Por Alfredo Molano Jimeno. Resumen Latinoamericano, 14 de mayo de 2021.
Ganadora del llamado Nobel medioambiental, se ha presentado a la Presidencia de Colombia para las elecciones de 2022 y, desde Cali, denunció a Sputnik lo que ha vivido en dos semanas de protestas. Una grave crisis humanitaria ya ha dejado 35 personas muertas en choques entre civiles y policías, según organizaciones. Francia Márquez es testigo.
Cali, la capital del Valle del Cauca (oeste), es la tercera ciudad de Colombia en cuanto a tamaño y población. Desde cuando inició el paro general, el 28 de abril de 2021, esta ciudad se ha convertido en el epicentro de la confrontación entre la fuerza pública y manifestantes. Según la organización Temblores, que viene monitoreando los casos de muertes en estas protestas, de las 47 personas asesinadas durante el estallido social, 35 fallecieron en Cali.
Allí la violencia está desatada; el domingo 9 de mayo, por ejemplo, se registraron graves enfrentamientos entre indígenas y civiles armados con apoyo de la Policía. El resultado fue de 13 comuneros heridos por armas de fuego e imágenes de caos y violencia inéditas en la ciudad.
Aunque es oriunda del norte de Cauca, municipio de Buenos Aires, Francia Márquez ha vivido en Cali los últimos años. La líder social fue galardonada con el Premio Medioambiental Goldman en 2018 y actualmente es candidata a la Presidencia de Colombia para las elecciones de 2022. Desde el epicentro de las movilizaciones acompaña el paro y contó a Sputnik cómo se vive la crisis humanitaria de la que es testigo.
-¿Cómo se han desarrollado las jornadas de paro nacional en Cali?
-Han sido como muy difíciles. Desde el primer día la represión ha sido muy fuerte. El primer día de paro yo estuve en Bogotá y después me vine a Cali. En Bogotá nos gasearon cuando adelantábamos una protesta pacífica, incluso es día, el 28 de abril, hasta al director de Derechos Humanos de la Alcaldía le tiraron una aturdidora en los pies. Ese día salí a correr y me tocó esconderme en una casa. Fue muy duro. Después llegué a Cali y encontré una matanza.
Violencia desde que empezó el paro, y se ha evidenciado toda la violencia pública. El Gobierno dio un trato de guerra a la protesta social y no ha tenido actitud de diálogo, si la hubiera tenido, esto ya se habría resuelto. Pero se niega a oír a la gente y eso es lo que ha generado toda esta situación de violaciones a los derechos humanos: van 35 muertos, hay más de 80 personas desaparecidas, y hay judicializadas más de 140; hay registro de ocho personas que han perdido el ojo. Un panorama triste para una ciudad que es alegre.
-¿Qué ocurrió en Siloé?
-Esa noche todo el mundo se dio cuenta de lo que pasó porque los videos circularon por todos lados. Vimos cómo la fuerza pública asesinó a cinco personas y otras 30 resultaron heridas. A partir de eso, yo siento que el Gobierno cambió la táctica: quienes están saliendo a dispararle a la gente de la movilización es gente vestida de civil.
Pero también ya hemos visto que esa gente de civil es de la misma fuerza pública. Hay videos que muestran eso, como el del domingo, en que civiles les dispararon a los indígenas en la Universidad del Valle, luego salieron a correr y se montaron en un carro de la Policía. Es decir, o la Policía está protegiendo a quienes salen de civiles a disparar contra los manifestantes o quienes disparan son policías sin uniforme.
Lo que está pasando es lamentable porque es como un desprecio de la élite, de los políticos, del Gobierno nacional hacia la gente que se moviliza con justa razón. Y es que la gente está aguantando hambre, está pasando necesidades, mientras el Gobierno le entregó al sector financiero casi 10 billones de pesos [2.600 millones de dólares] regalados en alivios tributarios.
Ahora, quieren que el hueco fiscal lo pague la gente. Siempre el pueblo llevando del bulto. En cambio, al sector financiero, que ganó en medio de la pandemia más de $20 billones, no le piden nada. Aprietan al que está aguantando hambre y acostándose con una comida diaria: más de dos millones de personas están comiendo una sola vez al día y por supuesto ahora el paro afecta a la gente empobrecida, pero si no se hace esto, esto nunca va a cambiar, porque hay una arrogancia y una prepotencia de este Gobierno que desprecia la gente. Hoy vino el presidente a Cali. Llegó a las 12 de la noche y se fue a las 3 de la mañana. Se reunió con la gobernadora del Valle, con el alcalde de Cali y pare de contar. Eso es un gobierno que no está dispuesto a hablar ni a escuchar al pueblo, por eso está fracasando.
-La mayoría de las personas muertas en las protestas son jóvenes de familias humildes, es más, la mayoría de los enfrentamientos han sido en áreas marginales de mayoría afro, ¿cree que hay un odio de este Gobierno por los jóvenes, los pobres, los negros?
-Eso es parte de lo que yo he visto. Muchos de los jóvenes heridos y muertos son de barrios populares, pelaos [así se les dice a los adolescentes en Colombia] que pertenecen a lo que se denomina la primera línea y dicen: «Nosotros estamos dispuestos a dejar el cuero por estas calles, por este país que nos ha despreciado, que nos manda a limpiar socialmente, que nos desprecia y hoy estamos aquí dispuestos a cambiar la historia». Esa es otra cara de la represión del Estado, porque este está siendo direccionado por una supremacía blanca racista, clasista, patriarcal, que no está dispuesta a escuchar ni a perder sus privilegios.
Es duro para mí escuchar esos muchachos decir que están dispuestos «a dar la vida para que esto cambie». Gente con mucha dignidad y valentía. Eso es lo que está pasando, y es triste, doloroso, desgarrador. En estos días no he podido ni dormir, la cabeza me está dando vueltas de tanto pensar en cómo hacemos para resolver esta situación, cómo hacemos para evitar que más personas sigan muriendo, cómo hacemos para que el Gobierno realmente escuche, porque es un Gobierno que prometió trabajar para el pueblo, pero hoy le da la espalda.
Siento dolor, tristeza, desolación, pero bueno, también esperanzas de pensar que todo este esfuerzo, toda esta lucha, algún día tendrá un resultado en beneficio de los más empobrecidos, de las mayorías y en beneficio de este país.
-¿Cuál es la situación humanitaria en este momento?
-La situación humanitaria aquí es muy compleja porque todos los días uno escucha a la gente decir: «Detengan las masacres, detengan las muertes». Y cada día, desde que empezó este paro, hay más muertos y más hay heridos. Hay gente pasando trabajos, entonces la crisis humanitaria es muy jodida, y cada vez que asesinan a alguien, cada vez que silencian una voz, es como que le dan más fuerza al pueblo para mantenerse luchando y defendiendo la dignidad. No está pasando que con cada muerto la gente diga «ya mataron a la gente, yo me voy para mi casa», no, antes siento que eso está enfureciendo más a la gente, haciendo que la gente se levante más.
Y bueno, las organizaciones de derechos humanos están sistematizando todo, haciendo seguimiento a cada violación de derechos humanos, a cada muerte, a cada desaparecido, a cada agresión; es bien difícil el panorama porque aún no se conoce bien lo que ha pasado, no se saben cifras, hay personas desaparecidas.
La respuesta de la institucionalidad son mensajes incendiarios, estigmatizantes. Eso tampoco ayuda porque se sigue tratando de justificar la violencia estatal diciendo que la protesta social es de puros vándalos, de criminales y terroristas, por eso están matando a la gente.
He escuchado voces de mamás que les dicen a los pelaos: «Hijo, regresa a casa»; otras que están buscando a sus hijos, y los hijos –que eso ha sido muy fuerte para mí– dicen: «Perdóname, madre, si no llego a casa, pero esto también es por ti». Eso es desgarrador, me duele pensar en mis hijos, me imagino escucharlos diciendo «Perdóname, madre, si no regreso a casa, pero eso también es por ti». Son jóvenes que no tenían esperanza y que hoy se la están jugan
Fuente: Sputnik Mundo