Por Geraldina Colotti, Resumen Latinoamericano, 8 de julio de 2021.
Las palabras de Carolys Pérez, ministra de la Mujer e Igualdad de Genero, reflejan el camino de emancipación de la mujer venezolana, su líneas de trabajo y perspectivas políticas. La ministra también ocupa otros cargos importantes: la presidencia de la Gran Misión Hogares de la Patria, del Banco de desarrollo de la Mujer, del Instituto Nacional de la Mujer y de la Escuela de formación feminista del sur Argelia Laya. Nos encontramos con ella en su oficina del ministerio, al final de su programa de radio semanal titulado Las que nunca se rinden.
¿En qué momento se encuentra el feminismo socialista desde su observatorio institucional?
Desde el inicio de la revolución bolivariana, hemos venido impulsando la emancipación de la mujer en todos los ámbitos con el objetivo de despatriarcalizar y descolonizar la sociedad. Desde este punto de vista, las instituciones que se construyeron primero con la presidencia de Hugo Chávez y ahora con la de Nicolás Maduro han cristalizado los diferentes momentos de la lucha del movimiento feminista y sus logros, en la genealogía de las que vinieron ante. Por nuestras venas corre la sangre de las mujeres que nos inspiraron: heroínas de nuestra primera independencia, como Juana Ramírez la Avanzadora, o la Negra Hipólita Bolívar. Nuestra revolución ganó en un momento en que ya nadie quería hablar de socialismo, excepto por supuesto Cuba, que siempre ha sido nuestro faro. Pero fue solo después de 10 años, en 2009, que iniciamos una etapa importante, cuando Chávez se declaró feminista, obligando a todos a tomar nota de una realidad ya en marcha en nuestro país, el rol protagónico de la mujer en nuestra sociedad. Un empujón para que las mujeres, las invisibles de todos los tiempos, conciban transformar la realidad transformándose a sí mismas. Por eso siempre digo que la revolución ha aumentado nuestra autoestima, porque nos ha demostrado que todas éramos necesarios y que una mujer es hermosa cuando lucha, cuando aprende a reconocer sus propias raíces, en mi caso las afros – y considerar la lucha popular como un espacio desde donde construir este nuevo Estado, esta nueva institución, esta nueva sociedad que encamina sus acciones hacia el socialismo. Y este socialismo es nuestro, bolivariano y feminista, con sus propias características y su propio ritmo. Ahora estamos debatiendo el surgimiento de la mujer como sujeto histórico del siglo XXI.
¿Cuáles fueron las principales etapas del feminismo bolivariano a nivel de leyes?
A nivel constitucional, el primer paso importante en la lucha feminista puede ser considerado el artículo 88 de la Constitución, que reconoce el trabajo doméstico como parte del de la clase trabajadora y ha sido considerado como tal por el sistema estatal de protección social. Luego llegaron otras leyes, como las de maternidad y paternidad que, entre otras cosas, obedecen al mandato constitucional contenido en el artículo 76, que también habla de corresponsabilidad en el crecimiento respetuoso de hijos e hijas y en la formación de la familia, en todas las tareas relacionadas, incluido el derecho a decidir el número de hijos. Luego también se fundó el Instituto Nacional de la Mujer como primera instancia desde la cual se intenta proteger al pueblo -mujere con políticas específicas. Recordamos que somos el 51% de la población y que damos a la luz al otro 49%, como dice nuestra María León, invitando a nuestros compañeros a reconocer el machismo que existe en nosotros y a luchar juntos por una sociedad de iguales. El Instituto trajo consigo la creación de la Ley Orgánica por el derecho de las mujeres a una vida libre de violencia, que hoy identifica 21 formas de violencia de género, y que es una de las más avanzadas del mundo. A partir de ahí se crearon instancias legales específicas, en los tribunales o en la Fiscalía, y nosotros, a partir del Instituto, impulsamos diversas iniciativas. Mientras tanto, rechazamos el papel de víctima, prefiriendo definir a quienes sufren violencia como sobrevivientes. Hoy, el principal acto de violencia contra la mujer es el bloqueo, son las medidas coercitivas unilaterales. A partir de los territorios, existe un programa a través del cual se establecen las defensoras comunales de los derechos de las mujeres, y que lleva a las mujeres de todas las comunidades a identificar otras formas de violencia, a dirigir las denuncias a los órganos competentes y a acompañar a la familia de las víctimas de femicidio para obtener reparación. Hemos capacitado a más de 8.000 defensoras comunales en todo el país. El Instituto nació por iniciativa de María León, mientras que otra feminista, Nora Castañeda, creó el Banco de la Mujer, para organizar a las mujeres en la lucha contra la pobreza. Como en el resto del mundo, la pobreza tiene sobre todo rostro de mujer, y en la revolución podemos combatirla brindando herramientas y capacitación para superarla. El banco tiene 21 años y nació de la firme decisión de Chávez de darle a las mujeres las herramientas para el desarrollo económico, creando espacios de encuentro y formación para conocer la realidad del territorio y transformarlo a partir del feminismo, pero también a través de la provisión de micro-créditos para promover proyectos de emancipación económica. Hoy, el Banco constituye un desafío para ajustar la realidad de un país bloqueado y una guerra multidimensional contra el sistema económico, utilizando por ejemplo la criptoeconomía. El banco se acompaña de otros programas como Soy Mujer, creado por el presidente Maduro, que en conjunto han organizado la actividad de más de 12.000 mujeres en todo el país a través de la provisión de préstamos directos y una red de cerca de 50.000 mujeres capacitadas para avanzar en la emancipación económica, y salir de la pobreza reconociendo el potencial propio. En esta fase, la orientación está dirigida al sector de alimentación y consumo, para mostrar cómo podemos alimentarnos adecuadamente utilizando productos que no nos han enseñado a consumir, como las verduras, cómo crear una finca a pequeña escala para obtener proteína animal, criando conejos, gallinas o incluso cerdos. Llevo 300 días al frente del ministerio, con un equipo de tres viceministras, una de las cuales es economista formada en la Universidad Bolivariana. Nuestro enfoque principal tiene que ver con la propiedad de los medios de producción por parte de las mujeres.
¿Cómo?
Encontramos, por ejemplo, que de las 9 millones de hectáreas distribuidas por la revolución en forma de títulos de propiedad, con miras a democratizar la propiedad de la tierra, solo un poco más de 2 millones fueron entregadas a las mujeres. El desafío es lograr una mayor equidad. Por ello, el pasado 20 de abril, de la mano del Instituto Nacional de la Tierra y con el visto bueno del presidente, distribuimos 15.000 hectáreas y acercamos el equipo técnico de este instituto al del Ministerio de la Mujer, que no se había reunido antes, y estamos desarrollando una metodología adecuada. Sin embargo, no basta con proporcionar medios económicos y formación a las mujeres, es necesario en la práctica que se apropien de los medios de producción. Esto nos ha llevado a desarrollar con mayor fuerza la Gran Misión Hogares de la patria, que protege 6.200.000 familias en todo el país que ahora, por recomendación del presidente, deben organizarse en Comités de Hogares. Hasta el momento, se han registrado 17. 682 comités, cada uno de los cuales comprende un promedio de 20 a 23 familias. Esto nos permitió entender que el 80% de las familias identificadas tienen a una mujer a la cabeza, y monitorear aquellos aspectos de la vida diaria familiar que pueden conducir a la violencia y prevenirla, pero también potenciar aquellos aspectos de la vida que en el tiempo de bienestar pasan a un segundo plano. Me refiero a un segundo eje de desarrollo que tiene que ver con la salud 100% natural. Desde la Gran Misión Hogares de la Patria hemos organizado dos congresos, uno presencial y otro virtual debido a la pandemia: para redimir conocimientos ancestrales sobre el uso de plantas medicinales y su cultivo doméstico, útiles en el tratamiento básico de algunas dolencias y para el acompañamiento de la medicina tradicional. El impacto del bloqueo también se ha dejado sentir en el campo de la salud de la mujer y debemos buscar soluciones alternativas, y lo estamos haciendo con el apoyo de científicas que están preparando un recetario en esta tercera fase, que también planea enseñar cómo ciertas plantas medicinales se procesan en casa, en unidades de producción familiar, y estas plantas se pueden comercializar en la unidad municipal. Como parte de las unidades de producción familiar, también hemos promovido el sector textil, para satisfacer las necesidades de ropa y calzado. Esto nos ha permitido involucrar a todos los miembros de la familia, tanto tradicionales como extendidos, y miembros del mismo sexo. El trabajo productivo sirve para reconstruir relaciones y encuentros que la pandemia ha dificultado o tensado. Por otro lado, desde el Ministerio de la Mujer y por la igualdad de género hemos impulsado la Brigada de derechos sexuales y reproductivos.
¿De qué se trata?
Se trata de una iniciativa encaminada a controlar su sexualidad por parte de mujeres y hombres, según la Constitución y el Plan de la Patria. En este contexto, sabemos que la única meta del milenio que la revolución no ha logrado se refiere al nivel de mortalidad materna y al número de partos por cesárea. Una cifra que en nuestro país es muy alta, debido a la comercialización de la salud que ha difundido mitos según los cuales sería más fácil recuperarse de una cesárea que de un parto natural, que la cesárea no deforma el cuerpo, que es mejor para el bebé, etc. El mandatario creó el Plan de Parto Humanizado y Lactancia Materna, que hoy reúne a más de 360.000 mujeres y que se desarrolla gracias a un poderoso movimiento de Promotoras del Parto Humanizado y Lactancia Materna, que hoy cuenta con 17.571 promotoras formadas, de las cuales 12.000 están en funcionamiento en todo el territorio nacional y también hemos servido durante la pandemia para la que hemos adaptado los espacios. Sabemos que lo que sucede en los primeros 100 días de vida de un bebé es crucial para el crecimiento. El Plan Nacional de Parto Humanizado ha reducido la tasa de nacimientos por cesárea a menos del 30% en casi 4 años. Estamos muy orgullosas de esta labor formativa, sistematizada en la cátedra Elisa Jiménez. También quiero mencionar aquí otro aspecto que se relaciona con la identidad y el territorio. Un concepto que aprendí del difunto profesor Aristóbulo Isturiz, quien frecuentaba mi casa desde muy joven y quien me invitó a incorporarme al movimiento afro, a reconocerme como afrodescendiente. Me envió a África, diciéndome que después de ese viaje nada volvería a ser igual, y tenía razón. Aristóbulo era de Barlovento, la gente de la costa Mirandina. En esa región, en Curiepe, hacía treinta años que no nacían niños porque todas iban a parir en Higuerote, donde había salas de parto equipadas. Ahora, con el plan de Parto Humanizado, los niños vuelven a nacer en Curiepe y eso afecta el sentido de identidad. En el ámbito de los derechos sociales y reproductivos, gracias a la labor de Aristóbulo en el Ministerio de Educación, que nos llevó a acercarnos a nuestro país, donde la actividad sexual comienza muy temprano y también los embarazos, el plan de Parto Humanizado va junto al de la prevención de embarazos precoces. Ya en su momento esta fue una lucha de Argelia Laya. Hoy, las jovenes que parian temprano, aún puedan continuar sus estudios aprovechando el sistema protector de la revolución y pueden retomar sus sueños y reconectarse con su propio proyecto de vida evitando embarazos repetidos. Y a quienes ya tienen una actividad sexual, les enseñamos a conocer los métodos anticonceptivos, lamentablemente limitados por el bloqueo, para prevenir el riesgo de enfermedades venéreas, y también nos dirigimos a los varones en base al principio de corresponsabilidad. Por ello, las Brigadas de derechos sociales y reproductivos ya están presentes en 400 comunidades de nuestro país y se han encontrado con una gran receptividad por parte de los jóvenes.
¿Y qué pasa con la violencia de género?
La ley contra la violencia de género, que ya contempla 21 formas de violencia contra la mujer, se encuentra actualmente en una etapa de reforma en la Asamblea Nacional. Desde hace algunos años se encuentra activa una línea telefónica de emergencias y acompañamiento, 0800 mujeres. El servicio dejó de funcionar cuando el fascismo saboteó el sistema eléctrico nacional. El 25 de noviembre del año pasado pudimos volver a ponerlo en funcionamiento junto con el Observatorio de la violencia de género, porque sabemos que en una situación de guerra y ahora con la pandemia, la violencia contra las mujeres también está aumentando, por lo que debemos prevenir y resolver las causas que la sustentan, des-patriarcalizar y descolonizar la sociedad. En este sentido, también hemos conformado los cuerpos de seguridad del Estado – 61.199 personas – desde una perspectiva de género para evitar revictimizar a las mujeres víctimas de violencia. En un año, dimos respuestas a 83.910 mujeres y 2.206 hombres. «La mujer no está sola, la revolución la acompaña sin importar el color político». Con este lema lanzamos una campaña en las redes sociales, impulsada por el mandatario a raíz de una denuncia por violencia de género en el sector artístico-cultural hecha por mujeres que no necesariamente estaban vinculadas a la revolución. Emití un comunicado diciendo: estamos aquí, listos para acompañarlos. Encontrémonos en un espacio compartido y construyamos juntas una sociedad diferente, libre de machismo y violencia. Desafortunadamente, la idea de que cuanto más violento es un hombre, más poderoso es, todavía está extendida. De todas las condenas firmes, solo el 5% se refiere a mujeres. Empezando por el ministerio, debemos hacer una alianza con esa masculinidad positiva de los hombres feministas que rechazan el machismo que opera en el sistema.
¿Y en términos de poder? ¿Cual es el techo de cristal para las mujeres en Venezuela?
La mejora de la formación ha aumentado la participación política de la mujer, que es la otra área de competencia del ministerio. Cultivamos la unidad del movimiento, y para ello nos reunimos en la plataforma Unamujer, también querida por el presidente Maduro para reunir a todos los movimientos de mujeres e individuas feministas que apoyan la revolución. Un debate que también ha permitido a las mujeres conquistar nuevos espacios de dirección y postulación en las rondas electorales. Ya hemos construido la hegemonía en el poder popular, lo que nos ha llevado a otro gran debate sobre la tercera o cuarta jornada laboral de la mujer, cuando asume el trabajo político en el poder popular con esta fuerza. Recordamos que somos el 69,9% de la jefatura de calles, y que el Clap está gestionado en casi un 80% por mujeres, así como más del 70% de la voceria de los Consejos comunales es mujer. Nos preguntamos dónde están los hombres y cómo los involucramos. Sin embargo, encontramos que la hegemonía en los órganos del poder popular no se tradujo en tantos cargos a nivel electoral. Por el contrario, mirando las estadísticas, parecía que nuestro techo de cristal era del 20-22% y no pasamos de ahí. En las gobiernaciones, las alcaldias, incluso en la Asamblea Nacional Constituyente llegamos al 23%. Un cambio, apoyado por el presidente, el vicepresidente del PSUV, Diosdado Cabello y la dirección del partido, se produjo en las elecciones parlamentarias del 6 de diciembre, cuando el total de escaños obtenidos por mujeres fue del 43%. Un abismo frente a la derecha, que eligió a una sola diputada. Ahora el desafío es romper el techo de cristal en las mega-elecciones del 21 de noviembre y conseguir cargos legislativos en las regionales y comunales.
¿Podría el sistema absolutamente igualitario propuesto para las primarias del PSUV allanar el camino?
Sí, diría que es un buen augurio que los militantes del Partido Socialista Unido de Venezuela hayan propuesto como precandidatas a 103.043 mujeres y 80.763 hombres. Estoy segura que la revolución dará un nuevo salto en la construcción del socialismo feminista, popular y fuertemente inervado al territorio, donde la lucha de las mujeres transforma su propia realidad. Por eso, desde el ministerio, hemos impulsado los Centros comunales de la mujer, para construir y territorializar este poder.
¿De qué se trata?
El Centro Comunal de mujeres es un espacio que se establece donde ya existe un poder popular organizado y consolidado y donde existen comités de mujeres e igualdad de género en las comunas. Los Comités de Mujeres identifican un espacio, el ministerio interviene para adecuarlo a la necesidad y envía allí servidores públicos a trabajar, pero la dirección política es del Comité de Mujeres, se trabaja bajo el criterio de corresponsabilidad social y control desde abajo, en el encuentro entre la institución y el poder popular. En este espacio trabaja la escuela de formación feminista del sur Argelia Laya con todos sus espacios de formación. Desde el año pasado hasta hoy, ya hay 14 centros en funcionamiento en el país, y pensamos que para fines de 2021 podrían llegar a ser al menos 30, uno por cada estado.
¿Qué importancia tuvo la experiencia en el sector metalúrgico en su formación feminista?
El estudio de la tecnología metalúrgica, que me llevó a graduarme en Tecnología de Materiales, un campo tradicionalmente dirigido por hombres, me hizo darme cuenta de que nada es imposible para una mujer. Por eso también admiro mucho a las mujeres que construyen las casas de Misión Vivienda con sus propias manos. En Antimano hay un colectivo de mujeres que construyen su propio edificio, quizás trabajando con su pequeño hijo atado al cuello. En la revolución, las mujeres están ocupando todos los espacios tradicionalmente considerados prerrogativa de los hombres, por ejemplo en la Fuerza Armada Nacional Bolivariana. El año pasado, por primera vez, tuvimos Alférez mayores en el ejército, después de 200 años de historia del ejército, y una Alférez importante en la Guardia Nacional Bolivariana. Y la Almiranta Carmen Meléndez fue una de las pocas mujeres a cargo del Ministerio de Defensa en el mundo. Esa primera experiencia mía también me puso en contacto con la riqueza de nuestro país, especialmente en la parte sur. Me hizo entender por qué Chávez quería construir grandes ciudades en el sur, para aprovechar al máximo nuestros recursos. Porque el verdadero poder no es tanto tener las primeras reservas de petróleo del mundo, ni tener coltán y otros minerales importantes, sino reconocernos como pueblo, saber que esos recursos nos pertenecen y que debemos defenderlos, por tanto ocupar y organizar el territorio. La técnica metalúrgica me acercó a la industria básica de nuestro país y me permitió observar la organización de los trabajadores a partir de la industria básica. Me siento muy orgullosa de esa profesión, que ejercía durante algún tiempo, antes de que la política y el huracán bolivariano me llevaran a otros cargos. Mantengo el método de planificación, una necesidad constante en cualquier tipo de cargo político. Es necesario planificar con la misma precisión con la que se planifica un proceso productivo o la construcción de una estructura, midiendo siempre los avances y generando las condiciones de mejora. El método impuesto por Chávez a los servidores públicos, antes llamados funcionarios, es muy exigente, nos lleva a planificar y actuar constantemente. Recuerdo la imagen de la administración pública difundida durante la IV República, que mostraba secretarias empeñadas en pintarse las uñas y empleados ociosos que ganaban dinero sin trabajar, como parásitos de la clase obrera. Chávez ha remodelado el sector público. Al dirigir una institución, tienes que planificar constantemente y ser muy disciplinado, lo que significa que no siempre haces lo que quieres, pero tienes que hacer todo con pasión. Y hay momentos para debatir, y otros para hacer planes y cumplir instrucciones, reuniéndose con otras metodologías que nos indican las comunidades.
¿Cuáles, por ejemplo?
Por ejemplo, la cartografía social, un ejemplo de planificación consciente del poder popular en el ejercicio de gobierno que te hace entender que la revolución llegó para quedarse, y por qué la derecha insiste en leer una sociedad que existió hace treinta años y ahora está cambiada. Con este sistema de mapeo, una de nuestras jefa de comunidad puede decirle cuántas personas viven en su comunidad, cuál es la clasificación de edad, cuántos estudian, cuántos están registrados en el sistema Patria, qué infraestructuras gubernamentales funcionan. Todo esto está centralizado y nos permite conocer lo que está pasando en las comunidades en base a esta metodología chavista de gobierno, que ahora también se aplicará a los servicios, para optimizar lo poco que tenemos.
Desde el ministerio se propone el debate sobre el sujeto-mujer como sujeto histórico de esta nueva etapa. ¿En qué términos se desarrolla la discusión?
Sí, estamos abriendo este debate. La pandemia ha puesto de relieve tanto la miseria que las extraordinarias virtudes del ser humano, así como la bajeza que mueve el sistema capitalista: basta con mirar los intereses que operan en la comercialización de vacunas. La pandemia también ha puesto todos los datos sobre la pobreza extrema bajo los ojos. Según el Banco Mundial, poco más del 50% de los 700 millones de personas en situación de pobreza extrema son mujeres. La FAO dice que el 80% de los alimentos cultivados y procesados es el resultado del trabajo de las mujeres, quienes, sin embargo, reciben solo el 1% de la ayuda técnica y financiera que se brinda. Si cruzamos estos tres datos -la ayuda técnica financiera, el aporte de las mujeres en la producción y que más del 50% de la pobreza extrema es mujer- nos damos cuenta de que estas trabajadoras son las más explotadas de los explotados, el sujeto histórico llamado a construir el socialismo y transformar esta realidad que nos oprime. Un sujeto que, actuando unido y consciente de su propia fuerza, puede des-patriaralizar la sociedad, liberando a la humanidad de todas las formas de opresión. Como feministas invitamos a los hombres a unirse, abandonando los estereotipos con los que el sistema capitalista intenta descalificar nuestra lucha. Ahora mismo, somos el sujeto histórico que está construyendo el socialismo del siglo XXI, luchando contra el capitalismo y contra la explotación de la Madre Tierra, por la distribución equitativa de los recursos, y con la conciencia de estar a la vanguardia en todos los ámbitos de lucha, como la pandemia también ha mostrado. En el sector salud, a nivel global, las mujeres representan el 75%, pero solo tienen acceso al 20% de los espacios de toma de decisiones. Partiendo de la escuela de formación feminista, hacemos un llamado a definir este feminismo del siglo XXI, respetando los orígenes de nuestra teoría, que es fundamentalmente europea, pero reconociendo también nuestras raíces específicas indígenas afrodescendientes latinoamericanas desde las que lanzamos esto debate diciendo “Mujeres de todo el mundo unidas”. Como mujeres de la revolución tenemos claro que necesitamos construir una plataforma de encuentro, como dijimos durante el Congreso Bicentenario, en honor al aporte de quienes nos precedieron: las heroínas que, como Juana Ramírez, la Avanzadora, lucharon, vestidas de hombres, en la Batalla de Carabobo. Hoy es más necesario que nunca luchar, pero ya no necesitamos disfrazarnos.