Por José Manzaneda*
Consulta popular del Código de las Familias
En más de 78 mil asambleas, desarrolladas en las calles de toda Cuba, se está discutiendo el nuevo Código de las Familias, con el objetivo de recoger opiniones que lo modifiquen y enriquezcan, antes de ser sometido a referéndum (1).
El texto representa un avance legislativo en temas muy diversos, desde el reconocimiento de la pluralidad de tipos de familia, hasta la posibilidad del matrimonio y la adopción para parejas del mismo sexo, pasando por la protección de menores, la violencia machista o el respeto a la libre orientación sexual (2).
Este proceso de discusión democrática masiva es otro más de los varios realizados en Cuba en la última década. En 2011, la propuesta de transformaciones en el modelo económico del país se modificó en 160 mil asambleas (3), y en 2018, la nueva Constitución, en 130 mil (4).
En el mundo, son pocos los lugares donde se pongan en práctica fórmulas similares de participación popular masiva. Lo que no impide que los grandes medios descalifiquen la consulta cubana por ser un «debate controlado» (5). Un reportaje de France 24, órgano oficial del gobierno de París, presentaba como “voz experta” sobre este asunto a Freedom House, organización vinculada a la CIA y sostenida por el Departamento de Estado de EEUU, que aseguraba que la consulta de Cuba no es “participación política auténtica y autónoma” (6). Evidente. Es mucho más “auténtica y autónoma” la participación en EEUU o Francia que, sencillamente, no existe: ni para una ley de este tipo, ni para reformar la Constitución, ni para aprobar una reforma económica o laboral.
Mientras, los medios de la contrarrevolución cubana financiados por Washington que, durante años, han hablado hasta la saciedad de la supuesta “homofobia institucional” en Cuba, ahora hacen campaña contra el citado Código, dando voz a personas que se oponen al llamado “matrimonio igualitario” (7) y, particularmente, a la Iglesia Católica, que asegura que la ley cubana está “permeada por la `ideología de género´» (8).
El citado Código está sufriendo, además, un ataque permanente de fake news. Para presentar, por ejemplo, el nuevo término de “responsabilidad parental”, sustitutivo de la “patria potestad”, como la supuesta “entrega” de los hijos e hijas al Estado cubano (9). Una monstruosa mentira, similar a la que provocó, en los años 60, el drama de la llamada Operación Peter Pan, por la que 14 mil menores fueran evaluados a EEUU y perdieron, durante años, el contacto con sus familias (10).
El Código de las Familias es un duro golpe a dos asentadas matrices de opinión: la que señala como homófoba y la que acusa de antidemocrática a la Revolución cubana. De aprobarse, colocará a Cuba por delante de la mayoría de países del mundo en legislación sobre género y respeto a la diversidad. Haciéndolo, además, con la participación directa de la población. Por eso necesitan destruirlo con un basural de mentiras (11).