Los que mueren por la vida
no pueden llamarse muertos.
Ely Primera Rossell
(Alí Primera)
A sesenta años de la inmolación del bonzo vietnamita Thích Quảng Đức, un joven piloto de la Fuerza Aérea de Estados Unidos, de nombre Aaron Bushnell, hizo lo propio, pero frente a la embajada de Israel en Washington, en protesta contra la masacre del pueblo palestino, como lo pudo expresar el militar en un video antes de derramarse gasolina y luego activar un yesquero.
Tal como ocurrió, no solamente en todo Vietnam, tras la acción del bonzo Quảng Đức, en una calle de Saigón (1963), el evento impactó en la opinión pública frente a la presencia de la soldadesca estadounidense, como lo hace ahora abiertamente en territorio palestino, mediante empresas de la guerra como Black Walter o equipando al ejército sionista israelí con un dinero que se queda en EE. UU., para satisfacción de los fabricantes de todo tipo de armamentos de última generación.
Luego del inusual acontecimiento de protesta política, aparece el asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Jake Sullivan, declarando a medios internacionales que está en camino un acuerdo sobre líneas básicas para facilitar una tregua y el intercambio de rehenes israelitas por prisioneros palestinos. También habrá un alto al fuego por seis semanas, además de la liberación de unos cuarenta rehenes de los doscientos o trescientos presos políticos.
Seguramente Sullivan está intentando tranquilizar las aguas, ante la oleada de las manifestaciones que se han producido en Estados Unidos contra el genocidio de Israel en Palestina. Se trata de un panorama similar al de las décadas de los sesenta y los setenta, a causa de las masacres estadounidenses y sus aliados sobre territorio indochino: Vietnam, Laos y Camboya.
Sin duda, el gobierno de Joe Biden teme que la valiente acción del joven piloto se convierta en una chispa capaz encender la pradera imperialista, como sucedió años atrás cuando gigantescas manifestaciones de estudiantes universitarios y veteranos de guerra tomaron las calles de las principales urbes estadounidenses. Allí se produjeron masivos eventos extraordinarios, protagonizados por los movimientos de organizaciones por la paz, como las famosas marchas y el concierto Woodstock, que reunió a medio millón de jóvenes en Nueva York, durante tres días.
Grandes figuras de la música moderna para el momento, como Joe Cocker, Johnny Winter, Santana, Joan Báez, Jimi Hendrix, Stills, Nash y Richie Havens, Janis Joplin, Miriam Makeba, Angela Davis, o la actriz y activista Janet Fonda, se unieron al gigantesco movimiento de protesta que impactó a todos el mundo, incluyendo a Europa, donde se produjo el famoso Mayo Francés (1968) y donde nació y retumbó la consigna: ¡Ho, Ho, Ho Chi Minh!
Morir por la paz
El próximo 11 de junio se cumplirán 51 años de la inmolación del monje Thích Quảng Đức, quien asumió la acción como una expresión contundente de protesta frente a la matanza de vietnamitas por parte del ejército norteamericano desde la década de los cincuenta, tras la derrota de los franceses en la batalla de Điện Biên Phủ.
Ante el acontecimiento, la Shangha budista vietnamita exaltó, mediante numerosos eventos, el ejemplo de Quảng Đức, e invitó a las nuevas generaciones a no olvidar el sacrificio de los budistas. Recordemos que fueron varios los miembros de las pagodas budistas que entregaron sus vidas como expresión de lucha contra la guerra y por la paz universal.
El acto patriota de Quảng Đức, el 11 de junio de 1963, impactó de tal manera en Estados Unidos que el joven militar estadounidense Norman Morrison tomó la decisión de sacrificarse frente a las oficinas del Pentágono en Washington. Y en 1984, el joven panameño Rolando Alberto Pérez siguió el ejemplo de Morrinson frente a la Embajada de Estados Unidos en Ciudad de Panamá, cual voz de respuesta a las agresiones militares norteamericanas en el país canaleño.
El 11 de noviembre de 1983, en Chile, el obrero Sebastián Acevedo Becerra, de la ciudad minera de Coronel, se sacrificó al estilo bonzo en los escalones de la catedral, para protestar por la desaparición de sus hijos a manos de la policía militar del régimen de Pinochet, el Servicio de Inteligencia o Central Nacional de Informaciones.
Soy miembro en servicio de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos y ya no seré cómplice del genocidio. Estoy a punto de participar en un extremo de protesta, pero en comparación con lo que la gente ha estado haciendo en Palestina en manos de sus colonizadores no es nada extremo.
Esto lo expresó Aaron Bushnell antes de inmolarse frente a la Embajada de Israel.
Por estas palabras del joven piloto, la periodista Hindu Anderi, una activa militante por la causa palestina, opina que:
… sin duda alguna que esa acción es una tragedia, una tragedia humana que pone en evidencia la decadencia de la humanidad, y sobre todo de la sociedad norteamericana y de los países europeos, que han sido cómplices de muertes y masacres, de los genocidios contra los pueblos. Los que está sucediendo en Gaza espanta a cualquiera y, por supuesto, este joven que decidió inmolarse, gritando: «¡Palestina libre!». Aaron Bushnell es otra víctima de las decisiones del imperio capitalista en contra de los más débiles.
Ángel Miguel Bastidas G.
Fuentes de consulta:
Bastidas, A. M. (2017). Xin Chào. Vietnam: Editorial Thế Giới.
Vietnam Plus. https://es.vietnamplus.vn/