Sadel, de ir a Ciudad Guayana el primero de mayo invitado por el sindicato SUTISS, para que en la calle Ramírez de San Félix, desde una tarima cantara a capella La Internacional ante unos diez mil trabajadores con motivo del día del trabajador, y donde éste servidor matancero pudo presenciar con atención cuando Sadel exclamó una vez concluido su excelente cantar: «Les confieso que primera vez que interpreto este hermoso himno, gracias a esta chuleta que me entregó el Dr. Maneiro y que pude leer en el avión ahora cuando venía».-

*Corriente del Poder Popular (CPP) Carabobo – Dirección Política Regional

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