El inocultable desastre de la gasolina

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 Rafael Ramírez -11 junio, 2023

Las interminables colas de la gasolina que cruzan de un extremo a otro el país, son inocultables. El gobierno y sus voceros, han tratado de negar este hecho, de esconder esta realidad a la que han estado condenados, sobre todo, los estados del interior del país, y que ahora llega a Caracas, ciudad que la han tenido dentro de una “burbuja”, ajena  a la realidad del país. 

La escasez de gasolina no es un asunto puntual, se ha convertido en un problema crónico. Está allí permanentemente, a pesar de lo que digan los programas de odio del madurismo y la propaganda del tuiter. 

Las largas colas de la gasolina son la evidencia clara, visible, de la pésima gestión del gobierno de maduro en el sector petrolero, el resultado de sus decisiones sobre el petróleo venezolano. Son la denuncia de la destrucción y el colapso operacional de PDVSA y el desmantelamiento del ministerio de Petróleo.  

Durante el Sabotaje Petrolero

Como he dicho anteriormenteésto nunca había sucedido en el país, con la excepción de los meses que duró el Sabotaje Petrolero entre 2002-2003, cuando nuestras refinerías fueron paralizadas totalmente y dañadas por la Gente del Petróleo, en su afán de derrocar al gobierno del Presidente Chávez. 

Ante los graves eventos de entonces, la principal preocupación del Presidente Chávez era cómo hacer para que la gasolina, el diesel y el gas le llegaran a la población. No podíamos permitir que nuestro pueblo, los ciudadanos, independientemente del color o afiliación política y más allá de la confrontación existente, estuvieran sujetos a la angustia y los problemas de movilidad provocados por la escasez de combustible. No podíamos permitir que se paralizara el país.

No dejamos que los venezolanos fueran abandonados a su suerte, en medio de una situación real, pública y notoria de ataque a nuestro sistema refinador. Nosotros éramos el gobierno, teníamos el poder, y ese poder tenía que estar al servicio del pueblo, de todo el país.

Nosotros, desde el Ministerio de Petróleo y PDVSA, concentrábamos los esfuerzos de nuestros mejores técnicos y los escasos recursos que teníamos –producto del Sabotaje sólo producíamos 23 mil barriles día de petróleo–, para recuperar la producción de combustible y garantizar su distribución a lo largo y ancho del país. 

A partir de allí, y una vez superada la crisis del Sabotaje, durante nuestra gestión, JAMÁS faltó la gasolina en el país. Entre 2002-2014, nuestra PRIORIDAD fue siempre mantener nuestros niveles de producción de petróleo en 3 millones de barriles diarios y abastecer, en su totalidad, nuestro mercado interno de combustibles. Estábamos conscientes de que de nuestro desempeño y trabajo, DEPENDÍA la economía nacional. 

En un país como Venezuela, eminentemente petrolero, si no mantenemos la actividad petrolera, la operatividad de PDVSA, nuestra economía –nos guste o no– colapsa, como ha sucedido con este gobierno. 

Lo que quiero resaltar –entre indignación y tristeza– es que no existen razones técnicas ni económicas para que los venezolanos sufran esta calamidad. 

Nuestro Sistema de Refinación Nacional, con una capacidad instalada de 1,3 millones de barriles día, hasta el 2014 procesaba 1,2 millones de barriles diarios de combustibles. Pero a partir del 2015 ha sido golpeado de manera reiterada: le quitaron los presupuestos operacionales, le negaron recursos para la inversión y mantenimiento, persiguieron y encarcelaron a gerentes y técnicos, entregaron su manejo a personal colocado por los distintos grupos del madurismo, sin la capacidad ni el compromiso para manejar estos grandes complejos refinadores. 

En la gestión de Tareck El-Aissami, entregaron el manejo y control de refinerías y Unidades operacionales a empresas y técnicos iraníes, para tratar de restablecer su operatividad, lo cual, a la luz de los resultados,  ha sido un fracaso. 

Lo que sucede hoy, es que el sistema opera a muy baja capacidad y de manera inestable 

Las dos Unidades de Catalítica del Complejo Refinador de Paraguaná (Amuay-Cardón) están fuera de servicio. Estas son las unidades más grandes del país, que producen los volúmenes necesarios de Nafta Catalítica para producir gasolina. Tienen meses detenidas; una de ellas tiene problemas con el Refractario y otra con el Compresor de Aire. La Unidad de Catalítica de la Refinería El Palito, también está fuera de servicio.

Son problemas técnicos, que se pueden prever o resolver en caso de una falla, si se tiene la experiencia, la previsión, los insumos y presupuestos. Si se cumple un Plan de Paradas programadas, sí la Vicepresidencia de Refinación y el Cuerpo Gerencial tuviesen la capacidad de anticiparse y actuar ante problemas típicos en instalaciones de éstas magnitudes, si tuviesen el apoyo del gobierno, como una prioridad.

Cuando EE.UU. sancionó a PDVSA en el año 2010 por las relaciones de Venezuela con Irán, nosotros en el Ministerio de Petróleo y la Junta Directiva de PDVSA hicimos todo un Plan de Sustitución de tecnologías y previsiones, para poder hacer frente a estas situaciones extraordinarias. Las sanciones norteamericanas de entonces, no afectaron nuestras capacidades operacionales, puesto que habíamos tomado las previsiones necesarias, elaboramos los planes de acción y contingencia y, además,  teníamos el apoyo del Presidente Chávez.

El colapso de PDVSA es un problema de origen político, ocasionado por el gobierno de maduro 

El colapso operacional de PDVSA, a partir de 2015, ha sido producto de la arremetida del gobierno en contra de sus trabajadores y a la malversación y desviación de sus recursos operacionales. Siendo una empresa petrolera, la caída en su desempeño se puede medir; es verificable, es algo real, tangible, cuyas consecuencia las ha vivido todo el país. Las colas de la gasolina es solo uno de estos efectos.

Por cierto, para los que les encanta la excusa de las sanciones norteamericanas y a la vez que entregan el petróleo a  Chevron, hay que decir que, cuando las sanciones financieras se impusieron en enero de 2019, ya la producción de PDVSA había caído en más 50% respecto a los niveles del 2013. Las sanciones, evidentemente, agravaron el problema, pero no son el origen de la situación de PDVSA.

La indolencia del gobierno

Pero, en medio del caos de sus propias políticas, desaciertos e incapacidades, el gobierno ha optado por “hacerse el loco”, el “sorprendido”, como si la cosa no fuera con ellos. El gobierno y la dirigencia del madurismo hacen gala de la indolencia ante los problemas del pueblo. Un gobernante tiene el deber de gobernar, resolver los problemas del país, conducir la economía y gestionar la cosa pública. 

De cara a la evidente falta de gasolina, el gobierno de manera torpe y absurda trata de ocultar esta grave situación, recurre al silencio, a la desinformación, a las reiteradas excusas y a la distracción. Incluso ofrece electricidad a Brasil, Gas a Colombia, invita a las transnacionales al saqueo del petróleo, mientras en el país, los venezolanos sufren todos los días la falta la gasolina, de gas, de diesel, los apagones, la inflación, los salarios más bajos del hemisferio y la dolarización de la economía, impulsada por el gobierno. 

Nadie en el gobierno da la cara, ninguna autoridad ni dirigente del madurismo asume la situación, se avoca a resolverla. No les interesa, porque no gobiernan para el pueblo. Sus prioridades son otras, sus intereses no son los del pueblo, sus operadores son un desastre. 

Basta recordar las permanentes promesas incumplidas de “recuperación de la producción de petróleo” y de PDVSA, hechas por nicolás maduro, por el nefasto General de la Guardia Nacional Manuel Quevedo y del –aún desaparecido– ex ministro de petróleo Tareck El-Aissami. 

Este último ministro todo poderoso, después de colocar el precio de los combustibles a nivel internacional, juró una y otra vez que “las colas de la gasolina se acabarían” y que “la producción de petróleo llegaría a dos millones de barriles diarios”. Por supuesto que no cumplieron, solo eran mentiras, pero se llevaron 21 mil millones de dólares de la empresa y entregaron el petróleo a  Chevron. En el país de la impunidad todos ellos siguen allí, como si nada, esperando otro cargo en el gobierno.

En el país de la desesperanza y el conformismo, estas cosas seguirán sucediendo de manera inexorable afectando nuestra vida diaria y las posibilidades futuras de nuestro país. 
La actitud de resignación o individualismo, el dejar hacer dejar pasar, el vivir entre escándalo y escándalo, distraídos en el mundo del tuiter, es un factor fundamental de la desmovilización política del país, la fractura de la sociedad. Estos elementos, junto a la Violacion de los DDHH y la manipulación del hambre de los humildes, son parte de los mecanismos de control social que sólo favorecen a los que detentan el poder al margen de la Constitución y las Leyes.