La senadora relató en primera persona lo ocurrido ese día y dijo que aún no olvida el último abrazo de su padre.
La senadora socialista Isabel Allende Bussi, hija del expresidente Salvador Allende, participó este lunes en el acto por los 50 años del Golpe de Estado en Chile en contra de su padre.
«Es una tremenda emoción dirigirme a ustedes», dijo la senadora que reivindicó la necesidad de «tener memoria».
«La memoria es un primer paso para llegar a la verdad, pero necesitamos mucho más para alcanzar la justicia, la reparación y asegurar la no repetición de los hechos de ese día», sentenció.
En ese contexto, insistió en justicia para las víctimas del golpe de Estado y de la dictadura que luego se instauró con Augusto Pinochet al frente, que se extendió hasta 1990. «El Estado debe asumir hoy y de cara al futuro su responsabilidad total ante la sociedad, las nuevas generaciones necesitan comenzar sus vidas sin cargar el dolor de no haber encontrado a sus seres queridos», enfatizó.
Los hechos
En la ceremonia, a las 11:52 de la mañana [hora local], momento en que comenzó el bombardeo de ese 11 de septiembre de 1973 sobre el Palacio La Moneda —sede del Ejecutivo chileno—, se realizó un emotivo minuto de silencio por las víctimas del Golpe de Estado.
Isabel no pudo contener las lágrimas cuando comenzó a relatar sus recuerdos del día del golpe de Estado contra su padre, un relato que consideró «triste y doloroso».
Contó que después del «Tanquetazo» del 29 de junio de 1973, un intento de golpe contra Allende, ella ya había decidido que si había otra acción similar contra el gobierno de su padre, acudiría a La Moneda a apoyarlo y «estar cerca».
«Me tocó ser la última persona del entorno de mi padre en entrar al Palacio ese día (11 de septiembre), junto a otras personas. Teníamos un mandato de contar lo que pasó entonces, lo que significaba la Unidad Popular y también la barbarie que comenzaba a imponerse», comentó.
Relató que en esa jornada llegó a la sede del Ejecutivo «sorteando muchas dificultades» y se unió a su hermana Beatriz —madre de la actual ministra de Defensa, Maya Fernández—. «A pesar del fuerte ataque de blindados de Infantería, sabiendo que venía un bombardeo aéreo, ninguna de las dos queríamos partir», indicó.
Sin embargo, dijo que ellas y el entonces mandatario no estaban solas. «Me tocó ver un extraordinario grupo humano que lo acompañaba más allá de sus responsabilidades y que tenía decidido quedarse hasta las últimas consecuencias», mencionó, al tiempo que detalló que se trató de más de 40 hombres y mujeres que estaban en La Moneda y edificios alrededor, y que actuaron con «lealtad, convicción y amor» al proyecto que lideraba Allende.
«Quiero rendir un homenaje muy sincero a todos aquellos, a esos asesores, aquellos que fueron parte de la resistencia del golpe, a los GAP (grupo de amigos personales de Allende, quienes hacían de escolta del presidente) que lo acompañaron, a los detectives de investigaciones que se quedaron y extenderles un sentido abrazo a los familiares de quienes fueron apresados, torturados, brutalmente asesinados e, incluso, hechos desaparecer», añadió Isabel.
Recordó que su padre ese día actuó «decidido, pero con serenidad». «Su sentido de dignidad, de la responsabilidad de su cargo, la conciencia del significado moral de su liderazgo, siendo representante del pueblo, eran tan fuertes en él, tan sincero, que nosotros sabíamos que no se iría del Palacio de la Moneda, como lo había dicho tantas veces», siguió su relato.
También dio gracias a Boric por la placa y el memorial instalados en la puerta de ingreso a La Moneda, ubicada en Morandé 80, en honor a Allende. En la muestra se exponen en una vitrina los zapatos que Salvador Allende portaba el 11 de septiembre de 1973.
Mientras, en la placa se indica que «por la puerta construida aquí en 1906, durante el mandato del Presidente Pedro Montt Montt, el 11 de septiembre de 1973 fue retirado el cuerpo del Presidente Salvador Allende Gossens».