Guatemala. Entrevista en la prisión al Comandante guerrillero César Montes:

 “El revolucionario no se jubila nunca”

Por María Fernanda Barreto, 16 de mayo de 2024.

En la foto: Eduardo Galeano, el guerrillero Rocael y el Comandante César Montes en la selva de Guatemala.

“A César Montes le dicen «el chirís», que es una palabra guatemalteca para significar muchachito. Pequeño, flaco, de rasgos delicados, el pañuelo siempre protegiendo la débil garganta, César no tiene en absoluto la figura imponente de Fidel Castro. «No me pidas que te ponga una cara temible para la foto, porque nadie nos creería», me comenta él mismo, riendo. Ha compensado, sin embargo, con una muy firme voluntad revolucionaria, cuanto le falta en fortaleza física; hay un hombre duro, valiente y astuto, tras la expresión inocente de esta cara de niño. Telegráfica historia de un rebelde: a los trece años, expulsión de un colegio católico, explosión de rabia por la caída del gobierno revolucionario de Arbenz; a los dieciocho, las manifestaciones estudiantiles, los compañeros desarmados que caen desangrándose, la cárcel por primera vez; a los veinte, la suerte está echada, el desafío aceptado, la violencia elegida, es el turno de la sierra: caminar hasta desmayarse, con los dientes apretados, sin exhalar una queja ni pedir nunca tregua….”

Eduardo Galeano.

Sería una torpeza intentar mejorar esta breve biografía, escrita nada menos que por el famoso escritor uruguayo Eduardo Galeano, durante su paso por las selvas de Guatemala a finales de la década de los sesenta del siglo pasado. Cada palabra de Galeano logra hacernos sentir en carne propia la historia de ese país de Nuestra América y nos acerca, con gran sensibilidad, al hombre militante con el que hoy dialogamos.

Se trata del Comandante guatemalteco César Montes. Durante los últimos días hemos conversado para conocer a este revolucionario latinoamericano que a sus ochenta y dos años nos responde con mensajes optimistas y cálidos desde su lugar de reclusión en el Cuartel Militar Mariscal Zavala, ubicado en Ciudad de Guatemala.

Con esta entrevista también queremos hacernos eco de esa lucha, que es sin duda la más dura que deben confrontar los presos y presas políticas: la resistencia frente al olvido. A ellos y ellas dedica nuestro entrevistado, las últimas palabras de esta interesante conversación.

Trasladado ilegalmente desde México hacia Guatemala en 2020, fue condenado en el 2022 a la absurda pena de 175 años de cárcel. Al desarrollarse el próximo 17 de mayo una importante reunión de Andrés Manuel López Obrador, presidente de México con  su homólogo de Guatemala, Bernardo Arévalo de León, en Tapachula, Chiapas, se abre la posibilidad de que en ese encuentro se aborde la solicitud de indulto y la oferta de conceder posteriormente asilo a Montes en México, que hiciera el propio presidente mexicano al pasado gobierno guatemalteco que, como era de esperarse, desestimó esta propuesta.

María Fernanda Barreto: Me gustaría comenzar por pedirle que nos contara brevemente, ¿cómo se ejecuta este montaje y secuestro que lo tiene hoy en una cárcel guatemalteca?

Comandante César Montes: Fui secuestrado en Acapulco, Guerrero y llevado al Aeropuerto Benito Juárez donde me internaron en una habitación cerrada junto a varias colombianas detenidas, algún ecuatoriano y un par de venezolanas, para ser deportado. Allí empecé a exigir que no fuera deportado por correr peligro mi vida y porque presumiblemente sería encarcelado.

No me podía acercar a los marinos, que ya no se despegaban de mi persona y al acercarme a ellos me encañonaban y retrocedían manteniendo distancia. Alguno de ellos me confesó, que les habían advertido que era capaz de arrancarles con los dedos la tráquea. Tamaña mentira me hizo reír a carcajadas pero no cambiaron de actitud.

Me negué a subir a un avión comercial a patadas y enredando las esposas que me habían puesto en uno de los pasamanos. Optaron por regresarme y prepararon otra forma para lograr mi expulsión ilegal. Exigí me enseñaran la orden de deportación y me ordenaron que me callara. Que debían llevarme a Tapachula y entregarme al Instituto Nacional de Migración para reiniciar mi trámite de asilo. Falsedad que les dije era imposible, que no les creía y que no podían hacer eso.

Me condujeron por la calle Hangares, fuera del aeropuerto, pero paralela a la pista para entrar de nuevo al sector de aviones privados donde me metieron a la fuerza a un avión jet ejecutivo de la Procuraduría General de la Nación. Me opuse a patadas y me tundieron a golpes metiéndome cargado al avión y levantaron vuelo rumbo a Tapachula.

De allí me cruzaron el puente internacional y me entregaron a las autoridades del Ministerio de Gobernación de Guatemala. En ningún momento hubo nadie de INTERPOL como se ha dicho falsamente. Nunca hubo solicitud de extradición ni aceptación de esa inexistente solicitud.

El delincuente que coordinó la operación de secuestro, expulsión del territorio mexicano fue el marino Contraalmirante Víctor Manuel Martínez Maya. Este individuo fue comprado por un furibundo anticomunista, neo fascista, de nombre Ricardo Méndez Ruiz quien junto con otro abogado, se dedican a dictarle la agenda a la repudiada nacional e internacionalmente Fiscal General de Guatemala, Consuelo Porras.

Aquí me acusaron falsamente y me han tenido preso injustamente durante 3 años de mi vida a pesar de ser inocente y una persona de la tercera edad. En este momento tengo 82 años que cumplí el 20 de marzo de este año.   Soy el preso político de más edad privado de libertad en el centro penal de detención para hombres y mujeres del cuartel Mariscal Zavala.

Estoy preso por voluntad política y capricho del expresidente Giammattei que ha sido condenado internacional y nacionalmente por su insultante corrupción y violación de todas las leyes, por no tener independencia de poderes sino sujeción a sus órdenes y caprichos.

No hay razón alguna para que esa voluntad política, esa obstinación, esa venganza política contra mi persona la mantenga el actual presidente Bernardo Arévalo que substituyó al más corrupto y nefasto expresidente de la historia.

¿Usted ha acudido ante algún organismo internacional para presentar su caso?

Sí, mi caso se presentó ante la Comisión Inter Americana de Derechos Humanos porque fui agraviado por el gobierno de Guatemala.

¿Diría usted que ha recibido suficiente solidaridad de los movimientos revolucionarios del mundo y en particular, de quienes fueron parte de su historia militante?

Así es, he recibido inmensa solidaridad de varios países, incluso de personajes que no esperaba. Me han apoyado movimientos revolucionarios del mundo que consideran que la solidaridad es deber de todo revolucionario.

En Guatemala cuento con personas que son solidarios con visitas, alimentos, ayuda económica, reenvío de mensajes solidarios, declaraciones públicas. Pero siempre hay personajes que estuvieron formando parte de las organizaciones que fundé junto a otros compañeros que ahora miran para un lado, son solidarios con algunos otros presos pero no con mi persona. Eso no me entristece. Ellos viven tristemente rencores pasados y no merecen más que ignorarlos.

Así es la vida de un revolucionario: muchos te pueden admirar, pero algunos te cuestionan a pesar de la indefensión en que me encuentro. Algunos pocos de ellos han dado declaraciones diciendo que es por mi propia culpa que estoy en estas condiciones, porque desafié al sistema. ¿De qué se trata según ellos? de sumarse a un sistema injusto o es su mentalidad de borregos y ya dejaron de ser combativos, o quizá nunca lo fueron.

El revolucionario no se jubila nunca y es solidario siempre. Eso he sostenido desde hace tiempo en textos, entrevistas y en conversatorios. Pueden cambiar sus formas de lucha pero no el carácter combativo de las mismas.

¿Por qué el presidente Andrés Manuel López Obrador ha ofrecido el año pasado darle asilo? y ¿cuál fue la respuesta del pasado gobierno guatemalteco al respecto?

El presidente AMLO pidió que me devolvieran a México porque soy hijo de padre mexicano y padre de dos hijos varones y una mujer mexicanos también.

Eso me concede el pleno derecho a la nacionalidad mexicana, estaba ya concedido el asilo y estaba completando los trámites para mi naturalización cuando fui secuestrado por una banda delincuencial enquistada en algunas estructuras burocráticas, pero que no representaban al gobierno de AMLO, sino actuaban a sus espaldas.

La respuesta del gobierno del que será recordado como el más corrupto de la historia, el de Giammattei, tuvo el cinismo de responder públicamente que no estaba en sus manos porque ya estaba legalmente procesado y detenido. Argumentó Independencia de Poderes, que en ese momento no existía.

La propuesta de tenerme asilado en México fue hecha en el programa La Mañanera que es donde se presenta casi a diario a encarar a la prensa nacional e internacional.

¿Cree que es posible que el tema de su asilo está en la agenda de la próxima reunión que tendrán AMLO y Arévalo este 17 de mayo en México? Y si es así, ¿Tiene esperanzas de que el nuevo gobierno guatemalteco pueda estar más abierto a esta solicitud?

Seguramente lo estará. Mi defensa legal y mi familia no han dejado de lado esa posibilidad y por diferentes medios se le ha pedido a ambos presidentes que resuelvan un caso de persecución política porque ninguno de ellos defiende el espíritu represivo y anticomunista del anterior Gobierno Giammattei.

Ya las circunstancias que me pusieron en prisión no son las mismas. Seguramente estarán buscando la forma de ponerme en libertad sin dejar espacio para que se opongan las cortes que me condenaron injustamente.

¿Quisiera dar un mensaje final a quienes lean esta entrevista, particularmente desde otros países de Nuestra América?

A todos los lectores y lectoras de esta entrevista les pido que se solidaricen con todos los presos políticos que hay actualmente en muchos países represivos.

No quisiera su apoyo solidario solo para mi persona. Sí se los pido, pero mejor que se generen luchas en los que uno a uno logre la solidaridad, que no sigan olvidados tras de las rejas, quizás algunos en condiciones muy duras impuestas por gobiernos miserables.

Pido que hagan llegar mi voz desde el centro penal de mi detención para que mantengan la moral en alto. No tienen que deprimirse. Estar detenido por una causa justa y por órdenes de gobiernos y jueces corruptos, es algo que enaltece porque no somos parte de ellos.

Sepan que si muero en este centro de detención lo haré con la frente en alto, sin doblegarme, manteniendo los principios ideológicos que me llevaron a luchar junto a mi pueblo durante 36 años del feroz enfrentamiento armado interno y en la posguerra continuamos combativos organizando la resistencia popular pacífica, con proyectos productivos para las personas miembros de la resistencia que dirigimos desde hace 27 años y que aún desde donde me encuentro, sigo luchando por lo que sé que es justo a pesar de estar junto a ex militares, ex policías, ex funcionarios de los gobiernos anteriores, a los cuales respeto porque todos mantienen actitud de respeto para los que a pesar de la edad seguimos lúcidos luchando por un mundo radiante y luminoso que todos los pueblos del mundo merecen. Que sigan luchando porque unidos, venceremos.

fuente: Huele a azufre