Todos los factores de nuestra economía indican la necesidad de mejorar los salarios

Por: Juan Carlos Valdez 

En Venezuela, todo indica que hay que revisar las políticas económicas anti inflacionarias, lo cual obliga a pasar por el paralelo del salario.

Es incuestionable que el empeño en mantener congelados los salarios de los trabajadores venezolanos es la consecuencia de creer que un incremento salarial generaría un impulso de la inflación, todo ello según la clásica concepción monetarista de la inflación, aceptando de manera dogmática que es el incremento de la liquidez la causa única o principal del aumento de precios.

Por suerte, hay cada vez más economistas, catedráticos y estudiosos del hecho económico que se han ido dando cuenta de la falsedad de la teoría cuantitativa del dinero y han venido develando las verdaderas causas detrás de la inflación.

Lo que no debería generar dudas es que los precios no tienen vida propia y que, contrario a lo insertado en el imaginario colectivo, alguien los sube.

Isabella Weber, economista alemana y catedrática de economía en la Universidad de Massachusetts, en un reciente artículo para el portal The Guardian, ha sido muy criticada por los feligreses del neoliberalismo por culpar de la inflación a los beneficios empresariales. Vale decir: son los empresarios en su puja por obtener mayores ganancias que, en momentos determinados, suben los precios y con ellos, sus márgenes de ganancias.

El punto es que, en Venezuela, los representantes de las distintas cámaras de productores y comerciantes están diciendo, desde hace varios años, que los bajos sueldos de los trabajadores venezolanos -obviamente refiriéndose a quienes dependen del sector público- son unas de las principales causas que frenan el aumento de su actividad productiva y, en consecuencia, eso ralentiza también el crecimiento de la economía nacional.

El crecimiento económico que hemos visto en los últimos dos años obedece a los precios del petróleo y al aumento de la producción nacional de dicho hidrocarburo, lo que nos indica que seguimos amarrados al mal llamado “rentismo”.

Repasemos algunas declaraciones de voceros de distintas cámaras de productores y comerciantes:

– Tiziana Polesel, expresidenta del Consejo Nacional del Comercio y los Servicios (Consecomercio), a principio de este año, afirmaba lo siguiente:

“Se han registrado cifras no tan alentadoras durante los primeros meses del año. Hemos reportado una baja en el consumo considerable. Hemos estimado, tanto regional como sectorialmente, un promedio que oscila entre 25 % y 35 % menos de ventas en términos de unidades en el sector comercio y servicios”. Esta contracción, señaló, tiene “unas causas muy claras”, entre las que destacó “el bajo salario de buena parte de los venezolanos, que se ha seguido pulverizando debido a la inflación”.

– Carlos Fernández, expresidente de la Federación Venezolana de Cámaras de Comercio y Producción (Fedecamaras), en junio de este año, dijo:

“Este año no se está viendo el tema del consumo como se visualizó en los años 2021 y 2022, tampoco se está viendo una recuperación en el ingreso de los trabajadores”.

– En un comunicado fechado el 27 de septiembre de este año, la Confederación de Asociaciones de Productores Agropecuarios de Venezuela. (Fedeagro) alertaba de una reducción “desproporcionada” de sus ingresos, como consecuencia de una “contracción del consumo” en el país, lo que “está afectando a todas las cadenas agroalimentarias”. Y en una reciente entrevista que le hicieran en Globovisión al actual presidente de ese gremio, Celso Fantinel, este afirmó que una de las causas de la caída en el consumo de alimentos es los bajos salarios.

Es decir, los que pueden subir los precios -comerciantes y productores- están pidiéndole al Gobierno nacional que suba los salarios para que ellos puedan incrementar su producción o al menos, no siga cayendo el consumo.

En recientes informes del Fondo Monetario Internacional, del Banco Central Europeo y en el artículo antes mencionado de la Profesora Isabella Weber, se concluye que ni el coste de la energía, ni el coste de los trabajadores, tampoco los impuestos son la razón por la que la inflación es tan alta. Todos afirman que la inflación actualmente se debe a que los empresarios buscan márgenes de ganancia cada vez más altos.

“La distribución de la renta entre salarios y beneficios es un proceso social y, por tanto, ignora cualquier ley natural. El hecho de que las empresas puedan salir tan fácilmente de los choques de costes, mientras que los asalariados sufren pérdidas reales de su poder adquisitivo, atestigua aún más la debilidad de los sindicatos frente a la fuerza del capital. Aunque los economistas de la corriente dominante advierten repetidamente contra la introducción de ajustes automáticos en los salarios y el gasto social para compensar la inflación, dicha indexación es una realidad de facto para algunas rentas del capital: las empresas pueden protegerse de los aumentos de costes uno a uno, o incluso tenerlos por escrito en sus contratos, como en el caso de la indexación del 70 % de los alquileres en Berlín1”.

Como se evidencia en el párrafo anterior, la diferencia entre el salario y la renta del capital respecto al Producto Interno Bruto, es un problema estructural de la economía capitalista ya que lo podemos ver en casi cualquier país capitalista del mundo y nuestra sociedad no escapa de eso. Así como también, la resistencia a ajustar automáticamente los salarios al ritmo de la inflación (indexación salarial). 

Recordemos que la economía capitalista -con sus leyes y teorías- está diseñada para proteger el sistema capitalista y fortalecer a la clase burguesa.

Seguiremos tratando de brindar luces sobre la posibilidad cierta de mejorar y proteger los salarios, las pensiones y jubilaciones en Venezuela.

Como revolucionarios, como humanistas y como venezolanos estamos obligados a buscar siempre la manera de ayudar y defender a la clase más débil de la sociedad.

https://jacobinlat.com/2023/09/25/isabella-weber-asusta-a-los-economistas-neoliberales/