Earle Herrera, el cronista, el poeta, el profesor, el señor del Kiosco es el autor homenajeado (junto al centenario Aquiles Nazoa) en la Feria Internacional del Libro de Venezuela, Filven 2020, que acaba de arrancar en Caracas. A ese homenaje institucional, apoyado por el pueblo lector, se suman las voces de varios de sus amigos, un tributo breve como sus minicrónicas, aunque sin tanto brillo porque él es el maestro, claro.
Acá van. La profesora Cristina González dice que Earle es tímido, muchas veces ácido, otras muy cálido. “No es un amigo para discutir, sino para intercambiar. Una vez osé preguntarle por qué en la Constitución del 99 no se había declarado a Venezuela como país laico y me dejó perpleja su respuesta. ‘Eso no se toca’, dijo. Es conservador y también es irreverente. Es pura alquimia cuando escribe. Y es tan inamovible en sus convicciones que jamás me atrevería a confrontarlo. Cada vez que intento escribir una crónica se me aparece el Earle profesor. Nunca he encontrado a nadie que la enseñe mejor”.
La periodista Hindu Anderi expresa: “Lo conocí en la U-U-UCV. Fue mi profesor de Periodismo. Una de las materias y profesores con los cuales tuve mayor empatía. Lo defendía a capa y espada. Asalia, su esposa, fue otra de mis profesoras a quien me unió siempre el cariño y la admiración. Su hijo Simón fue como un hermano menor en Radio Nacional. Con el tiempo fue un gusto sabernos en la misma trinchera. En estos días recordamos al profesor Argenis Daza, amigo de Earle, profesor de Ética, todos orientales. Earle es del Tigre y ya eso es como si fuésemos familia. La casa de mis abuelos aún está allá en Pueblo Nuevo Norte. Earle conoció a mi tío Sami, quien murió hace casi 20 años. Me lo describió como ‘un personaje’, como si él no lo fuera… Hoy Earle es de esos tesoros que aunque no son de una sola, son tesoros igual. Y hablar de él es hablar de nuestra vida, porque él forma parte de ella. Y es bueno saber que seguiremos hablando de Earle y de la vida”.
Roberto Malaver, también profesor y humorista, escribe: “Es un amigo solidario. Su talento como cronista no ha sido superado por ninguno de nosotros. Tarde descubrimos que esa frase del buen alumno que supera al maestro, no es más que una mentira. Escritor, poeta y humorista… con esos oficios parecería suficiente para vivir cómodo y tranquilo, pero me costa que Earle está más pendiente de su familia que de él. Todavía anda adolorido por la muerte de Asalia, que el 9 de diciembre cumple un año de ausencia, y sobreponerse a ese dolor no ha sido fácil”.
Reportera de renombre y docente universitaria, Luisana Colomine suma su visión: “Comparto con Earle su amor y respeto por el periodismo, especialmente en estos tiempos en los que cualquiera se autoproclama ‘periodista’ sin serlo. No me cuadra como político pero desde esa tribuna también ha hecho aportes. Difícil estar con él y no reír ante sus inteligentes ocurrencias. Un gran amigo cuyos libros, especialmente La magia de la crónica y El reportaje, el ensayo, me acompañaron en mi inesperado oficio de ‘profesora’”.
La constituyente y abogada María Alejandra Díaz ensaya su minicrónica: “Earle es el genio que, con su chispa, nos alumbra el camino y nos alegra el día. Con su agudeza nos hace las críticas más profundas de la manera más sencilla, oportuna y pertinente. Un maestro para los que nos hemos dedicado en estos últimos tiempos a escribir. El maestro de la síntesis, de la palabra precisa, concisa, puntillosa, a veces dolorosa, ocurrente, limpia, sincera, comprometida y solidaria. Una inspiración para todos los que estamos en este camino, un ejemplo a seguir”.
El filósofo Miguel Pérez Pirela, convertido en comunicador por la revolución, revela una anécdota del Earle recién llegado de El Tigrito, que entró en contacto con la intelectualidad en Caracas: “En un viaje que hicimos a La Habana, me contó su experiencia como uno de los más jóvenes de El Techo de la Ballena. Me echó este cuento: uno de los escritores lo invitó a ir, en un Volskwagen prestado, a buscar por los lados de Bello Monte a una muchacha que supuestamente acababa de llegar de Nueva York. Estuvieron toda la noche buscándola. Cuando ya estaba amaneciendo, el escritor se sinceró: ‘No la vamos a encontrar, porque pensándolo bien, esta muchacha es un personaje de un cuento que estoy escribiendo”. Earle estaba, sin darse cuenta, participando en ese relato. Al finalizar la historia, me dijo que él no la había escrito, que yo debo escribirla. Es una deuda literaria que tengo con mi maestro”.
El ministro del Poder Popular para la Cultura, Ernesto Villegas Poljak tiene una minicrónica sobre las primeras minicrónicas de Earle: “Estaba yo de director de Ciudad Ccs y le propusimos que hiciera esa sección que, desde entonces está dictando cátedra en el género. Se me ocurrió ponerle ‘Por la goma’ y se publicó. La periodista Mary Montes le cayó encima a Earle porque le estaba plagiando el nombre de su columna de beisbol. Earle, que no masca, también se molestó, pero no con ella, sino conmigo y me escribió una minicrónica muy dura. Me tocó tragarme un sapo y asumir la responsabilidad. Le pusimos El Kiosco de Earle”.
Villegas añade una segunda vivencia que revela la excepcional profundidad y calidad del verbo de Earle. En diciembre de 2012, el gobierno debió el concierto de la Plaza Bolívar de Caracas, en vista de que el presidente Chávez se había agravado. Earle viajó desde su natal Anzoátegui a la capital solamente para hablar en el acto que se realizó en sustitución del concierto. “Fueron unas palabras muy emotivas. Hay que ser demasiado bueno hablando para sustituir un sarao con un discurso. Él lo es”.
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Otro poeta enhumorado
Aparte de escribir todos los días sus escenas de la realidad política y social, a Earle Herrera siempre le encargan otras tareas. Por ejemplo, escribir el prólogo de Poeta enhumorado, una edición conmemorativa de la Biblioteca Ayacucho del centenario de Aquiles Nazoa.
“La presentación se transforma en un texto indispensable para el abordaje de la obra y la trayectoria de Aquiles desde los ojos de la contemporaneidad. Un libro de contenidos extraordinarios de Aquiles, encuentra en el prólogo de Earle algo también excepcional. Quien quiera en Venezuela estudiar la obra de Nazoa, tendrá que seguir leyendo los análisis de Ildemaro Torres, pero también tendrá que consultar a Earle Herrera”, afirma el ministro Villegas.
Y no solo se trata del prólogo. También hizo una contribución a la interpretación del Credo de Aquiles. “Hizo unos miniperfiles de la constelación de personajes que Nazoa menciona en el Credo, y que no conocen incluso personas con una gran cultura general. Es un texto muy valioso para entender ese poema fundamental”, añadió el titular de Cultura.
En la Filven, además de varias de sus obras ya aclamadas, se publican algunas novedades, entre ellas una muy hermosa, en el género infantil, titulada Rocinante comió muchas ciruelas en el parque. En ella, dicen los que ya la leyeron, demuestra que –igual que Aquiles– Earle es otro poeta enhumorado.