Por Tony López R*. Especial para PIA Global.
A 24 años de la desaparición física del comandante Manuel Piñeiro. Barbaroja.
El 12 de marzo se cumplieron veinticuatro años de la desaparición física del comandante Manuel Piñeiro Losada, conocido nacional e internacionalmente como Barbaroja. Que este modesto y sentido articulo sirva de recordación a uno de los hombres cuya historia revolucionaria estuvo ligada al quehacer del movimiento revolucionarios latinoamericano y caribeño, africano y asiático y a la política internacional de la Revolución Cubana.
Como vice ministro primero, del recién creado Ministerio el Interior el 6 de junio de 1961, Piñeiro se había dedicado junto a otros compañeros a la formación de los órganos de la Seguridad del Estado, entre ellos con Osvaldo Sánchez, Abelardo Colomé Ibarra y otros heroicos combatientes revolucionarios, que desde el mismo 1eo de enero del año 1959, cuando triunfa la Revolución tienen que enfrentarse a la furia del imperialismo estadounidense.
El joven proceso revolucionario liderado por el Comandante en Jefe, Fidel Castro Ruz, tuvo que enfrentarse a las más sanguinarias acciones que Estados Unidos, apoyados inicialmente por criminales esbirros de la dictadura de Batista y sectores de la derecha cubana radicados en Miami, organizaron estructuras y bandas contrarrevolucionarias en dicha ciudad y en el interior de Cuba.
Acciones terroristas desarrolladas en los primeros años de la Revolución, las que fueron acompañadas con un brutal bloqueo económico y comercial que se puso en marcha desde el mismo año 1959 cuyo propósito era procurar la insatisfacción popular, por las carestías, el hambre y la miseria, que sirvieran de base a una oposición contrarrevolucionaria. Conducta que aún hoy a 63 años se mantienen.
Frente a esa política, que llegó a tal extremo, que además de las bandas asesinas que organizaron en varias regiones del país y especialmente en el macizo montañoso del Escambray, organizaron un ejército de mercenario entrenados y dirigidos por la CIA, desde el año 1960 en Guatemala y Nicaragua de donde partieron para desembarcar en abril de 1961 por Playa Girón, en la Bahía de Cochino, escenario donde el imperialismo yanqui con sus más de 1500 mercenarios, aviación incluida y apoyo logístico, tuvo la primera y humillante gran derrota militar en nuestra región.
Es a toda esa acción que los órganos de nuestra querida Seguridad del Estado, G-2, tuvo que enfrentarse y que hoy a 63 años del triunfo revolucionario se enfrenta con profesionalidad, respeto y heroico trabajo. Fue en aquella época donde Piñeiro juega un papel destacado, junto con una pléyade de hombres y mujeres que entregaron sus vidas en el silencioso trabajo de la seguridad, y como nos decía Barbaroja, ustedes son hombres y mujeres del silencio.
Gracias a su trabajo como vice ministro primero, al frente de los Órganos de la Seguridad. La penetración al interior del enemigo y solidaridad internacional, lograda por esa delicada labor de información de la inteligencia cubana sobre el plan de intervención militar de Estados Unidos en Cuba, los llevó al más absoluto y humillante fracaso.
Con la información recibida y detectada con tiempo y las medidas tomadas y ordenadas por nuestro Comandante en Jefe, de detener y desarticular las organizaciones contrarrevolucionarias y células internas en la cual Piñeiro jugo un papel importante en su ejecución al neutralizar el plan enemigo. Y la de Fidel, de ponerse al frente de toda aquella aguerrida tropa de milicianos, del batallón de la Policía Nacional Revolucionaria y del Ejército Rebelde, en la zona del desembarco mercenario para enfrentarlos fue el resultado de una gran victoria militar que solo duro 64 horas.
No resulta fácil hablar de una paradigmática figura como la del comandante Manuel Piñeiro Losada, y expresar en pocos párrafos todo lo que significó y significa para nuestro pueblo y los de Nuestra América indo latinoamericana y caribeña. Ello es un verdadero desafío.
Difícil además porque estoy escribiendo de alguien a quien, por la discreción de sus funciones y misiones realmente no conocimos en todas sus facetas y dotes naturales de su personalidad. Sus acciones y muchas de ellas se quedarán cortas y mucho quedará por conocer. Precisamente ese carácter compartimentado de su actividad o una visión simplista de su labor puede haber llevado a algunos a no comprender la amplitud y la esencia política reales de la misma.
Nuestra juventud y pueblo debe conocer la estatura política y dimensión de Barbaroja, dado su importantísimo papel en la Revolución como ayudante, y subordinado directo y personalizado, amigo e interlocutor prácticamente cotidiano con el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, en los complejos quehaceres de la elaboración y ejecución de la política exterior antiimperialista y la acción internacionalista de nuestra Revolución.
Su histórico legado, desde su discreta y callada labor en defensa de la soberanía e independencia de Cuba, lo coloca en un alto sitial de honor. Su apasionada entrega solidaria e internacionalista con la lucha de los pueblos excluidos y oprimidos de nuestra América y de otras latitudes y al trabajo de influencia política en la región, lo sitúa como uno de los combatientes más destacado, leal y firme en ese empeño, a las órdenes del Comandante en Jefe.
Como ser humano maravilloso; para algunos un jefe que era maestro y amigo, que infundía respecto a la vez que era accesible y jovial. Ya en el plano familiar, alguien quien potenciaba casi todo su tiempo para el quehacer revolucionario, quien empataba las madrugadas con el día y apenas descansaba, no obstante, era tierno y amoroso en el seno familiar, y pudo sacar momentos para leerles cuentos y regodearse en el juego con sus hijos. Manolito y Camila eran su pasión junto a su pequeña nieta.
Nacido en Matanzas el 14 de marzo de 1933, fruto de una familia de emigrantes españoles “gallegos” y, el menor de los tres hijos del matrimonio de Serafín Piñeiro y Elisa Losada, creció en un ambiente familiar económicamente acomodado, pero donde se inculcaba la ética del trabajo, de vivir con honradez y el espíritu de justicia. Se educó alternando sus estudios con el trabajo en el Café la Dominica de la cual eran dueños la familia Piñeiro Losada.
El golpe de Estado del 10 de marzo lo encontró finalizando sus estudios de bachillerato. Como otros muchos estudiantes, se declaró contrario al régimen batistiano y se vinculó a protestas estudiantiles contra la dictadura. Alertados y con el fin de alejarlo de tan convulso escenario, su madre tomo la decisión de enviar a su amado Manolito a estudiar a los Estados Unidos.
En Estados Unidos se desarrollaron aún más sus inquietudes políticas y su visceral rechazo a las desigualdades sociales, la discriminación que pudo apreciar durante sus estudios en la Universidad de Columbia en Nueva York. Allí su ya descollante figura entre el estudiantado latinoamericano, lo llevó a que lo eligieran Secretario General de la organización de estudiantes latinos en aquel centro de estudio. Allí conoció a su primera esposa la estadounidense Lorna Burdsall, con la que tuvo su primer hijo Manuel Kahlil.
Regresa a Cuba ese año 1955, se conecta con el ambiente antidictatorial y en agosto por decisión de la Dirección Nacional del Movimiento 26 de Julio se constituye la Dirección Provincial en Matanzas y Piñeiro queda al frente de las Brigadas Juveniles y Estudiantiles, en reunión efectuada en Jovellanos, presidida por Antonio “Ñico” López, Faustino Pérez, Aldo Santamaría y el propio Piñeiro.
Simultáneamente ejecuta actividades conspirativas y acciones contra la dictadura. Ya bajo la mira de las fuerzas represivas, la dirección del Movimiento le instruye ubicarse en La Habana, donde, continúa, con el apoyo de su esposa Lorna Burdsall, desarrollando ambos riesgosas e importantes actividades revolucionarias, incluyendo el trasiego de armas que hizo llegar a la Sierra Maestra.
Cuando la situación lo exigía se le indica trasladarse a las montañas orientales. Incorporado en julio de 1957 a la Columna No 1 dirigida por Fidel, Piñeiro participó en numerosos combates en la Sierra Maestra, destacándose por su tenacidad en la lucha, arrojo y valentía. Luego de participar en el segundo combate de Pino del Agua, Fidel decide al apreciar sus cualidades y valentia, integrarlo a la Columna 6 Frank País al mando de Raúl Castro para fundar el II Frente Oriental en la Sierra Cristal.
En el II Frente muy rápidamente Piñeiro se destacó por su versatilidad, inteligencia y laboriosidad, por lo que el Jefe del Segundo Frente comenzó a darle diversas tareas de dirección. Piñeiro fue un puntal inseparable de Raúl; un combatiente capaz de unir, atraer, organizar y controlar, un hombre intachable.
Para conocer la valía y las características de Piñeiro, conozcamos lo que, sobre él señalo el comandante Augusto Martínez Sánchez, miembro de la comandancia del II Frente, señala “Piñeiro fue ascendido a capitán y nombrado Inspector territorial y miembro de la comandancia central; era incansable y se movía por todo el territorio que ocupábamos”.
“El “gallego”, como le decíamos, añadió, era la exploración necesaria para detectar todo lo que podía ser un elemento de importancia política y militar en el desarrollo de la guerra. Su presencia se hacía notar en los lugares de mayor peligro y aportaba seguridad, firmeza y confianza.”.
Como Jefe de la Dirección de Personal e Inspección, Piñeiro tenía subordinada a esa dirección las secciones de Radio, Claves y Mapas Militares, Personal, Radio y Comunicaciones, inspección territorial y la sección de Policía Rebelde e Inteligencia. O sea, concentraba todo lo relacionado con los aspectos más secretos de la guerra, pero también con un alto contenido político.
El 28 de diciembre del 1958 luego de la toma de Palma Soriano por las fuerzas rebeldes dirigidas por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, junto a otros seis destacados combatientes guerrilleros, Manuel Piñeiro es ascendido al grado de comandante.
El 1ºde enero por órdenes de Fidel, Piñeiro permanece en Santiago junto a Raúl para asegurar la recién ocupada ciudad. En la primera semana de febrero de 1959, Raúl viaja a La Habana y a propuesta de Raúl y por órdenes del Comandante en Jefe, Piñeiro es nombrado como Jefe de la Plaza Militar de Santiago.
Como ejemplo de su temprana visión e impronta políticas, está el impulsó que dio a la organización y festejos del 1º de mayo en Santiago de Cuba lo que preocupó no solo a la burguesía criolla, también al imperialismo, pues Piñeiro junto al Che, desfilan en homenaje al Día del Trabajador, pero como nota sobresaliente, en ese acto desfila por primera vez en Cuba una representación de la milicia obrera y campesina cuyo mentor obviamente era Piñeiro. Ese hecho definía claramente la posición política del barbado jefe del Ejército Rebelde en la provincia de Oriente.
A mediados de 1959 se incorpora al Estado Mayor del Ejército Rebelde en La Habana, pasa fugazmente por la PNR y en los últimos meses de 1960, bajo el nombre de Celestino Martínez, como consta en el pasaporte que utilizó en ese viaje, totalmente afeitado y sin su llamativa barba roja, parte a Moscú y se incorpora, en la mayor secretividad sobre su identidad, a un curso de Inteligencia en la escuela de la KGB.
En una carta que le envía a su esposa Lorna, le cuenta “estoy en una finquita, alejado de todo y cada vez más clandestino “Tenemos que prepararnos, porque la lucha será muy larga y frente a enemigos poderosos”.
Al regresar a Cuba inicia un intenso trabajo junto a otros compañeros en la formación de los Órganos de la Seguridad del Estado. Como sabemos, el 6 de junio de 1961 se funda el Ministerio del Interior, teniendo al comandante Ramiro Valdés como ministro y a Manuel Piñeiro como Vice-ministro Primero. Desde ese momento y con un pequeño grupo de jóvenes oficiales, comienza a conformar la Dirección de Inteligencia, que llevó el nombre de Departamento M que devino unos años más tarde en la Dirección General de Inteligencia (DGI).
Más tarde, se crea, el Vice ministerio Técnico con Piñeiro al frente y dependiente de él, la Dirección de Liberación Nacional del Ministerio, dedicada a la atención del movimiento revolucionario democrático y progresista, África, Asia y especialmente de América Latina y el Caribe, en una etapa en que había venido arreciando el intervencionismo estadounidense contra la soberanía de los países de Nuestra América y proliferaban las dictaduras militares y regímenes entreguistas.
Ese trabajo internacionalista y nuestros aportes solidarios con aquellos que luchaban y luchan en nuestra región, tanto en el plano político y operativo como lo fue en su momento y estuvo siempre dirigido a empoderar a esas fuerzas democráticas y revolucionarias en América Latina y que alcanzaran la soberanía e independencia de sus pueblos.
Entre las muchísimas y delicadas misiones que él dirigió, cumpliendo a pie juntillas las directrices del Comandante en Jefe y del Che, estuvo la llamada Operación Camilo Cienfuegos, que implicó burlar a la CIA y a todos los servicios de la Comunidad de Inteligencia yanquis y sus acólitos en la región, al lograr trasladar al Che y a grupo de heroicos combatientes desde Cuba a Bolivia, para iniciar la gesta guerrillera en ese país, sin que pudieran ser detectados. Y así fue.
Un camino de dos vías, en el que nuestra ayuda de principios a los pueblos en lucha y la red de amigos que se construyó han alimentado y ayudado a generar, como contrapartida, el acompañamiento y la amistad que los pueblos de la región y del mundo han retribuido también solidariamente a la Revolución Cubana. Eso es parte fundamental de la visión estratégica del Comandante en Jefe quien tuvo en el Comandante Piñeiro el brazo ejecutor de esa desinteresada pero firme apoyo solidario e internacionalista.
La historia se encargará de recoger estas acciones y hechos, cuyos antecedentes están basados en las posiciones políticas, revolucionarias, independentistas e integracionista de Bolívar y Martí y cuyo ejemplo e influencia tuvo que ver en el ideario de Piñeiro, del Che y Fidel en su compromiso con lograr una América Latina y caribeña verdaderamente independientes y unidas.
Eran tareas de envergadura política muy apropiadas para la estatura de Piñeiro. Como tales y en nuevas circunstancias, a propuesta del Comandante en Jefe, en 1975 se crea el Departamento América, como parte del aparato auxiliar del Comité Central de Partido Comunista de Cuba y que continuaría desempeñando un importante papel en el desarrollo de las relaciones e influencia política en nuestro Continente.
El discreto y callado trabajo de Piñeiro y su equipo de oficiales y funcionarios en la defensa de la Revolución sobre todo las que tenían que ver con el apoyo al movimiento revolucionario y a las fuerzas políticas progresistas y democráticas en nuestra región, la que también se revertía de apoyo a la Revolución Cubana.
Dedicó innumerables horas a ampliar las relaciones de Cuba con prácticamente todos los sectores políticos y sociales de este continente, sin importar las posiciones ideológicas y la militancia partidista, siempre y cuando existiese un ápice de nacionalismo y honestidad.
En la amplitud de su labor llegó a los sectores más improbables, militares, conservadores, reformistas, religiosos, siempre bajo el principio fidelista que el espacio que no cubres lo ocupa el enemigo. Nunca en tales quehaceres hizo concesiones de principios. Era capaz de dialogar con disimiles interlocutores y debatir respetuosamente. Nos educó que con ‘teques’, es decir con discursos retóricos no se resolvían las diferencias. Indicaba no intentar convencer nunca a una persona ideológicamente diferente, sino lograr tener una relación fructífera para los dos.
Trabajó incansablemente a favor de la unidad de las fuerzas revolucionarias, nacionalistas y antiimperialistas, y nunca les ocultó que la defensa de la independencia y soberanía en este continente no serían posibles sin que, finalmente, de una forma u otra, se confrontara a los Estados Unidos.
Ni lo influyo el poder ni sobrevaloró su inteligencia. Te obligaba a pensar todos los días y en cualquier momento se aparecía con la última noticia del país que atendíamos y usaba su frase, ¡siempre en la viva!; gato ahí, que el enemigo puede venir por este lado y así era.
Exigente, pero no autoritario, siempre pedía las cosas de favor, profundamente humano, se preocupaba por la familia de los compañeros y se preocupaba de todos sus subordinados sin importar rangos, por quienes más se interesaba era por cualquier situación personal o de salud de los compañeros y de su familia, fueran secretarias, choferes, empleados de servicio o jefes de buró o sección.
Su querida esposa Martha Harnecker cuenta: “en noches y fines de semana entraba y salía gente de nuestra casa, eran compañeros cubanos, latinoamericanos y de otras latitudes, venían a buscar consejos y orientaciones, mientras que él satisfacía su avidez de información acerca de sus países. Manuel sabía darse tiempo para escucharlos con atención y nunca olvidaba preguntarle por sus asuntos personales: la familia, sus hijos, en fin, por lo que a él le caracterizaba como ser humano”.
Sirva este breve y limitado recuento de las actividades y acciones de Manuel Piñeiro Lozada, en el 24 aniversario de su fallecimiento y no olvidar nunca su ejemplo y el camino a seguir en la lucha de nuestros pueblos por lograr su verdadera soberanía e independencia. Honrar Honra.
Notas:
*Periodista, politólogo, analista internacional. Colaborador de PIA Global
Imagen de portada: El comandante Barbaroja en el centro de la lucha revolucionaria.BarbarojaCuba revolucionariaEEUUInternacionalismo