Alejandro Petión era mulato, hijo de un francés y una mujer morena liberta. Se formó como oficial del ejército colonial galo. Pero es difícil encontrar a alguien que haya hecho más que él por lograr la abolición de la esclavitud de los negros, no solo en Haití, sino en toda América.
La forma como llegó a ser el presidente de la primera república liberada de la región latinoamericana-caribeña es un trozo sustancial de la historia haitiana, en el que se evidencia el heroísmo pionero de la negritud, pero también los terribles dramas que han zarandeado, desde entonces y hasta la más inmediata actualidad a la nación que, junto a República Dominicana, ocupa la isla de La Española.
Tremendas tensiones tuvieron que resolverse entre los grandes líderes de la insurrección haitiana (Toussaint Louverture, Jean-Jacques Dessalines, André Rigaud, Henri Cristophe y el propio Petión), un proceso que comenzó bien temprano, en la década de los 90 del siglo XVIII, varios años antes que las ideas emancipadoras tomaran cuerpo en el continente. Y es que todos ellos querían liberarse del yugo francés, pero varios sucumbieron ante las tentaciones personalistas, llegando incluso a asumir el poder autocrático o hacerse dueños de plantaciones y amos de sus compatriotas esclavizados.
De principio fue su contradicción con Cristophe, quien controló una parte del país como emperador, manteniendo la esclavitud de sus compañeros. Este personaje, contrafigura de Petión en múltiples sentidos, era partidario del aislamiento de Haití, mientras Petión lo fue, de manera militante, del internacionalismo revolucionario.
Petión era un republicano formado en las ideas liberales que habían inspirado pocos años antes la Revolución Francesa. Y fue como tal que asumió el gobierno del naciente país. Y fue desde esa perspectiva que promovió la independencia de las colonias españolas, pero con apego a la verdad puede decirse que fue mucho más lejos que los líderes de la Francia de 1789 porque hizo todo lo posible para que la liberación no fuese solo una ruptura con la metrópoli expoliadora, sino también una revolución social que tuviera como base la abolición de la esclavitud.
Debido a esa visión integral de la descolonización, Petión apoyó las tentativas de Simón Bolívar con embarcaciones, armas, municiones, soldados y hasta una imprenta, con la única condición de que el Libertador venezolano, al conseguir su objetivo, decretara la liberación de los esclavos.
El gesto de apoyar a Bolívar está cargado de significados. En primer lugar porque lo hizo en el tiempo en que el movimiento independentista venezolano había encajado una dramática derrota. El Libertador estaba exiliado en Jamaica cuando decidió solicitar la ayuda del flamante presidente haitiano. Su iniciativa fue clave para que el resto de los líderes patriotas, que estaban también en el destierro, se unificaran y reconocieran a Bolívar como el Jefe Supremo.
Un segundo hecho notable es que Petión apoyó, no una vez sino dos veces, a Bolívar en su empeño de retomar la lucha mediante un desembarco por el Caribe. Tras el fracaso de la Primera Expedición de los Cayos muchos habrían dicho que ya no podían destinar más recursos a eso, pero Petión lo hizo de nuevo.
Algunos historiadores afirman que Petión pudo haberse negado a sostener la segunda expedición, tomando en cuenta que la postura de Bolívar respecto al asunto central de la liberación de los esclavos había sido algo ambigua. El Libertador había declarado que quedarían libres los que se sumaran al ejército patriota, es decir, que había impuesto una condición bastante arriesgada, pues el conflicto con España estaba en los tiempos de la guerra a muerte.
Ya para la segunda expedición, Bolívar asumió una posición más decidida, en buena medida por la insistencia de Petión.
Bolívar tenía sus buenas razones para ir con cautela en este terreno, pero siempre tuvo claro que el planteamiento de Petión era no solo el más justo, sino también el más avanzado de todos. Por algo calificó al Haití dirigido por su fraternal aliado como un ejemplo para los países libres de todo el orbe.
Y es que, por debajo de la lucha por la Independencia, corría la pugna de los grandes terratenientes opuestos a la abolición. Una prueba de ello es que en 1819, pese al enorme liderazgo que había consolidado, Bolívar no logró que la Constitución emanada del Congreso de Angostura acogiera plenamente la libertad de los esclavos. Tampoco lo consiguió luego de la fulgurante victoria en la Batalla de Carabobo, en 1821, cuando lo requirió al Congreso de Cúcuta. Esta medida solo se tomó en Venezuela en 1854, casi cuarenta años luego del decreto de Bolívar.
Bolívar nunca escatimó agradecimientos a Petión, al punto de haber dicho: “No sé si debiera nombrarlo como el autor de nuestra libertad”. Incluso le habló de erigir un monumento en su honor, a lo que el prominente haitiano respondió: “No, ni siquiera pronunciéis nunca mi nombre. Mi único deseo es ver libres los pueblos que gimen bajo el yugo de la esclavitud. Haced libres a mis hermanos y quedaré pagado”.
Petión no solo apoyó a Bolívar en su empeño por regresar a la lucha por la Independencia. También respaldó a patriotas de México y a las fuerzas de José de San Martín que peleaban en el sur.
El Comandante Hugo Chávez –que, como bien se sabe fue un apasionado de la trayectoria de Bolívar–, escribió en 2010, en su columna impresa Las Líneas de Chávez: “Allí, en contacto con la realidad de la República más democrática del mundo (según sus palabras), Bolívar terminó de forjar el temple de su espíritu revolucionario. Haití es, entonces, tierra santa para nosotros y nosotras”.
Fue coronel francés
“En la ciudad de Port-au-Prince, el 2 de abril de 1770, nació este hijo glorioso de la pequeña República de Haití. Hijo de un colono europeo de nombre Sabes y de una joven llamada Úrsula, perteneciente a una clase social sobre la cual pesaba en Haití el régimen colonial francés. La madrina le llamaba ‘Petiot’ por cariño. El padre no le había dado su apellido y la joven madre no tenía tampoco ninguno que darle. El joven Alejandro adoptó el (…) Petión, que supo más tarde ilustrar y honrar, con sus grandes virtudes cívicas”, escribió en 1944 la legendaria reportera venezolana Carmen Clemente Travieso.
“Su primer aprendizaje fue la herrería. Se hizo platero y más tarde sentó plaza de soldado raso en el cuerpo de Cazadores de la Milicia. A los 20 años figura entre los promotores de la insurrección contra el régimen colonial”, agregó.
En 1802 Petión volvió a Haití con las tropas enviadas por Napoleón Bonaparte. Era, para entonces, un coronel francés, pero había creído las promesas de que habría una emancipación gradual de los esclavos y una pacificación del país. Por el contrario, el ejército colonial llegó a reprimir.
“Petión, avergonzado y lleno de cólera por el engaño de que ha sido víctima su pueblo, huye a las montañas con varios compañeros, y uniéndose luego a Dessalines, da el grito de Independencia”, añade la periodista en su semblanza del héroe nuestroamericano.