Ángel Miguel Bastidas
Interpretando los guarismos de la silenciosa y casi clandestina jornada de recolección de firmas, que ha debido expresar la voluntad del 20 por ciento del actual patrón electoral, en un intento por activar el referendo estipulado en el artículo 72 de la Constitución Nacional de la República Bolivariana de Venezuela, para sacar a Maduro, recordamos lo que afirmara en su “Arte de la Guerra”, por allá, entre los siglos VI y V a.C, Sun Tzu.
Y hablar de guerra en esta circunstancia no es nada descabellado, porque también hace mucho tiempo el prusiano Carl Von Clausewitz y el príncipe Maquiavelo, afirmaron que la guerra era igualmente política, aunque por otros medios. Si queda alguna duda veamos cómo Mr. Biden ha construido con la fulana crisis del este europeo, entre Rusia y Ucrania, que a esta altura ya le ha deparado al imperio del norte una apreciable botija de billetes verdes con la venta de tanques de guerra, cañones, cohetes y todo tipo de aparato que eche plomo parejo.
Total, como guerra es guerra, y en toda confrontación de ese tipo tiene que haber batallas, como la del miércoles 26 (el 26E) donde esa oposición, la más testadura del abanico político multicolor derechista, que tan sólo pudo sumar 42.221 rúbricas (un promedio de 32 por mesa), se cumple la conseja del sabio Sun Tzu, quien, profundizando en la materia bélica como parte de la política, afirma que la mejor batalla es la que se gana sin combatir.
Consideraba el estratega chino…” que la forma más elevada de la estrategia era la que permitía persuadir, someter al contrario sin combatir, conquistar su ciudad sin ponerle sitio, y derrocar su gobierno sin derramamiento de sangre”, es decir, que planteaba la guerra en término no estrictamente militar, sin destrucción y muerte.
Mesa de diálogo
La mesa de diálogo convocada por el “el reeeegimen”, con escenario en la capital azteca, en el mes de agosto del pasado año, es buen ejemplo de la particular batalla de la cual nos habla el erudito chino, quien agrega que la guerra es el arte del engaño, como también lo afirmaran en su momento Maquiavelo y Clausewitz.
Al firmarse el memorando de entendimiento, ese 13 de agosto del 2021, quedaba constancia oficial de una batalla silenciosa sin tiros y sin bajas que lamentar, a favor del equipo que encabezó el presidente del parlamento venezolano Jorge Rodríguez Gómez.
La corresponsal de El País en México, Sally Palomino, comentó palabras expresadas por un vocero de la oposición minutos antes del primer encuentro. “El primer punto de nuestra agenda es el electoral. Esta ronda puede enfocarse en quizás la condición más importante para muchos actores: que se logre una observación internacional imparcial, que para algunos es una condición básica para tener la garantía de que se respetará el resultado de la elección”, pero lo cierto es que al firmar el memorando de entendimiento quedaba clarito el reconocimiento al gobierno de Maduro, quien así se anotaba la mejor batalla.
El 26E
Tras cumplirse en México la última batalla sobre la mesa, llegaron las megaeleciones, con lo de Barinas incluido, que la hueste guaidonera interpretó como un trampolín hacía una victoria segura frente a las 1200 mesas de recolección, pero una vez más se cumplía la conseja de los grandes estrategas que recomendaban conocerte a ti mismo y las condiciones de tu adversario antes de ir a la batalla. En este sentido estaba fresco el revolcón del 21N, donde a pesar de haber perdido en el Zulia y Barinas, el chavismo se había adjudicado 19 gobernaciones y la importante alcaldía de Caracas.
Al parecer, se había entendido el mensaje que había enviado a través de las redes Tania Díaz, llamando a tareas más urgentes, con lo cual advertía que lo de las firmas no estaba en la agenda chavista y así fue, pocos hablaron del tema, aunque algunos se confundieron con unos stikers de la derecha.
Pero no conforme con sendos revolcones en menos de dos meses, el pupilo de Gonzalo Gómez, el de Aporrea y su Marea Socialista, Nicmer Evans, uno de los culpables de la debacle opositora de nuevo tipo, brincó en busca de un segundo aliento acusando a la Junta Nacional Electoral de haberse pasado de maraca con las normas de la recolección de firmas, demostrando que aún no ha leído bien la Constitución Bolivariana de Venezuela ni el art. 29 del reglamento vigente: “No se le puede pedir peras al horno”…diría Rosales.
Ángel Miguel Bastidas