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Prontuario de una familia que estafó al Estado
El dueño de empresas Polar, además de ser un acaudalado señor con 2.7 billones de dólares en su cartera personal, quiere dar clases de economía y política al Gobierno Bolivariano. Trata de ocultar el pasado de su familia, que se valió de los recursos económicos del país durante casi todo el siglo XX para llenarse los bolsillos y adueñarse de industrias. Pero la verdad siempre sale a la luz. A continuación, el prontuario de la familia Mendoza.
El blasón Mendoza se fundió en tierras vascas. Los descendientes criollos de la casa nobiliaria llegaron a territorio venezolano asentándose entre los páramos y valles de Trujillo.
Antes de que Cristóbal Mendoza impusiera su figura como primer presidente republicano de Venezuela, instalado en la jefatura inaugural del triunvirato que declaró la independencia en 1810 con rúbrica mantuana, se conocen cuatro generaciones anteriores a éste instalados en el Valle de Caracas. El afinque histórico de la familia Mendoza con las instituciones estatales tiene reservados intereses privados, sin duda, aunque de bajo perfil.
Hasta que llegó Eugenio Mendoza, quien durante el gobierno de Medina Angarita fue nombrado ministro de Fomento, cargo que volvería a ocupar en la Junta Militar de 1958. Este empresario dijo alguna vez que su emporio lo empezó sin capital alguno, pero entre los papeles se encuentra su firma como “socio industrial†en Moisés Miranda & cía, cuyas acciones compró completamente en 1932 para convertirse en Materiales Mendoza, S.A. La compra-venta e importación de materiales de construcción fue el primer negocio. De ahí en adelante escalaría pisos hasta conseguir puestos públicos para inyectarle bolívares su cartera personal.
Su hermano Eduardo Mendoza Goiticoa, durante el llamado trienio adeco (1945-1948), fue ministro de Agricultura y Cría. Dirigió, asimismo, el Instituto Venezolano para la Inmigración, adscrito al ministerio que jefeaba, para traer a refugiados y desplazados europeos para ponerlos a trabajar: mano de obra barata sin buscar tierras adentro. Se calcula que 20.000 inmigrantes trabajaron en los sembradíos de arroz que se inauguraron debido a la fundación de la Unidad Agrícola de Turén, en el estado Portuguesa, que devastó los poblados conuqueros de la zona para iniciar la mecanización capitalista del agro tan de moda para la época.
Cabe destacar su matrimonio con Hilda Coburn Velutini, este último apellido asociado a la familia implicada en el negocio de la construcción, con la que se hicieron ricos, y posteriormente a la especulación bancaria. Su hija, Antonieta Mendoza de López, es la madre del hoy (anti)político presoLeopoldo López.
Juntos, Eduardo y Eugenio Mendoza fundaron Protinal, compañía de alimentos concentrados para animales. Así empezó el Grupo Empresas Mendoza, cuyos capitales provenían del Estado venezolano, como buenas sanguijuelas de la economía venezolana.
Sin escrúpulos para negociar
Marcos Pérez Jiménez, cuya dictadura estuvo caracterizada económicamente por atraer capital norteamericano a favor de la pequeña casta militar que lo sustentó en el poder estatal, le confiesa a Blanco Muñoz de la actitud parasitaria de esta facción de los Amos del Valle:
El puntofijismo fue la pieza restante para que los Mendoza se incorporasen en los puestos clave de la economía
«Eugenio Mendoza se presentó ante mí con un plan para desarrollar la Planta Siderúrgica de Matanzas, para 150 mil toneladas. Pedía a cambio que se le diera de una vez el Cerro de Parima, que se establecieran restricciones económicas para la importación del acero. Y prácticamente llegó a proponer que le dieran el gobierno para él ejercerlo. El gobierno tenía un plan más jerarquizado, que está dicho allí y que está plasmado en la Planta Siderúrgica de Matanzas. Entonces ¿cómo íbamos a darle nosotros a Eugenio Mendoza esto, con todas las cuestiones de propiedades del Estado, para su disfrute, para que estableciera una plantica minúscula que no satisfacía las necesidades del país? Aquí hablábamos de tres plantas. Eso no lo podía realizar Eugenio Mendoza y por eso el Estado venezolano se dedicó a realizarlo. Si una empresa que hubiese sido de Eugenio Mendoza u otra, nos hubiera presentado un plan de la magnitud del que nosotros le hubiéramos dicho: adelante. Pero ¿qué hizo Eugenio Mendoza en el caso del General Medina? Pues obtener una licencia para importar láminas de zing lisa, y entonces las metía en una maquinita que las acanalaba y por eso tenía que pagar el público venezolano precios sumamente elevados. Por las láminas de aluminio que acanalaba Eugenio Mendoza. Y entonces él se embolsillaba una ganancia extraordinaria. Y el cliente venezolano, el consumidor tenía que pagar precios altísimos».
Los Mendoza no diferenciaban los actores de las negociaciones, con tal de que la cuenta bancaria propia aumentara con menos del mínimo esfuerzo. El puntofijismo fue la pieza restante para incorporarse de lleno en los puestos clave de la economía venezolana, debido a que Cisneros le hizo el lobby para articularse con la oligarquía gringa de los Mills, creadores de la empresa de molinos más grande del mundo: Pillsbury Mills. En Venezuela tuvo su enclave con los nombres de Monaca (Robin Hood, Lassie, Juana, Mónica) y Molinos Caracas Maracaibo, S.A. (Milani, Suprema).
Gracias a este contacto, la parte Mendoza que se encargó del agronegocio y el agroconfeti consiguió importar los molinos que hoy trituran trigo y maíz para la fabricación y distribución de los productos Polar y demás pasapalos que pertenecen a la cadena trasnacional Pepsico (Doritos, Ruffles, Gatorade, Frito Lays, etc.).
La migración al sector financiero
Los nuevos modelos de acumulación delictiva de capital se codificaron a partir de la especulación de la renta petrolera a través de las finanzas, la compra-venta de acciones y bonos y la banca. Esta migración hizo que a veces confluyeran los tradicionales Amos del Valle (Mendoza, Vollmer, Zuloaga) junto con los amigos de Pedro Tinoco en plena de década de 1970.
Los Mendoza poseían la mitad del Banco Provincial e importantes acciones en el Banco de Venezuela. También se adueñaron del Banco Venezolano de Crédito y del Banco La Guaira Internacional.
¿Cómo llegaron a poseer tantas acciones y bancos en su haber? Colocando hombres de confianza en los gobiernos puntofijistas y en las instituciones empresariales.
Representantes y familiares Mendoza estuvieron en puestos clave de gobierno
Breve prontuario de enchufados a la Mendoza: Caldera I
Lorenzo Fernández, copeyano y ministro de Relaciones Interiores durante el primer gobierno de Rafael Caldera, fue también presidente de Productos EFE (hoy de Polar). Tío de los hermanos Armando y Alberto Espinoza Fernández, ambos parte del Consejo de Coordinación de Empresas Mendoza. Alberto Espinoza, además, fue primer vicepresidente de C.A. Venezolana de Cementos, una de las empresas más lucrativas de Eugenio Mendoza.
Haydeé Castillo fue ministra de Fomento y de Hacienda y directora del Departamento de Investigaciones Económicas del Grupo Empresas Mendoza.
Andrés Germán Otero fue designado director del BCV. En 1974 funge como segundo vicepresidente de C.A. Venezolana de Cementos.
Alfredo Lafee, presidente del BCV desde 1971 hasta 1974. En 1978, accionista activo de la Sherwin Williams, además de fungir como director principal de Cavaín Sociedad Financiera y presidente del Banco La Guaira Internacional.
Presidente de la Compañía Venezolana de Guayana (CVG) entre 1970 y 1973, el General (R) Rafael Alfonzo Ravard era un acaudalado inversionista de la siderúrgica Sivensa, en cuya junta directiva generaciones de Mendoza han calentado sillas. Pero lo más importante del prontuario de Alfonzo Ravard, más allá de legislar a favor del grupo Alfonzo Rivas y compañía, es que fue el primer presidente de Petróleos de Venezuela, que nace con la supuesta nacionalización del petróleo. Y aquí comienza la lista de Carlos Andrés Pérez (CAP) I.
Breve prontuario de enchufados a la Mendoza: CAP I
Pedro Tinoco, el máximo operador de los Doce Apóstoles de CAP, fue director suplente del Banco La Guaira Internacional.
Gustavo Pinto Cohen, además de ministro de Agricultura y Cría, en 1978 aparece como director del BCV. Fue director suplente de Cavendes, una sociedad financiera donde participaban las familias Boulton, Blohm, Cervini, y por supuesto Mendoza, entre otros.
Carlos Romero Zuloaga, director de Meneven, incluso antes de su nacionalización, cuando se llamaba Mene Grande Oil Company. En 1978 apareció registrado como director principal del Banco La Guaira Internacional y como presidente de la Industria Eternit.
César Mendoza pasó de ser director suplente de la Siderúrgica del Orinoco (Sidor) a director de facto en 1975. Presidente de Venalum (hoy Corporación Nacional de Aluminio) y de Adriática de Seguros, tenía capital invertido en la industria siderúrgica privada.
Luis Ignacio Mendoza fue director suplente de Aluminios del Caroní en 1975, empresa mixta con la CVG, y con capital invertid por la Reynold Metal Company. En 1978 pasa a ser director principal de Siderúrgica Venezuela y de la mencionada Sivensa. También fungió como director de Calanese de Venezuela y presidente de la empresa Cantonez de Venezuela.
Otras empresas de capital mixto en la región de Guayana donde participó la CVG fueron:
Cementos Guayana, compañía que tenía como presidente a Eduardo Pantin en 1975, quien para 1978 fue director suplente de la C.A. Venezolana de Cementos. Otro que estaba en la directiva de Cementos Guayana fue Gerardo Sansas, quien en 1978 ocupaba el cargo de presidente de la C.A. Venezolana de Cementos. Ambos fieles representantes del grupo Mendoza.
Fior de Venezuela tuvo de presidente a José Antonio Mayobre entre 1975 y 1978, antes había ocupado la jefatura del ministerio de Hacienda cuando el gobierno de Betancourt. Además Mayobre aparece en la directiva de Avensa y como accionista del Banco de Venezuela en 1978.
La clave del grupo Mendoza era ubicar representantes y familiares en puestos clave de la economía, como los ministerios de Hacienda, de Fomento y el BCV, como ya repasamos.
Esta familia pretende volver al poder para fugar recursos públicos en beneficio de su bolsillo
Los ricos bobos y la generación de relevo
Juan Carlos Zapata había calificado de «ricos bobos» a aquellos empresarios que no supieron sortear las crisis que ellos mismos habían gestado a través del saqueo al Estado y la especulación financiera, y que por ellos mismos vieron todos sus monopolios hechos cenizas en medio del huracán. «Eugenio Antonio (Mendoza) no había aprendido la lección de su padre», como cuenta Zapata, de meterse en política durante las décadas de 1980 y principios de 1990 antes de la crisis bancaria para fortalecer las industrias e instituciones financieras que había legado el hijo lelo de los Mendoza.
La familia Mendoza perdió todo el emporio que había gestado en pocas décadas de usufructo y especulación. Sólo una rama del grupo (los Mendoza Fleury-Quintero-Pocaterra-Giménez) logró zafarse de la deblace debido al fortalecimiento de las ramas de distribución y producción que poseían debido al desfalco por parte del linaje Mendoza Goiticoa, además de siempre andar con su bajo perfil empresarial, silencio mediático y poca luz pública.
Así, Empresas Polar logró fungirse como los únicos de los Amos del Valle que se expandieron con sus litros de cervezas y toneladas de agroconfeti vendidos como cesta básica nacional. Para 1995, el Grupo Polar tenía en su haber 2 mil millones de dólares, cuando apenas Oswaldo Cisneros y José Álvarez Stelling tenían 500 millones de dólares cada uno en sus cuentas bancarias. El oso no durmió en su cueva, aprovechó la caída del resto de los grupos económicos y se erigió como un actor líder en el desarrollo de la Venezuela expoliada.
Lorenzo Mendoza, hoy el líder de Polar, no ha tenido que trabajar sino invertir junto con sus amigos financieros lo que le dejó su papi, Mendoza Quintero, bien montado. Es esta familia la que pretende volver al poder para fugar todos los recursos públicos posibles en beneficio de su íntimo bolsillo. El papel de suplicio por dólares mientras se opera la guerra económica fábricas y redes de distribución adentro por parte de la Polar es el mismo que cumplía sus antepasados desde el escritorio, cómodos, de algún ministerio.