Introducción
Alba continental bolivariana (La madurez de un pueblo)
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Presentar el contexto o las circunstancias revolucionarias bolivarianas es un verdadero compromiso y una tarea nada sencilla. En primer lugar porque soy unos de sus actores, alguien que la vive día a día, y poder enfocarla globalmente es algo así como intentar sacar la cabeza de abajo del agua cuando las olas te arrastran y revuelcan inclementes..
Nunca he creído demasiado en eso de dejar los sentimientos de lado y ser neutro, imparcial cuando uno opina. Si me pidieran que opinara sobre la cuadratura del círculo seguro sería muy sencillo hacerlo, pero si se trata de algo donde mis intereses, mi compromiso de vida está en juego, mis sentimientos responden primero que yo haciéndome transparente.
Hasta ahora por mucho que he intentado dejarlos de lado insisten en seguirme donde quiera que vaya. Me parecería más sensato admitir que no nos damos cuenta cuanto influyen nuestros hábitos y creencias en nuestros pensamientos y preferencias, que por mucho que no lo reconozcamos tenemos siempre una postura, una apuesta existencial asumida.
A la hora de tomar decisiones son la mayoría de las veces los hábitos viscerales los que actúan mucho antes de que lo pensemos. Yo cuando menos no puedo ser imparcial cuando se trata de decidir la suerte de una humanidad cada vez más explotada, excluida y tratada inhumanamente luego de miles de años de historia y supuesta civilización.
Tampoco puedo admitir que sea indiferente lo que haga, como actúe, reduciéndome a ocuparme de mis asuntos. Aceptarlo sería negarle cualquier sentido a la vida, reduciendo a la impotencia y el absurdo la humana decisión y acción. A mi modo de ver la sumatoria de tus actos en una u otra dirección van definiendo inevitablemente tu actitud o compromiso de vida.
Si me preguntaran seriamente que es la vida tendría que decirles sinceramente como cualquiera que haya pensado un poco al respecto, que no tengo la menor idea. Sin embargo hay algo de lo que si estoy seguro, y es que sea lo sea se parece más a la calidez apasionada de lo que vivimos todos los días que a las frías, abstractas y acartonadas teorías.
No comparto el prejuicio de nuestra época exageradamente, súper estructuradamente racional, que cree que todo lo apasionado o no racional ha de ser necesariamente rechazado por inferior. Tanto en lo racional como en lo irracional, todo depende de la dirección de las acciones. Razón sin pasión es paralizante, es un mecanismo sin 8 combustible, una fría repetición, un automatismo. Pasión sin razón es un caótico e ineficiente girar en círculos.
No esperen pues que escriba sin compromiso con lo humano. Puedo estar acertado o equivocado pero a pie firme y en primera fila en la batalla por decidir los humanos destinos. Tampoco esperen que escriba desde las elevadas atalayas intelectuales alejadas de la vida cotidiana, porque para mi toda problemática y toda solución es en relación. Por tanto un pensamiento que no se realimente de su entorno fáctico y que no apunte a superar las limitaciones de cada día, solo puede conducirnos a la enajenación e impotencia sicológica.
Coherentemente con lo expuesto me gusta introducirme en el tema de la revolución desde la experiencia vivencial de todos los días. Me parece un buen ejemplo inicial el compararla con la etapa infantil y adolescente de fuerte dependencia para con la autoridad paterna.
Cuando la juventud siente el impulso y la necesidad de tomar decisiones e iniciativas, liberarse de la dependencia paterna, de la imposición de lo que debe pensar y decir, pero sobre todo lo que es apropiado que haga, se encuentra con la firme resistencia de la experiencia e intereses de la economía familiar.
Pues toda economía implica un esfuerzo o inversión continua de sostenimiento, que lógicamente conlleva un sistema de tensiones, una serie de expectativas. Todo el mundo, todo padre cree que lo que hace tiene sentido, que está haciendo algo realmente loable y valioso, una obra que espera tenga continuidad y sentido, que lo haga merecedor de cierto respeto, reconocimiento, agradecimiento.
Por tanto al sentir afectada su autoridad, irrespetada o despreciada su experiencia y consejo de lo que es bueno y apropiado, interpreta ingratitud para con todo su esfuerzo y buena voluntad y siente que todo lo hecho ha sido en vano, decepcionante. Por algo se le llama edad crítica o conflictiva a la adolescencia, con una creciente brecha generacional de incomunicación.
Si no aceptan recorrer los caminos propuestos por los que son sensatos y saben, por los que tienen la piel curtida, pues muy probablemente pierden todo posible apoyo y quedan por su cuenta, se las tienen que arreglar como mejor puedan.
Por tanto si deseas tener iniciativa, tomar tus propias decisiones, elegir que caminos deseas andar en la vida, necesariamente has de disponer de la capacidad, las artes y ciencias para cubrir tus necesidades. Porque no vivimos en un mundo abstracto, ideal, intelectual, sino fáctico. La verdadera diferencia entre padres e hijos está dada por el grado en que se asume la responsabilidad ante un mundo natural e histórico social, por la eficiencia de tal intento.
Aunque nos cuesta aceptarlo, en el mundo no tiene realmente importancia lo que sientes o piensas. Para ganarte un lugar y una función en el, que te traten como un igual, para que tengas voz y voto, lo que realmente cuenta es el poder y el alcance de tu acción, la eficiencia de tu economía, lo que realmente sabes y puedes hacer, reiterar a voluntad.
9 Entonces te toca ir al mundo y poner a prueba tus convicciones para intentar salir adelante con lo que te propones. Una cosa es lo que tú crees y sientes justo y apropiado, y otra es la capacidad para realizarlo en un mundo que es como es y tiene exigencias precisas.
Hay que ver si puedes mantener tus principios y salir adelante o si terminas vendiéndolos por tu sustento. Tienes que comprobar si aceptas pagar el precio que tus principios exigen o si por ganar amigos o conquistar un compañero sexual decides traicionarlos.
La vida es un proceso sumamente dinámico donde las cosas no son de un modo o de otro, ni se avanza, aprende o crece linealmente.
Cuando sales al mundo te encuentras que cada cosa sobre la cual pones tus pies o tocas con tus manos tiene dueño, y para poder acceder a ellas debes estar en posibilidad de dar a cambio algo que satisfaga al propietario.
Muchas veces las propiedades no tienen un cartel que las explicite a ellas ni a su usufructuario, pero si de algún modo invades tal privacidad o afectas esos intereses, ten por seguro que aflorará alguna reacción inesperada que pondrá en evidencia o señalará a sus beneficiarios.
Así sucedió con el pueblo venezolano cuando decidió tomar su propia iniciativa, tomar sus propias decisiones, elegir el modo de vida que deseaba darse, lo cual a nivel nacional lo llamamos soberanía, autonomía, respeto y no injerencia en las decisiones de cada pueblo.
Cayó en cuenta de que los sueños de libertad no son iguales a las condiciones que debes enfrentar cuando decides ejercerla, que Venezuela era una especie de hacienda en manos de algunos caciques o caudillos nacionales e internacionales, de los que unos pocos eran capataces y mayordomos y el resto éramos simples peones y sirvientes a destajo, jornaleros.
La organización política del Estado, la democracia representativa era una maquinaria que funcionaba mientras estaba al servicio de un determinado sistema de intereses. Pero cuando pasó a manos de una voluntad política, que habiéndola ganado dentro de sus leyes de juego decidió desviar el flujo de bienes y servicios hacia el pueblo, se terminó el aparente respeto por la democracia y se comenzó a sabotear su administración para hacerla ingobernable.
Entonces se les empezó a ver las caras a los dueños de la hacienda y sus criados, que comenzaron a reclamar lo que consideraban su propiedad por derecho de herencia o apropiación, sin considerarse de ningún modo iguales que los demás ni sujetos a ninguna ley.
Haciendo descaradamente lo que se les daba la gana y rompiendo las leyes ante las cámaras.
No había ninguna soberanía porque todos los medios de producción, tierras productivas, medios de comunicación y financieros estaban totalmente en sus manos. Hasta el petróleo administraban, y de los servicios públicos los que no estaban en deplorables condiciones estaban privatizados o en camino de estarlo.
10 Comenzaron con el golpe de estado, el sabotaje petrolero para paralizar completamente al país, la fuga de capitales para desangrarlo, desabastecimiento de comida y gas de cocinar para escarmentar al pueblo mostrándole quien era que mandaba, parálisis de hospitales por falta de combustible y energía, etc.
Convocación a manifestaciones que luego se desviaban del rumbo anunciado para conducirlas a los lugares de manifestación de los partidarios del gobierno revolucionario, donde tenían asentados francotiradores para asesinar sin discriminación y culpar luego al estado represor y tiránico. Bombardeo continuo de los medios de comunicación amedrentando a la gente.
En el frustrado golpe de estado que duró menos de 48 horas se derogaron la constitución y todas las garantías públicas, se persiguió funcionarios, se atacó embajadas evidenciando el sustrato intencional de donde se pretendía conducir al país. Con lo cual quedó en claro que la soberanía era mucho más que el aparato de estado que no controlaba nada.
Era necesario refundar el país completo, su sistema económico, sanitario, productivo, alimenticio, medios de transporte, almacenamiento, comunicación, redistribuir las tierras ociosas volviéndolas productivas y capacitando la gente para que pudiera hacerlas fructificar. Esto puso en evidencia la creencia ingenua de libertad así como la condición real dentro de la cual vivíamos. Puso en evidencia un tropismo creciente que cada vez nos despojaba más de nuestros derechos haciendo más y más difícil satisfacer nuestras necesidades.
Y es que en un sistema donde validas la propiedad privada heredable y acumulable y la declaras además sacrosanto derecho inviolable sin limitación alguna, no es insensato pensar que llegará un momento generacional en que un grupo será propietario de bienes y servicios y vivirá usufructuando el trabajo de los demás.
Si proyectas eso a largo plazo y le sumas la automatización creciente de las labores y la concentración del capital, la inevitable situación resultante es la que hoy presenciamos. Una gran mayoría de la humanidad excluida socialmente, librada a su suerte, diezmada por enfermedades, hambrunas, carencia de servicios básicos, atención médica, educación.
Es una sociedad cada vez más compleja y tecnológica donde las corporaciones son quienes establecen valores de intercambio de mercaderías, dentro de las cuales la capacidad humana solo es un bien más del mercado que compran al precio que les parece conveniente.
Pero no termina allí porque en la vida nada es estático, por tanto el tropismo se incrementa, la voracidad de apropiación y control de bienes se intensifica. Ahora quieren apropiarse de la creatividad intelectual, las noticias, la riqueza genética, minerales, petróleo, agua. ¿Para qué? No se sabe, justamente por eso es un tropismo, un automatismo.
11 Una especie de deseo sicótico de que nada escape a su control, que no puede ser sino la contracara del temor, que convierte en prevención del futuro a la vida. Por lo cual hemos llegado a circunstancias donde se hace evidente que este tropismo ha de ser desviado, neutralizado. Si es que hemos de sobrevivir han de fijarse reglas en que la vida sea la prioridad absoluta y la propiedad solo para usufructo mientras no afecte los intereses colectivos.
Ante las preguntas de sus hijos los mismos padres justifican sus conductas diciéndoles que el mundo es así, siempre ha sido así, hay que ser realista y aprender a moverse entre las fieras sin esperar nunca la menor ayuda. Con lo cual volvemos a encontrarnos con el mismo tropismo, con un determinismo insoslayable que acepta sin cuestionarlas las cosas tal cual son.
Algunos se repliegan convencidos que no están hechos para pelear toda su vida fieramente y otros aceptan el reto y se convierten en una fiera más. Pero la actitud general es la de aceptar que la vida es un circo romano y que todo intento de cambio es solo un romanticismo ingenuo.
Sin embargo llega un momento en que la globalización posibilitada por la tecnología de producción, transporte y comunicaciones, convierte al mundo completo en ese circo romano y ya no quedan lugares donde refugiarte o huir física ni mentalmente.
Por tanto la única alternativa es aceptar ir viendo morir resignada e impotentemente a los que te rodean hasta que te llegue tu turno, o disponerte al menos a luchar y morir con dignidad en pos de una alternativa superior que te de algún motivo por el cual valga la pena vivir.
Igual sucedió con el nazismo, todo el mundo hundía la cabeza en la tierra como el avestruz hasta que no quedó más remedio que luchar por la vida en libertad, como seres humanos. O aceptar la esclavitud al servicio de los supuestos seres superiores predestinados para reinar sobre las infelices criaturas y guiarlas hacia un futuro mejor, exterminándolas si se niegan.
Yo diría que esa es la alternativa que vive desde el principio mismo en la intimidad del ser humano dado su libre albedrío. Respeto y libertad, o negación de la humanidad ajena y esclavitud. Plena humanidad o barbarie reflejadas en la organización y paisaje social que construimos, en la dirección solidaria o egoísta de nuestras conductas.
Lo cual implica el predominio de niveles penunbrales o superiores de conciencia, delirios sicóticos de grandeza, alucinaciones mesiánicas, o una conciencia que gana en lucidez y pone todas las herramientas de la pasión y el conocimiento al servicio de la vida.
La vida es de todo menos estática, las dos únicas posibilidades esenciales son crecer, avanzar, evolucionar, o decrecer, retrogradar, involucionar. No hay términos ni negocios intermedios. Las relatividades solo existen en los sueños o en las concepciones 12 abstractas, jamás en lo fáctico. A nivel de acción cada expresión afirma la vida o la niega.
Es obvio que los discriminados o excluidos del modelo social por herencia o lotería histórica, o aquellos que no están dispuestos a pagar el precio de la esclavitud e indignidad de ser sirvientes de otros por un plato de comida caliente, han de ir tejiendo una red marginal, un submundo de subsistencia.
Una sombra que el modelo imperante genera al desechar hacia su periferia los elementos menos especializados o de menor dependencia respecto a sus instituciones. También es obvio que los que aceptan participar en ese modelo social cerrado, exclusivo, discriminativo, desarrollan e incorporan un sistema de hábitos, creencias, tensiones que le es inherente. Experimentando todo eso que niegan, excluyen, desprecian, desechan, como una sombra, algo sucio, oscuro, bajo, que temen, previenen y contra la cual organizan su siquis, construyen su mundo. Porque toda riqueza o bienestar es siempre referido y proporcional a la pobreza y miseria con la cual se la compara y de la cual se trata de huir a como de lugar.
De allí su temor visceral a ser invadidos o que se les confisque sus propiedades. Porque la contracara de su deseo de riqueza es su temor a la pobreza. También es obvio que en medio de tal sistema creciente de tensiones no puede haber justicia ni paz, ya que justamente es la resultante de su ausencia.
La pregunta por el trillón de bolívares entonces sería, ¿cuál es la necesidad de acumular más de lo sensatamente necesario al punto de que eso se convierta en un tropismo, en un modelo social de vida que se transmite de generación en generación? Y la respuesta es simple. Es temor a la vida, incertidumbre ante el futuro debido a la movilidad en el horizonte temporal de que es capaz la humanidad. Es la contracara de su habilidad para anticiparse a los eventos y prevenirlos. Y como el temor es ilusorio, imaginario, como no tiene asiento en circunstancias de carencias reales, tampoco tiene límites la acumulación preventiva y la búsqueda de seguridad.
Así pues el temor imaginario al futuro y la búsqueda compensatoria de seguridad que nunca es suficiente, es lo que genera tal tropismo acumulativo y legaliza la propiedad privada cual derecho sacrosanto e inviolable. Es así como generamos una sociedad donde todos competimos sin necesidad ni motivo por acumular más y más cosas.
Es así como se convierte en un tropismo social que sugestiona, alucina a la conciencia colectiva con fuerza de realidad. Resulta inútil decirle que el problema es justamente la apropiación preventiva creciente que va acumulando todo en manos de cada vez menos y generando carencia para la gran mayoría. Animalitos de hábitos y sombras de cambio.
La solución es simple. Buscar un chamán que nos ensalme fumando un tabaco. Que nos despierte del hechizo del tiempo y nos haga sentir que no vamos a ninguna parte ni es necesario seguir temiendo, corriendo asustados, agitados, ya no es necesario aferrar ni huir.
13 Porque estamos, siempre hemos estado en el mero centro del universo, nuestro hogar.
Más allá de bromas, la solución es tan simple como reconocer que tanto el temor como todas las conductas resultantes son ilusorios e innecesarios. Basta que en lugar de competir como fieras se complementen solidariamente las capacidades.
Que se apoye la creatividad en la confianza de unos a otros para que todos y cada cual den lo que puedan y tengan y dispongan de lo necesario. Con lo cual se asegura el sustento colectivo no quedando ya espacio para temer, porque siempre habría una mano amiga tendida aún antes de que la necesitaras. Y cuando erradicas la raíz del temor ilusorio y todas sus fantasmales alucinaciones, ya no hay sustento tampoco para la violencia.
Estas son a grandes rasgos y en esencia las circunstancias revolucionarias bolivarianas y de cualquier sociedad que pretenda asumir su soberanía, que decida ejercer realmente la libertad de elegir y construir su destino, pasando de los sueños y teorías finalmente a los hechos.
Es bueno conocerlas porque cuando menos permite discernir entremedio de cuales fuerzas una intención democrática participativa y protagónica ha de abrirse camino. Y cuando se va a evaluar los innumerables logros de la revolución en Venezuela hay que tener en cuenta todo este escenario y atmósfera en medio de la cual se lucha y vive.
Hay que saber que se recibió el país en banca rota, con un 50% de pobreza, con altas tasas de analfabetismo, elevada mortalidad infantil, desempleo, inflación, con los servicios básicos destrozados y en vías de privatización.
Con el petróleo su principal fuente de ingresos regalada y enajenada, al punto de que los servicios de computación que la controlaban tanto como su transporte marítimo, estaban en manos de empresas privadas americanas y fue necesario pasarlas a control manual para poder operarlas.
Hay que saber que toda iniciativa ha sido y sigue siendo boicoteada en todos los frentes posibles desde dentro y fuera, nacional e internacionalmente, buscando formas de aislarla y justificar modos de intervenirla para volver a retomar el control de sus materias primas y energéticas. Por lo cual la revolución se pelea estratégicamente en todos los frentes simultáneamente.
Muchos intereses están en juego y es necesario buscar el modo de equilibrar las fuerzas para poder ir avanzando y profundizando a medida que las circunstancias lo van posibilitando, y no lanzar todo por la borda por un paso atropellado y sin posibilidades de sostenimiento. La política externa es tan fundamental como la interna en este mundo globalizado.
Se terminó la época de los orgullos y arrogancias nacionales, todos los sistemas de intereses son interdependientes y quien no sepa interpretarlo comenzará a aislarse y a ganar cada vez más enemigos 14 no predispuestos a tenderle la mano en caso de necesidad. Los acuerdos oportunistas te dan la espalda en el momento en que estás mal y realmente los necesitas.
Están contigo si pueden obtener un beneficio, pero si estás mal simplemente te ignoran. Así es en la vida personal de todos los días y así es en lo global y colectivo también. Frente a las condiciones críticas de vida que encontramos es inevitable que la resistencia popular va a seguir creciendo. Por tanto a partir de ahora es muy importante la dirección que se elija.
Elegir es inevitable porque solo hay dos tendencias y posibilidades, humanizante y al servicio de la vida y deshumanizante, camino de la barbarie y enemiga de la vida. Sabemos que lo que siembras has de recoger, lo que afirmes con tus actos eso harás crecer.
Así que ya no es tiempo de seguir culpando a nadie sino de hacernos concientes de nuestros y actos y de sus consecuencias. Elegir es el derecho y la obligación humana, ya que vas dentro de un barco colectivo y en una dirección única, por lo cual aún no eligiendo eliges, y este es el momento. Es ahora y en este momento cuando elegimos nuestra dirección a futuro.
Los niños cuando miran a sus padres ven poderosos, omnipotentes dioses o magos con la capacidad y sabiduría para realizar casi cualquier cosa imaginable. Creen, confían en ellos y aceptan todo lo que les dicen con los ojos cerrados. Pero con los años comienzan a percibir las contradicciones entre lo que dicen y hacen y aquella fascinación comienza a disiparse gradualmente.
En la adolescencia comienzan a cultivar sus propios pensamientos y preferencias. Llega un momento que en el mejor de los casos ven a sus padres como seres humanos que hacen lo mejor que pueden con sus vidas, que les merecen respeto y agradecimiento. Pero no tanto como para traicionar sus propios principios y aspiraciones de vida.
Ahora sienten la poderosa fuerza de vida impulsándolos a ver el mundo a través de sus propios ojos, recorrer los caminos con sus propios pies, conocer la vida de primera mano, saborearla directamente, sentir su frescura como por primera vez, soñar y traer a ser en el mundo sus propias aventuras. Y llegado el momento ya no habrá fuerza, amenaza, chantaje o grito que los detenga, porque ya no comparten ni temen perder el sistema de intereses familiares.
La revolución bolivariana es en parte reacción a una organización social elitesca de explotación que excluye y dificulta crecientemente la satisfacción de las necesidades, exige mayor esfuerzo para el mismo o menor resultado aún y no da ninguna garantía de mejora a futuro.
Venezuela está siendo un escenario privilegiado de lo que es necesario para que un grupo social asuma su plena libertad. Este escenario tiene dos frentes, primero el evidenciar la trama de intereses resistentes a tal liberación, reconocerlos y neutralizarlos, para lo cual es necesario que el gobierno sea realmente 15 representante de los intereses populares y tenga su apoyo en todos los frentes.
Cada vez queda más claro que el modelo utilizado una vez en Chile con éxito se intentó repetir en Venezuela fracasando, y ahora se está implementando también en Bolivia. Por otra parte escarmentados con sus fracasos ahora se adelantaron a los acontecimientos electorales adulterándolos descaradamente en Perú y México.
En Venezuela tenemos elecciones el 3 de diciembre y aún luego de 7 años siguen los medios de comunicación bombardeando, armando virtualmente manifestaciones con las cámaras para engañar a la gente y se esperan boicots de todo tipo para impedirlas o declararlas no válidas.
Por tanto es necesario dejar la ingenuidad de lado y saber que a nivel de hechos es necesario conocer y planificar estratégicamente, porque un pueblo que no sabe quien y como lo explota, no sabe con quien luchar tampoco y no está por tanto preparado para las exigencias de la libertad. Tendrá que foguearse intentándolo y frustrándose hasta que se capacite a tal reto.
El segundo frente revolucionario es el abrir nuevas alternativas sociales internas e internacionales, nuevos modos de relacionarse que tengan la solidaridad, la complementación, la transferencia de tecnologías, y toda la estructura económica tendiente a la integración gradual por dirección. En ambos caminos se ha avanzado bastante en la revolución bolivariana.
Para cerrar esta presentación de la revista retomo el tema del deseo de libertad adolescente y la idea de que la libertad es un ejercicio activo, una responsabilidad. Porque no vivimos en una nube abstracta sino dentro de una condición natural e histórica, lo cual implica una serie de necesidades orgánicas e intelectuales a satisfacer dentro de una estrecha red de intereses. Ese sistema de intereses es un tropismo, una inercia resultante de toda nuestra historia. Es el modo en que lo hemos realizado hasta aquí y ahora. Y son esos hábitos y creencias las resistencias que saltan de inmediato ante el intento de hacerlo de un modo diferente, es decir ante el cambio. Animalitos de hábitos y sombras de cambio que atemorizan una vez más.
Desde la experiencia de vivir podemos decir que habiendo superado la dependencia fáctica de nuestros padres, habiéndonos casado y reproducido la especie, habiendo tenido un relativo éxito en la vida, siendo adultos aún seguimos mirando hacia atrás esperando el reconocimiento de nuestros padres igual que ellos lo esperaron antes de nosotros. Por tanto ese grado de libertad del pasado pareciera que requiere aún de un paso más.
Yo diría que este es el segundo componente de la revolución bolivariana, de toda revolución. Porque la idea de un nuevo hombre y mundo fue la primera idea del ser humano colectivo. Nos acompaña desde tiempos del Abraham bíblico, la reencontramos en Colón y vuelve a retoñar en nuestros tiempos.
16 Es un hilo intangible que teje las cuentas de la historia en un collar, es el motor tras las artes, ciencias y religiones, es la mirada trascendente del ser humano siempre lanzada al futuro. Yo lo llamo primaveras y otoños, letargos y despertares del alma, de la bella durmiente.
Y esa es una vez más la contradicción que nos habita. Por un lado tememos el futuro y nos aferramos a la supuesta seguridad que nos dan nuestras posesiones, viviendo hipnotizados entre las cotidianas rutinas y sus objetos. Modernos y liberales al coquetear con ideas y palabras pero conservadores en los hechos.
Por el otro concebimos cielos e infiernos, dioses y demonios, deseamos ir más allá de todo límite, deseamos conocer siempre más y más con un hambre incansable que no conoce de satisfacción ni descanso. Esa ambivalencia, esa incertidumbre es el precio a pagar por la libertad de elegir, de equivocarse y acertar.
Creo que dejaremos de girar en círculos, de mirar siempre hacia atrás, hacia el norte o hacia el cielo, de recurrir una y otra vez en la violencia, cuando realmente nos decidamos y atrevamos a ser libres, a ser plenamente nosotros mismos, a recrear la experiencia y el conocimiento histórico en nuestra conciencia, a correr el riesgo de reinventarnos.
En ese sentido los consejos comunales bolivarianos son una experiencia inédita, un nuevo camino aún no recorrido por las sociedades, en que se le transfiere al pueblo el poder, los recursos y la responsabilidad de administrarse y decidir respecto a su comunidad, independiente de todo partido político.
Es un primer paso, aún está en pañales y gateando. En realidad desde el ejercicio autoresponsable de esos consejos comunales ha de ir naciendo y recreándose una y otra vez la autorregulación, las nuevas leyes, la nueva organización social, los nuevos representantes que han de sustituir a la burocracia y los políticos profesionales cual intermediarios con el poder.
Solo la auto responsabilidad, el asumir y ejercitar el propio poder genera libertad. Solo el respeto por la libertad ajena nos libera. Solo la plena aceptación de la humanidad en el otro nos humaniza. Solo la plena humanidad deja atrás para siempre la violencia de la dependencia, del temor a ser nosotros mismos y permitir que los demás también lo sean.
Michel Balivo |