Gustavo Borges Revilla: Sobran perdedores

Analista. Director del portal Misión Verdad.

—¿Qué lectura le da a las elecciones del 21 de noviembre?
—Han estallado por los aires todos los mitos que se trataron de imponer contra Venezuela como una verdad absoluta. El país no está en colapso, no existe ninguna dictadura, no hay crisis humanitaria ni la gente se está muriendo de hambre. Por el contrario, vimos una muestra más de madurez, calma y entusiasmo por la participación, cosa que a nosotros los venezolanos nos suena a cliché, pero cuando miras las estadísticas históricas de participación en elecciones de otros países, reconfirmas que lo de Venezuela es un caso de estudio, esa determinación casi obsesiva por resolver cualquier conflicto yendo a votar. Por otro lado, hay una consolidación de una idea de país que no ha podido ser borrada ni con las maniobras más sofisticadas de cambio de régimen. Hay un grupo importante de la población que sigue aferrado al proyecto propuesto por Hugo Chávez y eso es innegable. El chavismo es una fuerza política sin igual en todo el continente y eso está refrendado una y otra vez por millones de venezolanos.

—Hay quienes dicen que el gran perdedor fue Estados Unidos, porque no logró fracturar al chavismo, ¿será verdad?
—Aquí sobran perdedores por donde lo mires. Estados Unidos lleva años acusando derrotas contra los venezolanos y ciertamente esta es una más. No solo no lograron fracturar al chavismo, es que no lograron fracturar el Estado ni hacer colapsar las instituciones, que como sabemos es su intención de fondo, fragmentarnos en mil pedazos para hacer imposible nuestra recomposición como opción política, como idea de futuro. Pero además de Estados Unidos pierden también los superpoderosos financistas del cambio de régimen, esos que han invertido cantidades inimaginables de dólares para fracturar la sociedad venezolana. Otros perdedores a la vista son los conserjes de las otras dos: élites europeas y latinoamericanas que participaron activamente también en la operación de colapso contra el país. El alcance de la victoria para el chavismo con estas elecciones no se mide en gobernaciones o alcaldías, se mide la consolidación de su soberanía.

—Otros dicen que la oposición tuvo una victoria política y el chavismo una victoria electoral, ¿eso también vale?
—Eso dicen los politólogos y analistas trasnochados (de izquierda y de derecha) que han visto derrumbarse delante de sus ojos todas las teorías convencionales de la política. Es control de daños lo que están haciendo por no poder confirmar ninguno de sus pronósticos. Esa visión maniquea de las coyunturas es la que nubla el pensamiento para ver los resultados reales de un proceso de participación como el del domingo: esto no era una contienda más de chavismo vs oposición, básicamente porque esa disputa ya está resuelta. Lo del 21N se trató de una nueva confirmación del país por preservar su territorio y su presente de tranquilidad y estabilidad aún en medio de la coyuntura económica tan asfixiante, es un voto de confianza a la institucionalidad. El proyecto chavista a lo largo de estos años ha logrado imponer ideas de soberanía, independencia, defensa nacional, antiimperialismo y afecto por el país. Y estas ideas ahora están siendo asumidas por nuevos grupos opositores que progresivamente vienen desplazando a los mediocres antivenezolanos que se entregaron a Estados Unidos sin condiciones. La realidad es que la gran victoria del domingo es haber reafirmado el espíritu de independencia contra los anhelos de sometimiento de los antivenezolanos.

—También dice otro analista que la Revolución está en peligro, ¿será cierto?
—La nueva normalidad impuesta por la pandemia es que todos los gobiernos en ejercicio son castigados por sus electores, nadie se salva. En casi todos los procesos electorales vistos en el mundo luego de la crisis de la pandemia, los gobiernos de turno sufrieron importantes derrotas o al menos una caída considerable del apoyo de sus votantes. Aquí ha sido distinto, ese solo hecho habla por sí solo. Que hable la realidad, no los analistas.

—¿Qué hacer? (ante la realidad electoral)
—Participar, participar y participar. Como dijo el poeta: el que se quedó pegao, se quedó pegao.
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