II. TRES OPERACIONES SINGULARES DE ALTO IMPACTO

Nos detendremos en tres operaciones de comando de importancia
internacional: el secuestro de los cuadros de la exposición Cien años
de Pintura Francesa en el Museo de Bellas Artes en Caracas; el
asalto a la Misión Militar Norteamericana en Caracas y el secuestro
del teniente-coronel Michael Smolen, 2do jefe de la Misión Militar
Norteamericana.
Alguien me preguntaba ¿quién seleccionaba estas operaciones?, ¿por
qué éstas y no otras?, en verdad, eran decisiones que se tomaban a un
alto nivel, decisiones políticas. Se planificaban muchas operaciones, a
veces desde las mismas UTC, algunas no eran aprobadas o se colocaban
en lista de espera, pero la mayoría de las veces, venían ya desde
arriba. En muchas había un fin propagandístico, eran operaciones
de denuncia, para gritarle al mundo las desapariciones, los asesinatos,
las persecuciones, la cantidad de presos en las diversas cárceles
del país, señalar la represión del gobierno, la ilegalización de los
partidos de izquierda y el encarcelamiento de los parlamentarios,
evidenciar la permanente suspensión de las garantías constitucionales
y la violación de los derechos humanos. Se quería centrar la
atención del país y del mundo en lo que ocurría en Venezuela, como
una ofensiva comunicacional. Ese era el móvil de esta operación de
secuestro de los cuadros. Era una forma de enfrentar la ausencia de
libertad de expresión: los periódicos cerrados, las imprentas allanadas
y destruidas, periodistas presos y el temor a informar. UNA OPERACIÓN SINGULAR: EL SECUESTRO DE SMOLEN,
MIEMBRO DE LA MISIÓN MILITAR NORTEAMERICANA
Y no podían culminarse estos relatos sin referirnos a la operación del secuestro del teniente-coronel Michael Smolen, 2do jefe de la Misión Militar Norteamericana. Esta operación se convirtió en lo que nadie imaginaba: el principio del fin del Destacamento. En ello jugó la inteligencia y contrainteligencia del enemigo, las debilidades de los que no aguantaron las torturas, las delaciones de los traidores y quizás la existencia de infiltrados, ¿quién sabe?
El Destacamento Livia Gouverneur, quizás el más organizado de la guerrilla urbana, llevó adelante este tipo de operaciones, secuestros de militares norteamericanos o el de las obras de arte, ya relatado, como acciones de comando. Pero a diferencia con lo que ocurría en otros países, como en Colombia por ejemplo, nunca se pensó ni en pedir dinero, ni en retenerlos por mucho tiempo; se realizaban fundamentalmente con un propósito político, propagandístico, y siempre por un tiempo limitado.

En efecto, el 9 de octubre de 1964 el Destacamento Livia Gouverneur
de las FALN lleva a cabo una operación de alto calibre, el secuestro del 2do jefe de la Misión Militar Norteamericana. Operación con fines propagandísticos, como otros secuestros que ya se habían realizado, planificada para un corto tiempo, y que se le añade en su desarrollo el canje del militar norteamericano por el patriota vietnamita Nguyen Van Troi, condenado a muerte por su participación en la heroica lucha del pueblo vietnamita contra la agresión imperialista. A partir de ese momento se le denominó operación Nguyen Van Troi. No participé en esa operación, pero por circunstancias estuve muy cerca y presente en sitios y momentos en que se discutía su rumbo, incluso estaba en el apartamento en el que se escribió la carta entregada a la prensa en que se asumía la operación y se establecía el canje.

Conversé con 3 de los 4 combatientes que participaron en la captura: con Noel Quintero, Carlos Rey y Argenis Martínez. Y con Coquito, del equipo responsable del cautiverio de Smolen.

Esta operación ha sido bastante contada, incluso han sido trasmitidos videos que en la televisión, por ello aquí solo se develan aspectos inéditos o que despejan la verdad, y algunos hasta anecdóticos.
En la ruta de la operación, la planificación de la operación estuvo
bajo la responsabilidad de Plutarco. En la captura intervinieron Noel (como jefe de la operación), Carlos, Argenis y David Salazar (como chofer). En la custodia participaron Sánchez (jefe del grupo de custodia), Coquito, Fernando y Nelly Pérez. Otro grupo tenía a su cargo la liberación, pero ésta se realizó de forma precipitada.

Luego de la captura de Smolen, Noel y Carlos lo trasladan a otro vehículo, lo recibe Gonzalo Sepúlveda quien debía llevarlo al destino definitivo, el sitio de reclusión. Gonzalo se encontraba esperando en el lugar acordado, cerca de la Peña Tanguera, un restaurant argentino en Bello Monte, y espera. Llegan Noel y Carlos con Smolen, entonces… asombroso, ¡el carro era de dos puertas y pequeño! Como pueden, a duras penas, lo meten en los asientos traseros con Carlos. Noel entra adelante con Gonzalo, que conducía. Una vez que lo entregan en el apartamento donde sería recluido, bajo la responsabilidad de Sánchez, concluyen su parte. Gonzalo solo atinaba a gestualizar y apenas susurrar: ¡cosas que pasan!, cuando le señalaban el carro de dos puertas. Sobre la reclusión de Smolen y su liberación precipitada, uno de sus captores cuenta:
“Lo único que puedo decir es que a los tres días de encontrarnos allí, comencé a escuchar por la radio y los medios de comunicación la detención de varias personas que tenían que ver con la organización, ya sabía que la policía estaba cerca y el dueño del apartamento donde se encontraba Smolen ya había caído preso junto con amigos de su entorno, además que ya estaban delatando. Esa tarde ya casi noche, llegó Carmelo, el jefe del Destacamento, y dijo que se llevaba a Smolen, que lo iban a soltar, que se “limpiara” el apartamento y que saliera a toda prisa, no más de 5 minutos, porque estaban tras la pista. No supe quién estaba esperando en el carro, ni que sucedió después, salvo lo que conocí por las noticias. Cuando salí del apartamento me quedé cerca y luego me dijeron que en menos de media hora de mi salida del apartamento, en la Florida, había llegado la policía y toda la zona estaba ocupada por diversos cuerpos policiales”.

Interesante el testimonio y la comparación de las dos personalidades, el futbolista Di Stefano y el militar norteamericano Smolen, ante el secuestro, cuentan sus captores (la misma UTC del Livia se encargó del resguardo en ambos casos):

“Si hacemos una comparación entre el secuestro de Alfredo Di Stefano y el de Michael Smolen vemos que había una marcada diferencia. Con Di Stefano conversábamos más y entre otras cosas le decíamos que la operación tenía un carácter meramente propagandístico, como muchas otras que se realizaron en aquellos primeros años de la lucha guerrillera urbana, que pronto saldríamos de esto y que buscábamos dar a conocer al mundo la existencia de un movimiento revolucionario en Venezuela.
Los días con el coronel Smolen fueron más difíciles que con el futbolista, pues como militar y experto en lucha anti-terrorista siempre estaba muy atento a lo que hablábamos, a lo que hacíamos, buscando siempre una oportunidad favorable a él”. En una ocasión hubo que esposar a Smolen a la cama donde permanecía, unas veces sentado y otras veces acostado, leyendo el periódico. Se puso agresivo y muy alterado por lo que hubo que tranquilizarlo y recordarle que él era un prisionero de guerra. Todo esto transcurría en el cautiverio del teniente-coronel Michel Smolen.

La liberación de Smolen fue noticia en la prensa mundial. En unas declaraciones a la prensa Smolen dijo que había una mujer en el carro, porque escuchó su voz. ¿Quién era esa mujer? Nadie sabe qué pasó, cómo fue ese final y casi culminado el libro conocemos algo inédito, ese final contado por “esa mujer”:

“Fuimos tres: Carmelo, Carlos Hernández Yépes y yo. Todo estaba planificado. A mí me correspondió conducir mi carro hasta la avenida Negrín en La Florida, donde estaba el secuestrado en un edificio que queda en una esquina. Era de noche, no recuerdo exactamente la hora, y allí llegamos. Se bajaron los dos compañeros y entraron al edificio. Yo recibí la orden de permanecer frente al volante durante determinados minutos, al cabo de los cuales me debería ir si ellos no regresaban, porque algo habría ocurrido. Allí estuve, con el brazo izquierdo sobre el volante para mirar
el minutero de un reloj que recibía la luz de un faro. Mientras, pasaron dos policías, yo me turbé y encendí un cigarrillo, cuando pasaban frente al carro, y uno de ellos se acerco por la ventanilla y me pidió un fósforo para prender un cigarrillo, saqué la caja de fósforos a toda prisa y le dije quédese con ella, tengo otra. Nunca en mi vida había sentido tanto terror. Yo vigilaba por el retrovisor la puerta del garaje del edificio por donde debían salir los compañeros. Los policías habían avanzado unos 30 o 40 metros cuando salieron Carmelo y Carlos Hernández con el secuestrado, al que le habían vendado los ojos y lo metieron en el asiento de atrás en el medio de ellos dos. Arranqué a toda prisa por la ruta que me habían indicado; sin embargo, cuando estaba en la avenida Andrés Bello en dirección oeste-este, al llegar a la esquina donde está la iglesia de Chiquinquirá cometí una imprudencia porque pregunté ¿Qué hago? Y Carmelo con la mano me indicó hacia dónde ir. Esa fue la voz que escuchó Smolen.
Lo dejamos en la parte norte de la avenida Las Acacias. Se bajaron los tres, colocaron a Smolen en la isla del centro de la calle y lo hicieron girar. Allí lo dejaron, Carmelo y Carlos regresaron a mi carro y nos fuimos”.

Quién era esa mujer? América, América Bracho.
Lo que sucede después ya es bien conocido, los cuerpos policiales efectivamente estaban tras pistas certeras y embistieron con toda su fuerza después de la liberación forzosa de Smolen. La ejecución de Van Troi fue suspendida en la fecha pautada, aun cuando se realizó una vez que se tuvo que liberar a Smolen. Las informaciones que llegaban eran demoledoras. Nos estaban dando con todo.

Pienso que no se previó la arremetida, en la que participó directamente la Misión Militar Norteamericana, y no se estaba preparado para esa embestida. No se puede entender el desmoronamiento del Destacamento sin conocer la verdad de los errores cometidos durante esta operación. •••
Durante el gobierno del comandante Chávez, la Embajada de Vietnam en Venezuela y la Embajada de Venezuela en Vietnam promovieron la gira a ese país de un grupo de los participantes en la operación del secuestro de Smolen. Fueron Noel Quintero y, posteriormente, Carlos Rey. También fueron otros que probablemente estarían en la dirección político-militar pero que no intervinieron en la operación. Ha sido importante que esos combatientes hayan ido, una forma de reconocer el arrojo, que sobró en muchos, de aquellos guerrilleros urbanos del Destacamento Livia Gouverneur, y en este caso de dos de los participantes en esa operación.
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Vértigo, era la sensación que nos embargaba en un período tan denso en actividades armadas. En Caracas la lucha armada se había desatado con gran fuerza, con operaciones de todo tipo y muchas de impacto mundial, eso nos tenía deslumbrados y a veces perdíamos la vista del bosque, la táctica suplantaba a la estrategia. Años de turbulencia.
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Reiteramos que esta historia de los primeros años de la lucha armada urbana está limitada a las actividades del Destacamento Livia Gouverneur, localizada en la región capital y realizadas en la primera mitad de la década de los 60; se insiste en precisar este contexto pues la lucha armada en Caracas, y los movimientos insurreccionales cívico-militares y populares, adquirieron dimensiones importantes sobre todo en los años 62 y 63. A la actividad del Livia, y para tener idea de la magnitud de la lucha armada urbana, hay que considerar la que desarrollaban los otros destacamentos pertenecientes a las FALN, así como otros grupos armados, grupos de autodefensa en los barrios, etc., ello se incrementó en las décadas posteriores con la creación de nuevos frentes guerrilleros en las montañas y la permanencia de los existentes particularmente luego del repliegue declarado por el PCV y de las divisiones que produjo, tales como el Partido de la Revolución Venezolana (PRV) y la creación de Bandera Roja, entre otros.
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“uno, hoy, se asombra cómo personas comunes y corrientes, un grupo de muchachos y muchachas, estudiantes casi todos, hicieron cosas extraordinarias y más que esas operaciones impactantes, lo que impresiona es la intención, la osadía y la acción para cambiar al país, jugándose la vida en cada una de ellas”.
Recordando esa conversación con Andrés, me quedé pensando que en un momento del tiempo, una parte de la juventud de la Patria querida asumió asaltar el cielo, sin importar que en cada paso nos jugabámos la vida, convencidos que debíamos hacerlo. Si a otra generación le toca esa elección, esta Patria ha parido y parirá juventud con Patria, y si otros, nosotros, lo hicimos por algo que era un sueño, ahora es por no perder el sueño hecho realidad. Quizás sea eso lo que quería dejar al garabatear estas páginas.

Del libro » Escritos de una combatiente de la guerrilla urbana en Caracas». Nancy Zambrano