Por PIA Global.
Nuevamente este 3 de enero en distintos países del mundo, pero especialmente en el área Árabe Islámica se rinde homenaje al martirio de Qasem Soleimaní comandante de la Fuerza Quds del Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica (CGRI) de Irán y del subcomandante de las Unidades de Movilización Popular de Irak, Abu Mahdi al Muhandis.
Cientos de miles de personas en la República Islámica de Irán y en Irak salieron a las calles a manifestar su dolor y su agradecimiento a quien fuera un extraordinario militar y un patriota ejemplar, martirizado por la acción artera de los criminales de las fuerzas armadas de los Estados Unidos.
En su desesperación por el respeto y reconocimiento creciente del comandante Soleimaní entre las tropas antimperialistas de la región, el gobierno de Trump ejecuto la orden de asesinar a Soleimaní y sus compañeros de armas, pensando que este evento debilitaría la moral y convicción de los combatientes que luchan por expulsarlos de los territorios ocupados a sangre y fuego.
El martirio del Teniente General de la Fuerza Quds del Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica (CGRI) de Irán, Qasem Soleimaní, ha hecho crecer su figura y enaltecido sus hazañas.
Entre todas las expresiones vertidas para caracterizar la vida y la entrega del Teniente General mártir, rescatamos las del Líder Supremo de la revolución Islámica en Irán, Sayyed Ali Khamenei quien se ha referido de esta manera sobre la persona de unos de los referentes más queridos por el pueblo islámico.
“El mártir Soleimaní era a la vez valiente y juicioso, no solamente intrépido. Hay quienes tienen audacia, pero les faltan el juicio y la inteligencia necesarios para poner bien en práctica ese coraje. Otros son juiciosos, pero no son dados a la acción o no tienen las agallas necesarias para actuar. Esas agallas sí las tenía nuestro mártir querido ―se metía sin temor en la boca del lobo, no solo durante los acontecimientos de nuestros días, sino igualmente durante la Sagrada Defensa, al mando de la División Sarolá― y, además, era juicioso, reflexionaba, planificaba y obraba de manera racional”.
“Otro rasgo suyo era que, en su actividad de comandante, de guerrero que dominaba la esfera militar, no dejaba de prestar una atención minuciosa al respeto de los límites de la ley religiosa. En el campo de batalla, a veces la gente olvida esos preceptos divinos, diciendo que no es momento para esas cosas. Él, no; él tenía cuidado: allá donde no debían usarse las armas, no las usaba. Tenía cuidado de que no se vulneraran los derechos de nadie, que no se cometieran injusticias. Tomaba precauciones que en el ámbito militar muchos suelen considerar innecesarias. Él las tomaba. Se metía en la boca del lobo, pero preservaba las vidas de los demás, en la medida en que podía. Cuidaba de la vida de quienes tenía cerca, de su entorno, de sus soldados y de los compañeros de otros países que tenía a su lado”.
“Otro aspecto importante es que, en las cuestiones internas del país ―porque en general se ha estado hablando de sus combates y actividades en la región―, no era una persona dada a partidos, facciones y similares, pero sí era en extremo revolucionario. La revolución y la acción revolucionaria eran su línea roja incuestionable. Ciertas personas no deberían tratar de diluir eso. Esa era la realidad: la de alguien fundido en la Revolución. La defensa de la revolución era su línea roja incuestionable. No era alguien que habitase el mundo de la división en distintos partidos, distintos nombres y distintas facciones, sino en el de la acción revolucionaria. Su apego a la Revolución era firme, como su apego a la línea bendita y luminosa del difunto imam Jomeiní (que Dios esté satisfecho de él)”
“Un ejemplo de ese juicio y esa valentía suya que conocen bien sus enemigos y que acaso no conozcan algunos amigos es que, con la ayuda de las poblaciones de la región y con la que él mismo prestó a esas naciones, el mártir Soleimaní logró neutralizar todos los planes ilegítimos de EE. UU. para Asia Occidental. Una persona así fue capaz de alzarse frente a los planes impulsados con el dinero y las grandes organizaciones propagandísticas estadounidenses, con las capacidades diplomáticas de Washington, con las intimidaciones que ejerce EE. UU. sobre los políticos del mundo, en particular en los países débiles, y logró neutralizar todos los planes que se habían preparado con esos medios para esta región del oeste de Asia”
“En el caso de Palestina, el plan de los estadounidenses era relegar al olvido la causa palestina y mantener a los palestinos en un estado de debilidad tal que ni osasen hablar de lucha. Él equipó a los palestinos cuando tenían las manos vacías, haciendo que una región minúscula de apenas un palmo de tierra, como es la Franja de Gaza, resistiera frente al régimen sionista, con toda su petulancia, y les causara tal estropicio que en 48 horas estuvieran pidiendo un alto el fuego. Eso es obra de Hach Qasem, que los sacó de su indefensión; hizo que pudieran alzarse y resistir. Eso es lo que una y otra vez he oído de los hermanos palestinos. Yo lo sabía, claro, pero ellos venían y daban testimonio. En numerosas visitas que nos hicieron los dirigentes palestinos, todos lo decían”.