By cafeatlanticoPosted 27/03/2024
En una carta abierta recientemente difundida, el investigador y maestro de la música académica Diego Silva Silva criticó, con argumentos reivindicativos de la diversidad cultural, decisiones que se han planteado desde la directiva del Teatro Teresa Carreño.
Eduardo Parra Istúriz
(RCA-26/03/2024) El maestro Diego Silva Silva es una de las grandes luminarias de la investigación, composición y, en general, de la música académica en Venezuela. Acumula varios premios nacionales e internacionales, incluyendo el Premio Nacional de Cultura que le fue otorgado en 2021. Además el año pasado destacó en el 1er Concurso Internacional de Compositores de Foshan, China.
Como tal, sus criterios tienen un peso específico en el quehacer cultural del país. En esta ocasión emitió una carta abierta en el que cuestiona con vehemencia los criterios planteados por la recientemente creada Dirección de Música Contemporánea del Teatro Teresa Carreño (TTC).
De acuerdo con Silva Silva, el nuevo director de Música Contemporánea del TTC, Vicente Moronta, ha anunciado varias cosas, incluyendo las siguientes:
- Fue creada una nueva orquesta de cámara (auspiciada por el TTC) para la ejecución de música contemporánea.
- El repertorio de esta agrupación instrumental será decidido por los instrumentistas que la integran.
- Se encargarán obras con ese formato instrumental a algunos compositores, y se nos manifestó que un compositor residente en Europa, sería invitado como jurado o “evaluador”.
- Aparte de las obras a estrenar, se realizarán conciertos especiales, que estarán asociadas a efemérides vinculadas con compositores de Europa.
- Se hizo hincapié en que esta plataforma es para saber “qué se está haciendo” en la “música contemporánea”, y por lo que pudimos captar, la de procedencia europea.
¿Por qué las críticas?
El comunicado de Silva Silva comienza por cuestionar a qué se refieren cuando hablan de música contemporánea, dado que, cuando se trata de cultura, la contemporaneidad es relativa y no se refiere a las mismas cosas en todo el planeta. Las diferencias culturales entre un continente y otro son tremendas, máxime cuando uno de esos continentes mantuvo sometido por la fuerza al otro (como es el caso de Europa y América, respectivamente).
Plantea, pues, que las acciones anunciadas por Moronta, al frente de la Dirección de Música Contemporánea, se enmarcan en una visión eurocéntrica de la música y la cultura, que no se ajusta al criterio de descolonización que se proclama desde otros entes culturales o comunicacionales del Estado; ni se acerca a lo relacionado con la necesidad de defender la Diversidad Cultural (planteada por la Unesco y ratificada por Venezuela).
«Es sumamente contradictorio, que en un país en donde algunas instituciones del Estado y el Gobierno
proponen, exaltan y manifiestan que la descolonización debe ser un paradigma, nos encontremos con
esta Dirección de Música Contemporánea creada por el TTC, que como nos aproximaron, está
destinada a promover una realidad, culturalidad y estética que no es la nuestra; es más grave aún que esto esté pasando en uno de los momentos en donde más se ha despreciado o ignorado a los compositores venezolanos.
(…)
Algunos compositores de América no queremos ser imitadores de formas y fenomenologías surgidas en
espacios, tiempos y culturas diferentes a la nuestra, y por lo tanto, tenemos el derecho inalienable de
proponer para transformar e inclusive, innovar.»
La carta abierta
Transcribimos íntegramente el texto de Diego Silva Silva a continuación:
Carta Abierta a los Compositores Venezolanos del ámbito de la música de tradición escrita; al Teatro Teresa Carreño; y a la nueva “Dirección de Música Contemporánea”
«Hace unos días (11 de marzo) asistimos a un encuentro entre compositores por una convocatoria que hizo la nueva dirección de “música contemporánea” creada por el TTC. Dicha reunión estuvo precedida por otra, realizada unos dos meses antes, en donde se había expuesto una vez más, la problemática profesional de quienes nos dedicamos a la composición.
En la reunión reciente, después de unos derechos de palabra (que además incluyó a compositores residentes en el extranjero), Vicente Moronta, designado por el TTC como director de la nueva dirección nos hizo algunos anuncios:
1.-Fue creada una nueva orquesta de cámara (auspiciada por el TTC) para la ejecución de música
contemporánea;
2.-El repertorio de esta agrupación instrumental será decidido por los instrumentistas que la integran;
3.-Se encargarán obras con ese formato instrumental a algunos compositores, y se nos manifestó que un
compositor residente en Europa, sería invitado como jurado o “evaluador”.
4.-Aparte de las obras a estrenar, se realizarán conciertos especiales, que por lo que se nos dijo, estarán
básicamente asociadas a efemérides vinculadas con compositores de Europa;
5.-Se hizo hincapié, según Moronta, en que esta plataforma es para saber: “qué se está haciendo” en la
“música contemporánea”, y por lo que pudimos captar, la de procedencia europea.
En el punto 1, quiero manifestar que la contemporaneidad es un término polisémico, pero básicamente, compromete un asunto de cronología relacionada con el tiempo, período, momento o época en que se vive. Sería importante precisar si quienes organizan esta nueva orquesta consideran que la llamada «contemporaneidad” de los europeos es la misma que la nuestra; tiene los mismos significados; compromete la misma simbología (y los seres humanos tenemos conducta simbólica); contiene los mismos códigos; se deriva de la misma culturalidad; es coherente con los procesos internos particulares de los americanos, y en nuestro caso, los caribeños y finalmente, los venezolanos. Así mismo, quiero preguntarles si ustedes consideran que las estéticas que propone la contemporaneidad europea que nos promueven, debe ser aceptada como modelo composicional por nos-otros de modo sumiso, dócil, contemplativo, si tomamos en consideración que los compositores trabajamos con modelos (en todas partes), cada propuesta constituye uno (de lo universal a lo particular, por aquello de obra del ingenio y la autonomía cognitiva) y en algunos casos, llegan a constituir las llamadas “escuelas”, que obviamente tienen validez en contextos y momentos específicos de cada sociedad.
En relación al punto 2 tengo otras interrogantes: ¿Pueden los instrumentistas de esa orquesta (incluyendo al nuevo director de “música contemporánea” del TTC) decidir con propiedad sobre obras compuestas por venezolanos o americanos?; ¿Conocen ellos la diversidad conceptual y estética que nos caracteriza? (a diferencia de Europa, en donde se tiende a la linealidad). Extraño entonces que el maestro Alfredo Rugeles, que es quien más conoce de las estéticas y modelos de composición en América (su trabajo organizando el Festival Latinoamericano de Música lo confirma) no esté formando parte de la organización de esa agrupación instrumental en lo relacionado a los repertorios, ya que según Moronta, no tendrán director (ni Comisión Artística, ni Directorio).
El punto 3 puede enfocarse desde varios ángulos: ¿por qué se decidió estrictamente sobre ese “formato” de orquesta y no otro? ¿por qué negar allí instrumentos como por ejemplo la guitarra, que ha sido trabajada entre otros por Carter, Berio, Takemitsu, Ballif, Fuentes, Ginastera, entre otros? La guitarra ha sido un instrumento que nos ha representado internacionalmente, quiéranlo o no, y actualmente está siendo trabajada de modo audaz en Venezuela. Y lo que más asalta mi curiosidad: ¿por qué un compositor residente en Europa que no está relacionado con las estéticas nuestras (y es libre de hacerlo), va a servir como jurado?
En relación al punto 4: Moronta expresó que recientemente se había cumplido una efeméride relacionada con un compositor europeo, y que aquí no se había hecho nada… Quisiéramos saber entonces si va a incluir en esas efemérides a compositores importantes de América como Mario La Vista, Edgar Varcárcel, Alfredo del Mónaco, Alberto Ginastera, por solo nombrar a unos muy pocos.
El punto 5 podría tomarse como un intercambio en el caso de que los organizadores de este esfuerzo, consideren que es necesario que en Europa también sepan “lo que estamos haciendo los americanos”; de otro modo, no queremos pensar que cuando se habla de “lo que se está haciendo” se refieren a un modelo solamente: el europeo; con su acostumbrado apego a pregonarse como universal. Hace unos años, en 1999, organizamos un encuentro internacional de Estética (el primero): invitamos a algunas notoriedades de Francia para que interactuaran con las nuestras (en varias áreas), y a pesar del respeto, dedicación, y empeño con que impulsamos los encuentros, este fue muy poco estimado por nuestros invitados, llegando inclusive a no asistir a las conferencias de los nacionales… es decir, ellos creyeron que venían a dictarnos cátedra, sin ni siquiera detenerse a observar el más mínimo acto de interacción equilibrada, y se dedicaron a mirarnos desde una posición “vertical” en donde ellos, estaban en la cima.
Por cierto, a propósito de la referencia que hizo Moronta sobre “la dificultad de la notación” de la música de algunos europeos, quiero decirle que un trío muy calificado que vino de Francia, no pudo con unas configuraciones de polirritmia en la obra de uno de nosotros.
Durante su intervención, Moronta se refirió a los orgánicos nacionales (compositores) como “locales”… queremos pensar que NO es un calificativo conceptual, sino de localidad, lugar, latitud… es decir, según este criterio, ellos, los europeos, son también “locales” (de allá).
A través de cada época, la atmósfera general de la vida cultural es condicionada por las particularidades contextuales; de modo que no es apropiado exponer un modelo originado en otra cultura como el “correcto”, “auténtico” o “acabado”.
Es sumamente contradictorio, que en un país en donde algunas instituciones del Estado y el Gobierno proponen, exaltan y manifiestan que la descolonización debe ser un paradigma, nos encontremos con esta “Dirección de Música Contemporánea” creada por el TTC, que como nos aproximaron, está destinada a promover una realidad, culturalidad y estética que no es la nuestra; es más grave aún que esto esté pasando en uno de los momentos en donde más se ha despreciado o ignorado a los compositores venezolanos (y Americanos) del ámbito de la música de tradición escrita (por parte de las orquestas sinfónicas y grupos de cámara del país, por no hablar de los coros, que solo están trabajando el repertorio nacional de mediados del siglo XX). Según mi criterio, la descolonización aplicada a la música, es la apertura de una tercera posibilidad incluyente, sin que necesariamente, su existencia derive o comprometa una confrontación; son nuevas posibilidades que se abren ante posiciones binarias y actitudes con pretensiones hegemónicas (en las que ya no creemos); Moronta también reconoció que el proyecto es eurocentrista, y yo le dijera, muy respetuosamente, que es euroadicto.
Algunos compositores de América no queremos ser imitadores de formas y fenomenologías surgidas en espacios, tiempos y culturas diferentes a la nuestra, y por lo tanto, tenemos el derecho inalienable de proponer para transformar e inclusive, innovar desde nuestro episteme particular. Alfredo del Mónaco es un importante referente nuestro americano, en su momento, él no se puso a la zaga de “lo que se estaba haciendo”, que era el “serialismo” (en todas sus formas y por todas partes), y logró una obra que se anticipó a lo que luego hicieron algunos europeos.
Espero que estas consideraciones conviden a la reflexión.
Ninguna Cultura puede adoptar la concesión de determinar qué expresión musical es refinada, elevada, erudita o de máxima calidad estética o conceptual, porque con ello se pondría una frontera en el entendimiento humano. Las músicas del mundo son representaciones éticas, estéticas, cognitivas y afectivas de la cultura que, históricamente, obedecen a tramas que se transforman y se representan a sí mismas una y otra vez. Una multiplicidad de estilos, técnicas y movimientos (diversos y plurales) deben coexistir dentro de la música de tradición escrita, llamada también “música de arte”, o del entorno académico (conservadora, vanguardista, experimental) y de otros ámbitos (incluidos el jazz y la música de los depositarios urbanos). Algunos estilos de composición son impuestos por grupos disciplinarios y escuelas que desean controlar el poder del hombre, para unificar (globalizar) con fines monopolizadores.»
Diego Silva Silva
2004 Premio Latinoamericano de Composición Casa de las Américas
1990-1992-1994 Premio Nacional de Composición Bienal Antonio Lauro.
1992 Tres Premios Nacionales de Composición (Consejo Nacional de la Cultura)
1980-2016 Siete Premios Municipales de Música (Alcaldía Libertador. Caracas)
2015 Premio de Investigación musicológica “Alberto Calzavara”.
2021 Premio Nacional de Cultura
2023 Third jury prize 1st Foshan International Composers Contest China