Pretendidos señorones de la política nacional e internacional, dos de ellos ya han decidido pasar el resto de sus días interfiriendo en nuestros asuntos por lo que ya casi son actores nacionales. Funcionan como refuerzos pretendiendo hacer lo que los de aquí no hacen ni harán con un pueblo irredento, dispuesto a defender el modelo de Chávez que nos empeñamos en profundizar.
Y no son precisamente casualidades que sus apellidos comienzan por A, y de allí que formen esa liga triple A, porque para llegar a las grandes ligas de la política no les alcanzará la historia malévola por la que han pasado y ya al final de sus carreras no hacen más que acentuar esa práctica de entrega, actuando como sigüises del Imperio. No se equivoca el refranero popular: Dios los cría y el diablo los junta. Son la Triple A del fascismo.
En esta historia el «diablo» tiene nombre y apellido, que si juega en las grandes ligas y es definitivamente quien mueve los hilos de estos títeres, que al unísono y de manera hilvanada vienen accionando el macabro plan para el golpe definitivo en contra de nuestra patria. Y si en algo todos debiéramos estar unidos aun en medio de nuestras diferencias, es justamente con esa posibilidad cruenta y violenta que se viene tejiendo y donde muchos serán utilizados como conejillos de India para lograr ese propósito.
Ejemplo de ello en nuestra memoria reciente tenemos. Apenas unos días han pasado del aniversario 14 de aquel golpe del 11 de abril de 2002, que también contó al menos con dos de los que hoy forman este equipillo de triple A. Me refiero a Aznar y Allup. No había aparecido aún Amargo, perdón, Almagro, aunque su aspecto facial y expresivo se corresponda más con lo primero: como si mascara una naranja cajera o un limón chiquito.
Tampoco estaba al frente como actor, el inefable Premio Nobel de la Paz, ese que pasará a la historia como un importante asesino al frente del Imperio más poderoso del mundo, quien ha generado la muerte y crisis humanitaria de tal manera que difícilmente será superada, al menos como algunos lo aseguran.
Piensan aún que Latinoamérica sigue siendo su patio trasero
Ni George W. Bush se ensañó con Venezuela como él. Ha sido el actual inquilino de la Casa Blanca (a quien por cierto le quedan sólo unos meses) el que por un lado se presenta ante el mundo como el artífice para lograr un entendimiento con el heroico y noble pueblo cubano, y sin ningún tipo de ambigüedades ya plantea como un hecho el derrocamiento del presidente Nicolás Maduro, con el pretexto de salir del difícil momento por el que estamos atravesando. Situación en la que ellos han jugado un papel fundamental, en la búsqueda por quebrantar la voluntad de un pueblo sometiéndolo a las condiciones que hoy todos sin distingo sentimos.
Ahora bien, es impresionante cómo sus marionetas han desarrollado el libreto encomendado en distintos escenarios, para ir convenciendo al mundo y apoyados en el inmenso poder mediático, que lo que aquí ocurra terminará siendo responsabilidad del Gobierno que democráticamente nos hemos dado los venezolanos. Por ello no es casual que todos, al unísono, viven fijando plazos y fechas de finiquito a nuestro gobierno, y ya sin vergüenza alguna, Almagro, por ejemplo, presionado por CNN, plantea que ciertamente sólo esperan unos pasos y plazos necesarios de cumplir para una supuesta aplicación de la Carta Democrática.
Siguen pensando que en este país pueden hacer lo que se les antoje y que Latinoamérica sigue siendo su patio trasero. Aquí nos conseguirán de pie para defender la patria de Bolívar y Chávez, y estamos seguros que nuestros hermanos latinoamericanos no se prestarán para tan perverso objetivo.
Aznar hizo lo propio en otros programas televisivos, que muy acertadamente nuestro presidente presentó a todos en cadena nacional, porque no es cualquier cosa lo que vociferan y planean acometer en los próximos días.
Al que completa la trilogía del mal de las «A», ya lo hemos escuchado todos en un tono soez, de malandreo y envalentonado. Ha dicho de todo. Más vulgar, obsceno y chabacano imposible, el lenguaje con el que se dirige a sus seguidores para arrancar aplausos y ganar adeptos en esa carrera en la que pretende darle la vuelta al cuadro y hacerse con la Presidencia de la República.
Creo que le faltarán varios motores para que llegue si acaso a primera y eso si el pueblo decide bolearlo y no poncharlo para que se acaben sus bravuconadas y busque su puesto en el geriátrico más cercano a su casa. Este pueblo se respeta.
Ya no es tiempo para las dudas. Si de algo debemos estar supremamente claros, es que están preparando una estocada mortal que buscará llegar hasta lo más profundo para intentar eliminar de la faz de este amado territorio lo que como río crecido recorre las entrañas de esta patria bolivariana. No en vano hemos demostrado en los últimos días con la movilización consciente, alegre, comprometida y firme, que no daremos un paso atrás y que nuevas fases de lucha y organización milimétrica debemos lograr para defender lo que hoy nos pertenece a todos.
La unidad de los revolucionarios y del pueblo todo será imprescindible para salir victoriosos de esta etapa de dificultades, que deberá llevarnos al punto de quiebre que permita lograr las condiciones de irreversibilidad de nuestra revolución.