Conferencias: de Lima 2019 a Bogotá 2023

En la Conferencia de Bogotá se pudiera intentar ir al fondo y buscar arreglos que no impliquen el retorno de Venezuela a la órbita estadounidense

LEOPOLDO PUCHI

La Conferencia de países sobre Venezuela que tendrá lugar en Bogotá el 25 de abril promovida por el presidente de Colombia, Gustavo Petro, tiene una novedad que la diferencia de otras iniciativas que han buscado acuerdos: la presencia de Estados Unidos entre los participantes.

Desde hace mucho tiempo se ha planteado la necesidad de una negociación directa entre Washington y Caracas, pero hasta ahora los pasos que se han dado han sido infructuosos o insuficientes porque han predominado modalidades indirectas como el diálogo de México, las fórmulas pendulares o los convenios puntuales sobre petróleo y el intercambio de prisioneros, motivados por urgencias, como la guerra de Ucrania o la presión de familiares de los detenidos.

PAÍSES EN PUGNA

Por supuesto, la Conferencia de Bogotá no es una mesa de negociaciones entre los dos países, porque Venezuela no estará presente, pero de alguna manera el evento pudiera representar un paso importante en esa dirección, ya que de forma implícita se reconoce que Estados Unidos es parte del conflicto y que sin su participación no es posible avanzar en la búsqueda de soluciones.

Un rol diferente jugarán Colombia y varios de los países que participan en la Conferencia, puesto que tienen relaciones amistosas con los dos países en pugna y, por lo tanto, pueden ayudar en la mediación, facilitar la comunicación y elaborar recomendaciones.

DECRETO OBAMA

En la situación venezolana se entrecruzan dos conflictos: la lucha interna por el poder entre corrientes políticas divergentes y el pulso que involucra a dos Estados, el venezolano y el estadounidense, por razones específicas de orden geopolítico.

Como se sabe, desde el momento en que Venezuela comenzó a distanciarse de la órbita estadounidense, se fueron agudizando las tensiones entre los dos países, hasta el punto en que el 9 de marzo de 2015 el entonces presidente de Estados Unidos, Barack Obama, llegó al extremo de emitir un decreto ejecutivo que declaró a Venezuela como una amenaza para la seguridad interna y la política exterior estadounidense, con las consecuencias que implica definir a un país como un peligro para sus instituciones y su población.

LIMA 2019

Una vez que Venezuela fue definida por la Casa Blanca como una amenaza, las distintas oficinas de la administración estadounidense elaboraron diferentes políticas para enfrentar la situación. Es así como en 2019, durante el mandato de Trump, el Consejo de Seguridad Nacional puso en marcha la estrategia de cambio de gobierno que tuvo su punto más elevado en la creación de un gobierno interino y las sanciones financieras y petroleras.

En esa ocasión se organizó en Lima una Conferencia de países sobre Venezuela, pero el objetivo no era la negociación, sino impulsar con mayores apoyos el derrocamiento del gobierno venezolano. En la Conferencia, el representante estadounidense, John Bolton, dijo: “El tiempo de dialogar terminó, es momento de la acción».

BOGOTÁ 2023

Cuatro años después de la Conferencia de Lima, ha quedado en evidencia no solo el fracaso de la política seguida por Washington hacia Venezuela, sino lo perjudicial y estéril que ha resultado la pugna entre los dos países. Por eso, la nueva Conferencia que tendrá lugar en Bogotá debe realizarse con un espíritu diferente al de Lima, que permita desmontar las medidas de bloqueo que colocaron inexplicablemente a Venezuela en las mismas condiciones que Corea del Norte o Irán, que corresponden a una dinámica histórica diferente.

Pero un alivio de sanciones sería insuficiente sino se revisan las causas de las tensiones y se buscan acuerdos para superarlas. Un punto central de esas negociaciones es la reversión del decreto Obama, puesto que mientras Venezuela sea definida como una amenaza, habrá tensiones.

COOPERACIÓN

Claro está, hay serios problemas internos en Venezuela que deben ser procesados, incluso con ayuda internacional, pero esto no puede ser excusa para disimular o ignorar que el nudo del problema reside en el interés y en las actuaciones hostiles de Washington dirigidas a reinsertar a Venezuela en su órbita, lo que ha generado un conflicto entre los dos países que, por su naturaleza, es determinante.

En la Conferencia de Bogotá se pudiera intentar ir al fondo y buscar arreglos que no impliquen el retorno de Venezuela a la órbita estadounidense, sino que comporten acuerdos de cooperación en términos de igualdad soberana. Si no se reconoce esta realidad, podríamos continuar durante años de “conferencia en conferencia”.