Moscú (Prensa Latina) La primavera llega oficialmente a los pueblos eslavos y en específico al ruso con la Maslenitsa, una fiesta celebrada desde los tiempos paganos que marca el fin del invierno y la llegada de la primavera.
Por: Germán Ferrás Álvarez
Corresponsal jefe en Rusia
En Rusia la Maslenitsa siempre ha sido una celebración muy especial, solo superada por la fiesta de Navidad. Durante sus jornadas la gente trata de pensar en las cosas buenas y realmente importantes de la vida, de hecho muchos creen que, si no la festejan, tendrán una existencia difícil.
Previo a la llegada de la semana de la Maslenitsa, se acostumbra a hacer mejoras en la casa, como ordenar, botar las cosas rotas o muy viejas, preparar regalos para los parientes y por supuesto tener a mano los ingredientes de los tradicionales blini (panqueques).
La palabra Maslenitsa proviene del término ruso “Masla” que significa mantequilla, y es una festividad que dura toda la última semana previa a la Cuaresma Ortodoxa, durante la cual las personas se preparan aquí para cumplir con un estricto ayuno sin carne, pescado, leche, huevos y alcohol.
No existe una fecha exacta de cuando los antiguos rusos comenzaron con estas fiestas, pero se sabe que son anteriores a la época cristiana, y a pesar de que la cristiandad rechazó todos los cultos paganos, la Maslenitsa no pudo ser borrada del imaginario popular.
Aunque en la época soviética no se prohibió su celebración, sí tuvo otra connotación, al reconocerse como parte del folclore eslavo. Hoy es todo un símbolo de los festivales tradicionales rusos que cuentan con una historia milenaria. Ninguna nación del mundo tiene una celebración como la Maslenitsa.
Para los extranjeros que visitan Rusia, es una suerte participar en las ceremonias de esta semana para palpar el alma de la nación, vivir páginas de su historia y presenciar una tradición original del país más extenso del mundo.
DE LOS INICIOS
En sus comienzos la Maslenitsa fue una conmemoración dedicada a la muerte, es por eso que la quema de la figura significaba su funeral y los blini eran un regalo conmemorativo.
Con el tiempo el pueblo ruso que gusta de la diversión y el entretenimiento trastocó la triste celebración en la alegre Maslenitsa, y la tradición de preparar blini se mantuvo para seguir disfrutando de ese alimento redondo, amarillo y caliente como el sol.
Poco a poco se agregó a la tradición los paseos en trineos de caballos, sobre todo los llamados Troika, porque son tirados por tres corceles, e igualmente los combates de varios tipos, donde destacan las peleas a puño limpio y con almohadones.
Finalmente se sumaron las reuniones de suegras y de familiares de los novios, pues el inicio de la primavera también marca la apertura de los jóvenes al amor y a la creación de hogares.
Los rituales de la Maslenitsa son inusuales e interesantes dado que combinan la culminación del invierno con las ceremonias del inicio de la primavera, las cuales, según la tradición, contribuyen a obtener una abundante cosecha.
Desde sus inicios la Maslenitsa transcurre durante toda una semana, en la cual cada día se dedica a un ritual específico.
En esos siete días, la estrella del espectáculo es, sin dudas, el blini. De hecho, esta celebración es también conocida como la Semana Blini, cuyo nombre procede de la especialidad típica que se suele comer en grandísimas cantidades durante tal periodo de fiesta.
Los blini son platos básicos de la cocina rusa y otros países eslavos, con diversas variaciones, y a diferencia de las tortas clásicas, se prepara con una masa de harina con levadura que se deja fermentar, y a la que se le incorpora clara de huevo para lograr una textura esponjosa.
Se pueden cocinar en el horno o en sartén. Y lo importante es que resulten redondos, amarillos y calientes, como el sol, al cual simbolizan.
Disfrutar de los deliciosos blini es incomparable con el placer seguido por la diversión de montarse en un trineo, hacer casas de nieve y danzar. Por eso los rusos disfrutan cuanto pueden, ya que al culminar la Maslenitsa, comienza la cuaresma, la cual prohíbe la diversión y la glotonería.
EN LA ACTUALIDAD
Este 2023 la festividad alcanza nuevos bríos, y no solo se celebra en las tradicionales ciudades de la Rusia más antigua como Suzdal, Vladimir, Rostov y Veliky Nóvgorod, sino en otras como Tula, San Petersburgo, Smolensk y en el lejano oriente.
En Moscú, la capital, los festejos se realizan virtualmente por todos lados: en museos, parques, plazas y centros de exhibiciones. Numerosos son los sitios de la inmensa geografía moscovita que acogen las actividades de la Maslenitsa.
En muchas plazas se pasean los “skomorokhi” (payasos) acompañados con arpas o balalaikas. También los pequeños pueden disfrutar de las actuaciones de marionetas tradicionales (conocidas como petrushkas) y otros personajes de los cuentos rusos.
La ocasión es propicia para que vendedores ambulantes propongan variedades de suvenires.
Como en otras oportunidades, Vasilevsky Spusk se convierte en un pueblo de blini con atracciones, donde muchos podrán disfrutar de la competencia de cocinarlos. En las paredes del Kremlin se lleva a cabo la competencia del apilamiento más alto de blini.
Y en otros lugares los jóvenes compiten en los tradicionales entretenimientos rusos, como batallas de nieve y lucha libre.
Para Natalia Piroshuk, ganadora del concurso de muñecos de nieve, es gratificante volver a participar de los festejos después de dos años de pandemia. Según la joven, que junto a sus amigos viajó desde la aldea de Krasnaya Pajrá, participar en la Malenitsa resulta algo digno de repetirse.
Por su parte el veterano Oleg Krilov, quien organiza las competiciones de trineo en la región de Dolgoprudny, en el noroeste de Moscú, considera que más allá de una celebración, el evento rescata los valores tradicionales de la cultura rusa, algo que necesitan las nuevas generaciones.
arb/gfa