Internacional:
A los sucesos históricos necesariamente hay que pasarlo por la óptica del tiempo, eso nos permite minimizar la subjetividad y además nos da la perspectiva de investigar las circunstancias en que se produjeron los hechos, examinar el contexto, estudiar las partes involucradas, tener una visión de conjunto, luego reflexionar, entender la raíz cierta que causaron los hechos (y sus encadenamientos), así nos alejaremos de la apariencia y nos acercaremos a la “escurridiza” realidad objetiva.
El sistema de relaciones financieras a nivel planetario creado finalizando la Segunda Guerra Mundial no ha respondido de manera equilibrada a la demanda, obligaciones y compromisos de la mayoría de los países que lo conformaron y que los conforman (no se ha producido un sistema de distribución equitativa). En el último informe de riquezas de Credit Suisse, la pirámide de patrimonio muestra que 62 millones de personas de un total de 4.400 millones de adultos en el mundo, el 1,2 %, tenían el 47,8 % de la riqueza, mientras que 2.800 millones de adultos (o el 53,2 %) tenían solo el 1,1 %, %. Como mencioné en escritos anteriores: “El statu quo establecido después de la Segunda Guerra Mundial (el país más favorecido fue Estados Unidos, ya que prácticamente su estructura industrial no sufrió daño alguno a diferencia de Europa (Italia, Francia, Inglaterra, Alemania…) Japón, China y sobre todo, la Unión Soviética, que en cambio quedaron devastados, arruinados, endeudados, adicionalmente, murieron (lo más valioso que tiene un país) más de 25 millones de soviéticos por menos de 500.000 mil estadounidenses). Como añadido, Estados Unidos poseía, para aquel momento, el 80% de las reservas de oro del mundo, por lo que, como consecuencia de todo esto, en el Acuerdo de Bretton Woods se establecieron: el Banco Mundial, FMI, OMC, ONU y el dólar como la divisa generalizada para el intercambio (facturación) del comercio internacional, posteriormente se fundó el BID (Banco Interamericano de Desarrollo) y ulteriormente el Sistema de Pagos SWIFT, convirtiendo al dólar estadounidense, por la vía de hecho, en el medio de pago (intercambio) preferente a nivel internacional y en la divisa dominante como depósito (reserva) de valor, en otras palabras, la economía del mundo se dolarizó (liquidez igual dólar), en gran medida dadas la suma de todas estas circunstancias, en fin, así se diseñó, edificó e impuso la División Internacional del Trabajo, en la cual la periferia, exporta materia prima (extractivismo) barato e importa, compra mercancías (“economía” de puerto) elaboradas de las metrópolis con valor agregado (y no siempre con tecnología de punta), caros. Este orden, esta institucionalidad, esta arquitectura financiera y comercial impuesta por las potencias predominantes, el norte occidental (EE. UU, Canadá, Europa), más Japón, Corea del Sur, Nueva Zelanda y Australia, está siendo desafiada de manera sutil, paulatina, pero firme por el sur global; son intereses que no encuentran puntos “de acuerdos” en los anteriores espacios de «concertación» o «negociación». Se entablan rivalidades, pugnacidades e incompatibilidades económicas bajo la lógica del Capital, entre el capitalismo hegemónico y el capitalismo emergente…. en otras palabras, hay un “barajo”, una reconfiguración de los mercados a nivel planetario. Los movimientos geoestratégicos, de unos u otros, se dan dentro de este contexto de alineamientos de bloques de poder”. Lo que acontece y acontecerá es la confrontación, abierta o encubierta por desplazar este orden asimétrico por uno más compartido, más inclusivo y paralelamente, y es lo que no se dice, la disputa por los mercados, tanto para la obtención de materias primas como para la colocación y ventas de sus productos. Los eventos del G-7, G-20, BRICS, G-77… son tan solo escenarios de este enfrentamiento y pugna geoestratégica.
Nacional:
El problema de los “bajones” y “apagones” eléctricos, como de las colas (racionamiento) de la gasolina responden de manera emblemática a la fragilidad de nuestra economía como país. Crisis cíclica y colapso del modelo basado, tanto en la Cuarta como en la Quinta República, en la renta petrolera. Muestra de ello, es las reiteradas devaluaciones que ha sufrido nuestra moneda desde aquel “viernes negro” (18-02-1983) en donde la medida de la desvalorización de nuestro signo monetario empobreció violentamente a los trabajadores y jubilados y a todo aquel que tenía sus ahorros en bolívares, perdió de facto el 70% de su valor; otra de la consecuencia fue el encarecimiento de los productos importados y desapariciones de productos básicos. Nuestra economía ha dependido por más de 100 años de la Industria Petrolera y de la realización (venta) en el exterior del barril de petróleo, por lo que, cuando hay fluctuaciones hacia la baja de precios en el mercado internacional, la entrada de divisas decae y automáticamente declina la actividad económica en nuestra patria. En el último Informe de la OPEP emitido esta semana (la cual adjunto) y que corresponde a la producción petrolera del mes de agosto de éste año, refiere que según la información oficial de PDVSA la producción llegó a 820.000 barriles diarios, es decir, un incremento de 10.000 barriles en comparación con el mes de julio… y según fuentes secundarias la producción solo alcanzó a 730.000 barriles diarios, 42.000 barriles menos que el mes de julio; en todo caso, ambas cifras lejos de la meta propuesta por el Gobierno para este año de producir 2 millones de barriles diarios. Sí a esta condición estructural de la economía nacional se le agregan sanciones, no acceso a los mercados financieros internacionales tradicionales, más la corrupción endémica, tendremos los resultados actuales, un grupo social pequeño (en comparación con el resto de la población) que acumula una gran riqueza con acceso a servicios y bienes… en la otra cara está una gran mayoría que está siendo marginada de tener calidad de vida, la falta de recursos para cubrir las mínimas necesidades básicas.
A principio de este año, 2 de enero, se necesitaban 17.48 bolívares para adquirir un (1,00) dólar, hoy se requieren para obtener el mismo dólar, 33.50 bolívares, en otras palabras, nuestra moneda se ha devaluado (en nueve meses) 91.64%. Esto se traduce en lo siguiente: la carne pasó de 150,00 bolívares a 252,00; el cartón de huevos de bolívares 98,00 a 162,00; la harina precocida de 25,00 bolívares a 43,00; el queso blanco duro de 96,00 bolívares a 167,00; el café de 180,00 a 325,00 entre otros productos. El salario (los bonos compensatorios no inciden sobre las prestaciones sociales) y el ingreso de los jubilados sigue congelado (“petrificado”) en 130,00 bolívares, esto se trascribe en menos de 4,00 dólares mensuales, exactamente $ 3.88 hasta el viernes 15-09-2023… y sigue bajando. No hay un futuro distinto para los trabajadores activos y jubilados si no se organizan y luchan por sus intereses.
Humberto Rojas D.
16-09-2023