Geógrafo Pascual Curcio Morrone; UCV – 1983
“Mi producto es mi existencia para el otro y presupone la existencia del otro para mí”
- Marx.-
Cada vez que escuchamos la frase “cambio climático” a través de los innumerables medios de
comunicación social extendidos a lo largo y ancho del mundo entero se entiende
perfectamente la preocupación de todo el colectivo planetario, ya que la misma palabra
“cambio” suministra inmediatamente en nuestro pensamiento su esencia etimológica: dejar
de ser algo, lo que era, para pasar a constituirse en otra cosa y, si lo relacionamos con un
entorno tan unido naturalmente a nuestro propio existir como lo es el climático, lógicamente
la preocupación se transforma en un profundo estrés emocional.
Pero cuando analizamos estacionalmente el comportamiento de aquellos factores o elementos
que caracterizan y determinan el natural marco climatológico que nos envuelve, no
denotamos ningún “cambio” en su normal secuencia de funcionamiento: la primavera llega
cuando tiene que llegar, así como también el verano, otoño e invierno en aquellos países que
por su ubicación latitudinal participan de tal secuencia y, en lo que respecta al contexto
geográfico tropical, las lluvias llegan cuando tienen que llegar así como también el tradicional
periodo de sequia o falta de precipitaciones, dualidad que caracteriza la estacionalidad
climática ecuatorial.
Entonces ¿cuál es en sí el problema que genera tanto alboroto a lo largo y ancho del planeta a
pesar de estar identificado con el empleo de una frase que no refleja la verdad observada? La
respuesta la tenemos cuando advertimos una pérdida paulatina de lo que vamos a definir en
este escrito como “confort climático natural”, vamos sintiendo gradualmente y cada año con
mayor intensidad un incremento de las temperaturas promedios, bajas o altas según la
respectiva estación climática que prevalezca, lo cual nos incomoda terriblemente y, en su
particular marco geográfico, las precipitaciones o lluvias van aumentando peligrosamente en
los momentos puntuales cuando deben presentarse, ocasionando serios problemas para la
estabilidad de las obras de infraestructura que suministran servicios básicos como agua
potable, luz y otros a las comunidades; realidades que estamos padeciendo desde las últimas
cuatro (4) décadas, por lo que nos atreveremos a afirmar que el “cambio” ya se dio, al menos
en lo que respecta a nuestra sensibilidad térmica corporal, lo que hemos definido como
“confort climático natural”.
Los medios de información más influyentes desde el año 1992 cuando se celebró en Río de
Janeiro, Brasil, aquel gran evento internacional denominado “Cumbre de las Naciones Unidas
para el Medio Ambiente y el Desarrollo Sustentable”, próximo a cumplir 31 años, vienen
difundiendo insistentemente la noticia de la ubicación de los culpables que han generado y
aun causan las perturbaciones climáticas señaladas, ambientales en general; ellos han sido
identificados como: gases que provocan un efecto de invernadero mundial, responsables del
aumento de la temperatura promedio global de nuestra “nave espacial” común, el planeta
Tierra, establecida tal realidad como el punto de origen de toda la incomodidad corporal
térmica que ha advertido la gran mayoría del colectivo planetario; pero nos preguntamos
¿acaso nuestro planeta no es “per se” un gigantesco invernadero que vaga por el Universo?
Ubiquemos etimológicamente la palabra invernadero, según la RAE viene del latín antiguo
“hibernus” cuyo significado era invierno y al cual se le ha añadido el sufijo “adero”, entendido
entre los latinos como lugar de, por lo que el significado integral de la palabra invernadero
seria: lugar donde pasar el invierno; pues sí, el frio congelante siempre ha sido en toda la
historia de la humanidad el elemento climático más temido y contra el cual se organizaba el
colectivo para enfrentarlo; de hecho, en la obra “Comedia” de Dante Alliguieri, marco teórico
con el cual se sustentó el discurso religioso que da inicio a la llamada Inquisición cristiana en
los inicios del siglo XIV, la novena (9.a) y última estación a donde iban a parar las almas de los
mayores pecadores luego de la inevitable muerte terrenal era el infierno de la congelación,
atrapadas en el hielo eterno; en su momento histórico, única retórica con poder disuasivo al
infundir un gran temor a la población – “Un Cuento Helénico Y Otros Más”, Pascual Curcio M.,
editorial Círculo Rojo, España 2019 -.
Son cinco los gases acusados insistentemente por los medios masivos de provocar el efecto de
invernadero planetario que nos llevará a la catástrofe mundial climática de no ser detenidos en
el mediano plazo, los cito a continuación: 1.- Metano (CH4); 2.- Dióxido de carbono (CO2); 3.-
óxidos de nitrógeno (NOx); 4.- ozono (O3) y el 5to. de una connotación muy distinta, por favor
lean detenidamente: clorofluorocarbonos (CFC), muy particular porque de los cinco acusados
es el único artificial; en otras palabras, creado por el ser humano – no natural – para desarrollar
una tecnología industrial muy novedosa en la historia de la humanidad y que ha provocado
gran impacto económico al estar distribuida por todas las cadenas que generan algún producto
para consumo humano en los últimos 70 años, nos referimos al plástico, obtenido como
consecuencia de una alteración química al natural hidrocarburo, por lo que no puede ser
procesado por nuestra Madre – Tierra, no es bio degradable.
En efecto, los cuatro primeros gases citados son parte de la naturaleza desde la creación de los
tiempos y son los que han provocado el necesario efecto de invernadero planetario que ha
permitido la vida a lo largo de la historia de la humanidad al evitar la congelación que, por la
existencia de la gigantesca capa de ozono que envuelve a la Tierra, tendríamos
inevitablemente. Paradójicamente, de no existir esta gran capa gasífera circundante, la
incidencia de los rayos solares no permitiría la vida, por lo que en esta coyuntura dicotómica la
solución de la divina Creación fue la de generar el necesario efecto de invernadero con la
acción combinada de los gases mencionados. En lo individual, todos los seres vivos que
habitamos la Tierra somos una bombona de gas metano andante, ya que durante la vida
cotidiana lo generamos permanentemente – cuando evacuamos a diario o emitimos gases por
una mala digestión –, en mayor cantidad al morir durante el proceso natural de
descomposición; los tres gases subsiguientes al metano en el enunciado del párrafo anterior se
generan a partir de la incidencia del fuego, la quema de seres vivos como la vegetación, la
madera obtenida de los árboles, bosques en la dimensión ecologista más preocupante – los
terribles incendios forestales desatados el mes pasado al sur de Chile -, y la de aquellos
elementos naturales no bióticos como lo son el carbón y los hidrocarburos, su combustión,
además de las acciones naturales del vulcanismo planetario.
Las masas de hielo congelantes localizadas en los extremos norte y sur del globo terráqueo, y
conocidas mundialmente como polos, mantienen retenido, congelado, una gran cantidad del
gas metano originario producto de la extinción de los grandes dinosaurios que habitaron la
Tierra hace unos 65 millones de años – conclusiones de la Paleontología, ciencia cuyo objetivo
es intentar explicar la evolución de la vida natural sobre nuestro planeta con base al tiempo
geológico transcurrido -, otra importante cantidad está vinculada, almacenada, en los grandes
depósitos bituminosos, también producto de la referida extinción Dinosauria – no es una
coincidencia que los países mayores productores de gas natural, etiquetado así
estadísticamente a pesar de ser realmente gas metano, se ubiquen cercanos a estos puntos
geográficos -; se trata de un gas muy útil para dar calor a las viviendas y mediante su quema se
mitigan las frías temperaturas invernales, también es muy útil para la cocina diaria de nuestros
alimentos y una vez quemado se anula su efecto de invernadero en la atmosfera, por lo que es
considerado su uso como una energía limpia – la mayor de ellas es la electricidad, lo que le
abre paso a la alternativa nuclear como fuente generadora de energía eléctrica, incluso hay
consenso mundial en considerar tal opción como limpia por no emitir a la atmosfera gases de
efecto invernadero aunque por todos es sabido que deben extremarse los cuidos y las medidas
de seguridad para su generación y consecuente utilidad social -.
En cuanto a los gases generados por quema, combustión, la realidad de su reciclaje natural es
bastante lento, de allí la existencia de las permanentes nubes oscuras en las grandes urbes,
llamadas “smog” – más intensas durante el verano estacional -, las cuales se convierten en un
problema de salud pública al desmejorar la calidad del aire que respiramos y propiciar un calor
local incomodo al provocar la reflexión de la luz solar. En el proceso milenario de re inserción a
la naturaleza de estos gases contaminantes generados por la cotidiana actividad humana y la
propia dinámica volcánica de nuestra Madre – Tierra, es fundamental disminuir drásticamente
su velocidad de emisión hasta lograr su total eliminación por la acción depuradora que
normalmente emprende la misma naturaleza; en este sentido, nuestro deber es ayudarla
regulando, controlando, futuras emisiones procedentes cotidianamente del transporte
automotor urbano, la actividad industrial toda, así como también evitando la quema de
vegetación al igual que la incineración al aire libre de los desechos sólidos domésticos;
iniciativas a tomar con la intención de permitir que el proceso de limpieza natural atmosférica
se pueda efectuar mediante la participación de las lluvias, las cuales arrojan una parte de
contaminantes al suelo; a partir del conocido por todos proceso de fotosíntesis generado por
los bosques y plantas en general – a menor cubierta boscosa urbana, más lento el proceso de
depuración atmosférica, por lo que el mantenimiento de las áreas verdes en los espacios
públicos urbanos es vital -; por último, mencionamos la importante acción disipadora que
realizan los vientos constantemente.
Hasta este punto todo natural, ecológicamente viable; pero ¿qué ocurre con el 5to. gas
enunciado en nuestra lista de sospechosos criminales contaminantes, el componente artificial
del grupo, gases clorofluorocarbonados? Son gases alterados en su conformación natural al ser
sustituida la molécula original de hidrógeno componente de los hidrocarburos por sustancias
químicas orgánicas como el cloro, bromo o fluor, principalmente – recibiendo el nombre
técnico industrial de gases organohalògenados -. Estamos hablando de fluidos vitales para la
fabricación de cualquier tipo de plástico, además de refrigerantes – el gas requerido para que
enfrié la nevera en todos los hogares y aquellos negocios expendedores de cualquier producto
refrigerado; necesario para que funcione el aire acondicionado instalado en los vehículos -;
utilizado por décadas como propulsores de aerosoles; indispensable para fabricar lo
mundialmente conocido como embalaje de espumas aislantes – ese anime protector con el
cual encofran a los electrodomésticos y otros artefactos y maquinarias para movilizarlos con
seguridad -; la mayoría de los disolventes lo necesitan; los aislamientos acústicos de ventanas
lo requieren; uso del calzado e industrias de la moda y cosméticos – permite la extracción de
las esencias de origen natural para producir jabones -; utilizado en los extintores de incendios
para la seguridad industrial; por último, destacaremos un uso muy generalizado a la luz de la
vida moderna actual en el campo de las comunicaciones, al servir dichos gases como aislantes
para el enfriamiento del arco voltaico en equipos de conmutación de alta tensión, fluidos que
se constituyen en el elemento que facilita la entrega de la señal desde el origen – emisión –
hasta el final – receptor –. No han sido mencionados en la anterior lista síntesis todos los
procesos industriales y posteriores usos comerciales donde son indispensablemente
requeridos tales gases, pero seguramente tan solo con la corta selección de usos para
ejemplificar parte de nuestra dinámica de vida donde ellos están directamente involucrados,
hemos entendido que ninguno de nosotros ha escapado al manejo de productos en cuyo
proceso de elaboración interviene un contaminante no bio degradable que la llamada
“modernidad” y grandes corporaciones industriales transnacionales nos han inducido a su
utilización masiva y cotidiana.
Hacia el año 1985, en la revista internacional “Natura” se publican las conclusiones de un
grupo de investigadores dirigidos por el británico geofísico Joseph Farman, donde se hacía del
conocimiento universal el agotamiento de la protectora capa de ozono en la Antártida, el polo
sur planetario, realidad que fue verificada mediante imágenes satelitales. Se comprobó que los
ya explicados gases artificiales poseen un elevado poder destructivo de la capa de ozono
protectora de nuestras vidas, además de una gran capacidad para facilitar el calentamiento
atmosférico – una sola tonelada de CFC arrojado a la atmosfera tiene un efecto contaminante
equivalente al que podría ocasionar 5000 toneladas de dióxido de carbono (CO2) – por
permanecer largamente en ella, lo cual es perfectamente lógico porque la naturaleza aun no
nos muestra – “la naturaleza obra sin maestros”, Hipócrates – como anulará a tal elemento
artificial invasor, con lo que su contribución a agudizar al llamado “efecto de invernadero” es,
nos atrevemos a concluir, la principal causa del mal llamado “cambio climático”.
Un tamaño de economía como la venezolana al año 1996 tuvo la necesidad de importar 33,6
toneladas de gases organohalògenados para cubrir los distintos procesos industriales que lo
ameritaban – INE, “Estadísticas Ambientales de Venezuela”, año 1999 -. En tal sentido, cada
lector interesado en esta problemática ambiental puede, por iniciativa propia, ir comparando
el tamaño de la economía de su respectivo país con la venezolana a la fecha indicada y
obtener, por inducción, un estimado aproximado sobre el consumo de estos gases en su
territorio nacional bajo la hipótesis de una economía globalizada con similares modos de vida –
se hace casi imposible obtener cifras totales de la producción mundial de gases
organohalògenados y menos aun precisar su consumo respectivo por países luego del
Protocolo de Montreal, Canadá, celebrado en el año 1995, el cual introdujo algunas
correcciones a la producción originaria de tales gases con la intensión de aminorar el profundo
impacto ambiental que ocasionaban, realidad denunciada públicamente desde el año 1985 -.
La preocupación mundial sobre la no sustentabilidad de la vida en el planeta por el camino anti
ambientalista tomado por la gran mayoría de las economías nacionales e inducido y
sustentado por las nueve (9) mayores corporaciones transnacionales responsables de la
producción y suministro de gases organohalògenados al mundo entero – Honeywell
International, USA; Grupo Arkema, Francia; Mexichem SAB, México; Chemours Company,
separada de Dupont, USA; Linde Industrial, Reino Unido; Daikin Industries, Japón; Sinochem
Group, China; Messer Group, Alemania; Navin Fluorine International, Reino Unido -, ha tenido
dos epicentros para la discusión política: el Protocolo de Montreal del año 1995 y el Protocolo
de Kyoto del año 2001, encuentros donde se llegó a un acuerdo mundial vinculante para
corregir algunos detalles de orden químico en lo relativo a la producción de los gases
organohalògenados, con la intención de disminuir su efecto desbastador sobre la atmósfera.
En lo medular, se acordó eliminar la molécula de cloro en la fabricación del gas y sustituirla por
bromuro de metilo (HCFCs) e ir apretando los controles en cuanto a la regulación en el uso y
distribución de ellos. Es así como se inicia desde finales de los años 90 y principios de este siglo
XXI el uso de los llamados gases fluorados para la producción industrial que los amerite, todo
con la única intención de no revisar en profundidad, mucho menos detener, este proceso anti
ambientalista en marcha por más de 70 años.
Las grandes corporaciones transnacionales involucradas hasta el día de hoy en la producción
de la “basura” plástica junto a los gases artificiales que la generan – para la naturaleza es solo
eso, “basura” -, han tomado algunas medidas que, estimo, no pasan de ser simples “paños
tibios” para demorar lo inevitable si seguimos con el actual ritmo en la producción industrial y
consumo de los productos elaborados con gases artificiales no biodegradables – De hecho, se
sucedió un importante evento contaminante con un grave impacto ambiental local ocurrido el
pasado mes de febrero en Ohio, USA, por el descarrilamiento de un tren, el cual derramó
cloruro de vinilo, un gas organohalògenado altamente tóxico, pero imprescindible para la
producción de plásticos como: tuberías, alambres, revestimientos para cables, materiales para
embalajes y más; el suceso mismo y las secuelas tóxicas del desastre ambiental que ha tenido
un impacto mediático mundial permanecerán largos años por el hecho de haber contaminado
todos los cursos fluviales superficiales y pozos de la región, por lo que se estima que pudo la
toxicidad haber llagado hasta el manto freático local -.
Una prueba estadística tangible que evidencia la NO intención de las grandes corporaciones
transnacionales que fabrican y distribuyen estos gases no biodegradables, potencialmente
destructores de la capa de ozono protectora y principales forjadores del mal llamado “cambio
climático”, es la siguiente: Plastic Europa – asociación empresarial que representa a los
fabricantes de polímeros activos en el sector del plástico en Europa – explicó en su informe
anual del año 2015 como al año 1950 la producción mundial de plástico era de 1,5
millones de toneladas, incrementándose gradualmente año tras año hasta llegar a 299
millones de toneladas en el 2013, creciendo en casi 200 veces durante un lapso
temporal de 63 años; la misma fuente señala que el crecimiento de la producción ha
seguido hasta alcanzar la cifra de 368 millones de toneladas facturadas al año 2019 –
Plastic Europa, informe 2021 -; correlativamente, la tasa de crecimiento en el consumo
de los gases organohalògenados que necesita dicha producción aumenta a una tasa de
3% cada 5 años – España, Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico,
año 2022 -, muy a pesar de la ligera baja de la producción experimentada en el año
2020 motivado a la crisis mundial económica – sanitaria acontecida, siendo el área
geográfica mundialmente conocida como Asia – Pacífico la que posee la más alta tasa
de consumo actual y marcando también la mayor tendencia en su incremento para el
periodo 2018 – 2028, precisamente hablamos del espacio geográfico de la Tierra
donde se concentra la mayor cantidad de seres humanos en situación social de miseria
crónica.
El Parlamento europeo con fecha 16 de septiembre del año 2009, publicó un
reglamento mundialmente pionero para limitar y controlar la producción, distribución
y consumo de los gases organohalògenados, pero con algunas excepciones y aquí está
el punto débil de esta resolución. Examinemos por ejemplo el simple manejo y la
utilización del gas en equipos refrigerantes, el cual es necesario para el funcionamiento
tanto de grandes frigoríficos como de la heladera en nuestros hogares así como
también para el desempeño del aire acondicionado en los vehículos, consideradas
estas actividades como la mayor fuente mundial de emisión de estos contaminantes
no naturales a la atmosfera; su control y regulación es prácticamente imposible por
una serie de factores, cito: complejidad y tamaño de los equipos, características
técnicas intrínsecas disimiles en su funcionamiento, capacitación del personal
involucrado para tan desemejantes manejos tecnológicos y cuya principal
característica es su limitada formación ecologista, y el punto más grave de todos: los
costos económicos que acarrea la recuperación, reciclaje y/o destrucción
ambientalmente segura tanto de los equipos como de los gases que les permiten
funcionar; añadimos a la compleja realidad descrita, el bajo costo de los fluidos
refrigerantes en el mercado y la facilidad para deshacerse de tales equipos
arrojándolos simplemente a la calle, todo lo cual hace inaplicable cualquier resolución
controladora para este espectro contaminante multidimensional.
Desde mi punto de vista profesional, el trato preferentemente economicista que se le
ha dado a la explicada y compleja realidad ambiental que vivimos es totalmente
errado; siguen privando en las acciones mundialmente acordadas por los países en las
Asambleas efectuadas en la ONU y otras instancias internacionales los interés de las
corporaciones transnacionales que conducen al planeta a un consumismo irracional y
auto destructivo, y cuyo soporte tecnológico es la producción y consumo de plásticos
en todas sus formas – aunque el fondo mediático que acompañan las Resoluciones
internacionales acordadas intenten convencernos de lo contrario, las estadísticas son
reveladoras y concluyentes -. El mal anti ambientalista no cesa, más bien tiende a
agravarse por la desmedida ambición económica de los poseedores de grandes
capitales en el mundo y van surgiendo propuestas paralelas para continuar con la
generación de producciones industriales contra natura; particularmente me refiero al
naciente proceso para la conformación de todo un espectro agro industrial que
pretenderá hacernos consumir alimentos genéticamente modificados, la acción
mediática publicitaria ya se está manifestando y se centra en la estigmatización de
nuestros históricos acompañantes universales: cultivos orgánicos, aves de corral y
animales que viven del pastoreo como ovejas, reses y otros – siguiendo a su
inconsciente y ambiciosamente desmedida intensión de lucro, importantes e
influyentes inversionistas corporativos del mundo dan un giro teórico a la explicación
pública sobre los responsables del mal llamado “cambio climático” y ahora implican
mediáticamente a la vaca en tal fechoría; semejante disparate ya colma nuestra
paciencia y nos somete a una prueba definitiva de mutua convivencia como una
sociedad global moralmente estructurada -.
Es bajo este contexto de máximos privilegios a las grandes corporaciones
transnacionales controladores del financiamiento internacional y que a la luz del día de
hoy han tomado el control político de una gran parte de los países más influyentes en
el concierto de las Naciones, donde se aplican severas restricciones a la producción de
hidrocarburos en aquellos países que viven de su comercialización como Venezuela,
Irán, Rusia – desde mi óptica analítica, considero que el actual encuentro bélico
internacional Rusia contra las corporaciones transnacionales en suelo ucraniano tiene
un fondo energético básico, la prueba contundente es la voladura del gasoducto de
Nord Stream y la amenaza por parte del Presidente norteamericano de volar también
el gasoducto Nord Stream2, algo que no tiene el más mínimo sentido estratégico
militar, ya que el suministro de gas por ese ducto estaba paralizado y, desde el punto
de vista del posible impacto ambiental que generaría tal acción, al quemarse el gas
natural no hay contaminación atmosférica, por lo que los únicos perjudicados de tal
acción en el corto y mediano plazo son las inocentes personas que no podrán recibir el
fluido para su uso doméstico, en particular el pueblo alemán cuya opinión pública ha
cuestionado la forma como internacionalmente se conduce el conflicto bélico ruso
ucraniano -, Libia y otros tantos, en un intento por erradicar prácticamente dicha
producción en ellos. En definitiva, para producir inmensas toneladas de plástico es
muy poca la cantidad de petróleo necesaria y, en prospectiva, observamos la decidida
acción internacional emprendida por las grandes corporaciones transnacionales
intentando sustituir los automotores a combustión por electrónicos, lo que permitirá
conformar un gigantesco monopolio planetario para el suministro tanto de baterías
como de los gases refrigerantes incorporados a la nueva realidad automotriz que se
pretende instaurar mundialmente a partir del año 2030.
Iguales medidas draconianas son impuestas a productores agropecuarios en los países
integrantes de la Unión Europea; agricultores que necesitan y deben utilizar
combustibles fósiles bio degradables para poder movilizar los equipos y maquinarias
que sustentan la producción natural de alimentos son sometidos a severas
restricciones de uso y altos costos del combustible, medidas que afectaran una agro
industria muy bien desarrollada y de vital importancia para toda la humanidad, y tales
restricciones se realizan con la clara intención de control y apoderamiento en un
mediano plazo tanto de la producción como la distribución mundial de esta necesidad
humana vital, intentándose imponer a escala planetaria el más perverso de los
monopolios posibles – no tiene otra explicación la insistencia mediática que acompaña
la inversión millonaria en la investigación para generar alimentos genéticamente
modificados, investigaciones que para nada incluyen sus posibles efectos o daños a la
salud humana…”el hombre sabio debería considerar que la salud es la mayor bendición
posible, deja que la comida sea su medicina”, Hipócrates -.
No, no es este el camino a seguir y un “golpe de timón” para cambiar el rumbo de la
política mundial como afirmaba el ex presidente venezolano Hugo Chávez cuando las
circunstancias prueban que no ha sido correcto el andar recorrido se hace
internacionalmente necesario ahora, inmediatamente; sin más demoras deben ser
replanteadas las prioridades político – económicas en nuestra mutua convivencia
internacional, teniendo como norte el privilegio a la vida, lo natural, por lo que cada
uno de nosotros debe plantearse un cuestionamiento de orden ético, conscientemente
debemos revisar la manera como estamos llevando adelante nuestras vidas, en
especial la convivencia con el medio físico – biótico que nos circunda.
Síntesis hoja de vida profesional:
Geógrafo Pascual Curcio Morrone, UCV- 1983; Especialista en Análisis de Datos, UCV–
1989; Especialista en Fotogrametría, IPO, adscrito a la Universidad de Stuttgart,
Alemania 1990; Fundador y primer Coordinador del Programa de Estadísticas
Ambientales del Instituto Nacional de Estadísticas de Venezuela con 6 publicaciones:
“Índice de Calidad Ambiental, ICA”, año 1998; “Estadísticas Ambientales de
Venezuela”, año 1999; “La Dicotomía Urbano – Rural en la Realidad Venezolana”, año
2000; “Generación de Residuos Sólidos y Urbanismo”, año 2000; “Cuentas de Agua y
Urbanismo”, año 2003; “Índice de Calidad Ambiental, ICA”, año 2004. Otras
publicaciones distintas a la temática propiamente ambiental: “Marco Conceptual del
Plan Nacional de Desarrollo Ferroviario 2006 – 2030”, IAFE ahora IFE, año 2005; “Un
Cuento Helénico Y Otros Más”, editorial Círculo Rojo, España, año 2019.
Pascualc21@hotmail.com; Cardenalitolito@gmail.com
Caracas, 07 de marzo del año 2023