Venezuela al Desnudo

Por: Freddy Gutiérrez Trejo 

Venezuela al Desnudo

Freddy Gutiérrez Trejo

 ¨ Tus sesos son estiércol de camello, hervidero de linfa putrefacta en cuyo seno pululan moscas de asqueroso verdor…sostenido por columnas de rapiña y crueldad, batido con argamasa de lágrimas y sangre, usando el sufrimiento de nuestro pueblo como cantera inagotable ¨

La Piedra que era Cristo

Miguel Otero Silva

Venezuela es todavía un país que queda al norte de Suramérica, gobernado por una tiranía de un segmento influyente de militares y civiles, dados a la más abyecta de las adulancias, que están en toda la extensión de la república, en el estado nacional, en todos los organismos públicos y privados; están, igualmente en las administraciones regionales y locales, y sus altos, medios y bajos funcionarios ignaros están revestidos de las mismas características. Tal circunstancia ha hecho que prevalezca lo ordinario e indecente, lo cobarde, arbitrario y abusivo, el mal gusto y la grosería bastarda, sobre lo sencillo, humilde y noble.

Todos los calificativos despreciativos se le han endilgado a estos hombrecitos y mujercitas de baja ralea, y el diccionario se ha quedado corto para describir a esta cáfila de beatas con vocación de Mesalinas, y cobardones que han vomitado y babeado todos los intersticios de esta tierra. Por todas partes pulula lo ensordecedor, maloliente y asqueroso. Es difícil para un extranjero, e incluso para un paisano sencillo y respetable, comprender como se ha llevado a una sociedad a vivir en medio de un estercolero tan nauseabundo. Vale lo que estoy comentando, al ver la condición inmoral y alevosa de los mandamases de los órganos de seguridad del estado, contra quienes están apagando su vida por el ayuno u otros modos de protesta que se imponen, al confirmar por cuenta propia el tratamiento cruel e inhumano que reciben los militares y civiles presos por razones políticas. Todo configura, indiscutiblemente, crímenes de lesa humanidad.

Solo en medio de tanta desmesura tienen cabida generaluchos que han alcanzado su grado por las órdenes que han emitido para que lancen a un civil desde un décimo piso y lo ¨suiciden¨, y almirantuchos que no tienen ni la reciedumbre ni el decoro de un grumete; ambos se ensañan contra oficiales de su misma rama, los torturan, infligen contra ellos los peores tratos inhumanos, la crueldad más despiadada, la peor de las ignominias hasta llevarlos a la degradación, y finalmente causarles de un modo u otro la muerte. Matarifes que compensan con la violencia descargada contra el indefenso, la cobardía evacuatoria que los afectaría en una confrontación real.  Generaletes y almirantetes degenerados y apadrinados por muñecos representativos de lo ridículo: superbigote, un drácula idiota y una súper, no sé qué cosa. Plástico, sólo plástico que hoy yace, hecho pedazos, en los vertederos de la inmundicia.

Personajes éstos, que mandan y son mandados, que recuerdan a Rico Mac Pato, pero que, en este caso, no se sabe si son más ricos o más patos, o ambas cosas a una misma vez. Ricos es poco decir, ¡riquísimos! Dadores de propinas de 99 mil euros en el restaurant más costoso de París, o degustadores de carne de toro (no se sabe cuál parte del toro) en Estambul o en Ankara, servida con artes de vuelo de mariposa, y saboreada con el placer semejante al derramado en las fiestas del romano Tiberio. También timoratos que alardean de valientes, y que menean su plumaje de Louis Vuitton, Chanel o de Carolina Herrera hacia la izquierda, pero también hacia la derecha, en movimientos prosaicos y jacarandosos, ¡Qué importa!

La otra cara de la moneda nos presenta a unos venezolanos que viven en la pobreza más dolorosa, solo comparable a la que viven en Namibia, Angola y Mozambique, así lo muestra la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (ENCOVI) realizada a fínales del año 2022 que recién termina. Estamos hablando de quienes carecen de vivienda, padecen la ausencia de servicios esenciales como el agua potable, no tienen acceso a la educación o ésta es muy deficiente, no se les presta atención hospitalaria y los ingresos, tanto por trabajo subordinado como por cuenta propia son extremadamente bajos. A esto se le añade, como botón de muestra, que a nueve de cada diez personas que buscaron auxilio en la salud, les recetaron medicamentos que debieron comprar a precios exorbitantes. En fin, Venezuela es un país que padece un 90% de pobreza y, por tanto, es el de condiciones más vulnerables del continente.

Durante los últimos días del año viejo y los primeros de este 2023, los heraldos alarman. El Observatorio de Finanzas nos plantea que el país está arrollado por una depreciación del bolívar de 306% anual, considerando el segmento enero 04/22, enero 04/23, pero agravado en horas entre diciembre 30/22 a enero 04/23 que adopta una velocidad al ritmo de 1% diario, de lo que se deriva una amenaza inmediata de hiperinflación de 50% que a su vez se traduce en un aumento de precios diario y semanal de características voraces para las almas sencillas que deambulan por las calles. El terrorífico cuadro asusta más, si se tiene en cuenta que el salario miserable y las pensiones precarizadas no sirven para pagar lo esencial. El salario mínimo mensual al igual que la pensión, es de 7 dólares americanos mensuales, uno de los ingresos más bajos del planeta tierra.

A estos Herodes y Herodías no les importa nada ni nadie. Matan a niños de desnutrición y declaran que murieron de muerte súbita o por un bloqueo que ellos y sólo ellos dicen padecer. Mueren los niños porque no les proporcionan agua potable, y sin escrúpulo alguno confiesan que el agua viene con sedimentos, pero suben casi al seiscientos por ciento la tarifa. La madre doliente, que vaya a llorar al valle. Los suicidios evidentes y solapados se han extendido: las noticias dan cuenta diariamente de quien se descerrajó un tiro en la cabeza o se ahorcó; catedráticos han muerto de hambre: si me jubilo languidezco, y si no me jubilo, languidezco también. En esta Venezuela arruinada ¨Me matan si no trabajo, y si trabajo me matan¨.

“Como apátrida perdería cada uno de sus derechos ciudadanos, incluida la nacionalidad, la profesión y la posibilidad de retornar de visita a su país por un período de expiación o condena que podía ser de siete, diez, mil años, hasta que llegara el presumible Armagedón… Para su familia, convertida en rehenes de oficio, implicaba la imposibilidad de viajar a reunirse con él por los próximos cinco o dos mil años”

Como Polvo en el Viento

Leonardo Padura

Era imposible sospechar que varias bandas de mafias y camorras se adueñaran de un país, que se consorciaran, y que lesionaran sin piedad, material y espiritualmente a la sociedad que marcha aturdida de un lado a otro sobre la tierra en la cual edificó su vida. Ocho millones de almas se han ido sin rumbo seguro y sin destino cierto; marchan por los senderos que van desde Yellowknife hasta Cabo de Hornos, y se les encuentra tocando puertas en otros continentes. Los que quedan, están postrados, a merced de un 10% de traficantes de oro, coltán, equipos médicos, medicinas, alimentos, sustancias non santas, y de todo cuanto Dios creó. El cinismo, el desparpajo, y la mentira contumaz, pareciera que se ha apoderado de las almas descompuestas de estos seres. El honor que debería ser una de las cualidades de un gobernante recto, y el honor que es una de las virtudes que guían brigadas y divisiones militares, son valores que estos bellacos han manchado de todos los modos posibles. Han caído en el deshonor.

En culturas como la japonesa, el Samurái que hubiese claudicado su honor, se castigaba a sí mismo con el Harakiri: se producía la muerte enterrándose una daga, mientras otro Samurái lo decapitaba. En el occidente, los ejércitos sostienen el lema: Death Before Dishonor, que en castellano se ha levantado como principio: Antes la Muerte que el Deshonor. En esta Venezuela sometida al escarnio universal por sus gobernantes, magistrados, fiscales, defensores, directores y rectores de mala muerte, desde la cabeza más encumbrada de la fuerza armada o de la fuerza aparentemente sin armas, hasta el soldado raso o servidor sencillo – con honrosas excepciones -, no tienen ni el decoro ni el honor entre sus códigos. En cambio, le rinden culto a la pereza, al boato, a sibaritas de toda laya, a la gula, la codicia, la avaricia y al ridículo, como lemas inscritos en el estandarte de su desfile.

Para colmo de males, los que se han exhibido hasta ahora como oposición o nadadores contracorriente de la tragedia, han escenificado una secuencia de malas comedias que han provocado aprehensiones naturales, y la repugnancia de la sociedad mayoritaria buena y sobreviviente. Finalizando el 2022 apareció como por arte de magia, un speaker que parecía más un striper, anunciando en nombre de la ética y el estado de derecho, la decapitación de un presidente interino con quien ellos habían mal gestionado una cuota parte de un patrimonio venezolano; por supuesto, nadie dudó que dadas esas circunstancias, los quejosos solo eran cómplices de los hechos que eran motivo de su queja. Los actores bufos de la obra que inútilmente intentaban dejar atrás, eran parte de un bochornoso striptease de teatro barato. Se revela en toda su extensión la situación decadente, y el hecho irrefutable de que los factores actuantes, vienen ¨cuesta abajo en la rodada¨.

“Pasar por alto la urgencia que se impone hoy sería catastrófico para nuestra nación, del mismo modo que lo sería subestimar el convencimiento del pueblo negro…No habrá calma ni tranquilidad en Norteamérica hasta que se garanticen al pueblo negro sus derechos de ciudadanía. Los remolinos de la rebelión continuarán sacudiendo los cimientos de nuestra nación hasta el luminoso día en que emerja la justicia”

Tengo Un Sueño

Martin Luther King

 Solo un viento fuerte y limpio podrá llevarse esta situación calamitosa. Otras sociedades han experimentado tragedias como la nuestra, en diferentes tiempos y espacios. La historia nos presenta las pesadillas horrendas que diferentes generaciones en momentos variados y en espacios diferentes les ha tocado sufrir, pero también nos ha enseñado que tarde o temprano, los despotismos instaurados tienen su fin, las comunidades humanas, como si de un huracán se tratara, renacen con nuevos bríos. En Venezuela hemos tenido esas experiencias, y lo más sano del espíritu de nuestro pueblo se ha llevado por delante a los portadores de la ignominia, y finalmente ha prevalecido lo más sagrado de nuestra condición patriótica y republicana.

Es imperativo reanimar la política como oficio excelso que tendría que ser practicado por todos los ciudadanos. Está en su naturaleza. El momento venezolano obliga a precisar algunas cosas que se deben poner en la mesa para su discusión. Creo que ante la situación caótica, lo primero que se impone es la fijación de las reglas de juego. Lo único vigente y legítimo que queda en pie es la Constitución de 1999. Su fiel cumplimiento debe ser una exigencia para los actores que están jugando en la cancha. Nada impide su examen y el impulso de sus reformas en un tiempo razonable, no obstante, sería inoportuno plantear ahora como reto inmediato, los cambios necesarios. Es bien sabido que si hay un jugador rufián, infame y reconocidamente tramposo, es entonces necesario oponerle la conducta fiel al derecho, recta y éticamente inobjetable. Ahora bien, la agenda que debe irse cumpliendo, debe contener lo concerniente a alimentación y salud.

Tengo conciencia de que la educación de todo orden debe emprenderse con prontitud, pero es tal la perversidad con la que estos escorrogios han agredido a esta sociedad, que las cuestiones que atañen al resguardo de la mujer preñada, la desnutrición y malnutrición infantil y adulta, el hambre extendida que muerde e impacta el cuerpo y la mente de los coterráneos, por una parte, y por otra, el desmembramiento del sistema de salud que no está en capacidad de prevenir ni curar a nadie, excepto a los que pueden pagar sumas cuasi-ilimitadas de dinero aquí o en el exterior, fuerzan a impulsar soluciones inmediatas y sostenibles para que la gente sencilla pueda transitar, de las tácitas condenas a muerte, a la sobrevivencia, y de ésta, a la vida digna, y de aquí a un bienestar decoroso.

El huracán al que aludimos antes, no se forma por obra y gracia del Espíritu Santo, ni nace por generación espontánea; se necesita la concurrencia de una pluralidad de voluntades venezolanas coherente y éticamente incuestionable, que deslinde las mezquindades y los egoísmos más atávicos, para conformar temporalmente una sola voluntad, que perfile sus contornos mediante condiciones esenciales: el propósito que se desea alcanzar, los métodos que se aspiran utilizar, y la determinación para marchar con tenacidad en un mismo sentido. Los giros que se producen en el movimiento son propios de su naturaleza, y aceptables, pero inaceptables cuando procuran desviar el soplo de viento fuerte que se orienta hacia un objetivo social y político pactado. La tarea es muy exigente para admitir dimes y diretes, murmuraciones e intrigas que tienen cabida en las interioridades pusilánimes, que intentan debilitar el empuje del movimiento. Es preciso, entonces, que esta Venezuela que aún existe, pueda contar con las mentes más claras, las acciones más coherentes y los espíritus más recios, para que el trabajo realizado se transfigure en un flujo vital triunfante.

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