Naufragios del Alma
Desde las costas arenosas de Melilla, enclave español en tierra africana ( marruecos), hasta las islas dispersas por el Mediterráneo, desde Lampedusa hasta Libia, desde Túnez hasta Pilos en Grecia, se perfila una tragedia humana desgarradora. Los relatos desgarradores de refugiados y migrantes africanos resuenan como un grito de desesperación hacia un horizonte de esperanza rota en un mundo que parece haber olvidado su propia humanidad.
En este escenario de crueldad, abundan los informes sobre la angustia indescriptible de miles de almas. Ahogamientos atroces, maltrato flagrante, abusos inenarrables, discriminación racial, violencia policial y violaciones sistemáticas de los derechos humanos y del derecho internacional tejen la oscura tela de una realidad insostenible. Los seres humanos, llevados al límite de su resistencia, se convierten en la sombra de lo que eran, divididos y abandonados a su suerte por depredadores sin escrúpulos.
A pesar de los riesgos mortales que jalonan su travesía, los migrantes africanos permanecen decididos, animados por la frágil esperanza de una vida mejor en una áfrica saqueada sistemáticamente y empobrecida por un neocolonialismo empeñado en mantener a áfrica en una situación de esclavitud eterna y solo como proveedora de materia prima. Las barreras con cuchillas , las fronteras bloqueadas, nada puede sofocar su deseo ardiente de libertad y dignidad. Porque cuando el insomnio consume el alma, el peligro de una pesadilla se vuelve secundario ante la búsqueda esencial de supervivencia.
Mientras los gobiernos español y marroquí se pasan la pelota, un silencio ensordecedor emana de las naciones occidentales, cómplices tácitos de este desastre humanitario. Detrás de los muros de la indiferencia se esconden los tentáculos económicos de la explotación y la expoliación, perpetuando un ciclo vicioso de miseria y desesperación en África. El precio de esta apatía colectiva se cuenta en vidas perdidas, en familias desgarradas, en sueños rotos.
¿Debemos esperar aún antes de actuar, antes de que el balance macabro se vuelva insostenible?
Es hora de despertar nuestras conciencias adormecidas, de enarbolar el estandarte de la solidaridad y la justicia para todos. La indiferencia no es una opción cuando están en juego vidas humanas. Debemos unirnos, desde el ciudadano común hasta las figuras influyentes, para exigir un cambio radical en la forma en que tratamos a nuestros hermanos y hermanas en apuros.
Es un llamado a la movilización general, a la toma de conciencia colectiva de nuestra responsabilidad en defensa de la vida y de los derechos humanos. Más allá de las diferencias que nos separan, estamos todos unidos por nuestra humanidad común, por nuestra capacidad para sentir el sufrimiento del otro. Debemos mostrar compasión, empatía y acción concreta para poner fin a este desastre humanitario y crimen contra la humanidad .
El camino hacia la justicia y la dignidad es largo y está lleno de obstáculos, pero es imprescindible recorrerlo juntos. Debemos comprometernos en todos los frentes, desde la economía hasta la política, implementando soluciones pragmáticas y sostenibles. De ello depende nuestra humanidad colectiva, nuestra capacidad para construir un futuro en el que cada uno encuentre su lugar, donde cada vida cuente y donde cada ser humano sea tratado con respeto y dignidad.
Por: Sr. Diallo Ablaye
Encargado de relaciones internacionales de OPAM-WOPO ,
Presidente fundador de la ASAC & Secretario CONAICOP África y Diáspora africana
Bilbao 05 de Mayo 2024