Cuando estaba carajito, una vez le pregunté a mi papá: Papi ¿por qué Alí Primera no tiene canciones de amor?
Me dijo: Claro que si, todas, todas sus canciones son de amor.
Yo: No papá, ninguna es de amor, a mí me gustan, pero no son de amor. (Yo me refería a canciones románticas).
Con el tiempo descubrí que las canciones románticas de Alí yo no las entendía como tal. Por ejemplo, me imaginaba dos pichones marrones en un nidito o una blanquísima gaviota volando, y aunque me encantaban, ni sospechaba que se referían a una mujer. Ahora recuerdo y me da risa.
Las primeras ideas que tuve de política en la infancia fueron por las canciones de Alí.
¿A quién, que le escuchó de niño o niña, no le pasó eso?
Yo oía: En un bolsillo de la sotana un libro de Santo Tomás de Aquino y en el otro, en el de la izquierda, un libro de Carlos Marx.
Y entonces preguntaba: ¿Mamá quien es Carlos Marx?
Y así, con cada cosa que me llamara la atención:
¿Qué es camarada?
¿Por qué le canta a las chiripas?
¿Qué significa panfletaria?
En la calle si veíamos a un policía, mis hermanos empezaban a gritar por travesura: «Policía suelte a ese hombre, no lo ves que está llorando».
Y mi mamá: ¡cállense, cállense!
Hoy día, si ando sensible, escucho Ruperto y me dan ganas de llorar ¡Es una canción demasiado potente! Y creo que deberíamos hacer una película con esa historia.
¿Quién, de niño o niña, no se imaginó que hablaba con el Libertador cuando escuchaba Canción Bolivariana?
¿Quién, que no podía viajar, empezó a conocer a Venezuela con Alí?
Supe que la embarcación de los Guaraos es la curiara, del Lago y La Chinita llorando, de Margarita y las garzas de su lagunita, de los cerros de Caracas con el rancho de Ruperto o Los Techos de Cartón, también supe del llanero de Cunaviche, y por supuesto, de la paraguanera y su piel hermosa.
Actualmente, cuando añoro mi pueblo, me entra una necesidad urgente de escuchar Gallo Pinto y Caña Clara y Tambor.
De Latinoamérica y el Caribe también conocí el paraíso cubano, que en Chile habían tantxs valientes, el sombrero azul de lxs salvadoreñxs y más allá, hasta de Vietnam conocí por Alí.
En la adolescencia me di cuenta de que la sangre del Che no se agitaba en «los techos bolivianos», pensé y no tenía sentido y me dije: ¡Coño Thaís! Es en «los PECHOS bolivianos». Y hace pocos años fui al Teresa Carreño a un acto en homenaje al Che, un carajo cantó y también decía: «y tu sangre se agita en los techos bolivianos». La gente no se dio cuenta o no les importaba el error, todos aplaudían y yo no paraba de reír.
Hay canciones de Alí que tocan lo más íntimo de una, yo quisiera tener una niña y cantarle que su piel huele a caramelo. Cuando pienso que todo está muy mal, me doy ánimo para hacer cosas que creo que pueden ayudar y pienso «Siempre que triunfa la vida, pierde espacio la amargura».
Con los años me di cuenta de que mi papá tenía razón, Alí hizo todas sus canciones por y con amor. Por todo eso, yo admiro y agradezco infinitamente al maestro, al poeta, al camarada y al panita Alí.
Un texto de por allí,
como nos pudo haber pasado
a cualquiera.
La Patria es el Hombre
VENCEREMOS❗